domingo, 28 de agosto de 2011

Última de la Semana Grande de Bilbao: 28 de Agosto de 2011

REBAJAS VISTA ALEGRE
PorDomingo Delgado dela Cámara


Se cumplía ayer el 64 aniversario de la muerte de Manolete. Parece que nadie lo recordaba, y en la plaza de Bilbao no se guardó el preceptivo minuto de silencio tras el paseíllo. Es una pena que se vayan perdiendo las tradiciones y que se olvide a los grandes toreros. Me apenó enormemente el hecho de haber sido yo el único que parecía recordar a Manuel Rodríguez...
La corrida de ayer, última de la feria de Bilbao, era de Victorino. Los Victorinos de ahora no son iguales que los Victorinos de antaño. Son más terciados, menos asaltillados; tienen menos fuerza y son menos fieros. A pesar de ello, Victorino sigue lidiando toros extraordinarios por su bravura y calidad. Ayer salieron dos que, además, cayeron en el mismo lote: el que correspondió a Luis Bolívar. El tercero y el sexto fueron dos toros sensacionales que ofrecían el triunfo en bandeja. Triunfo que Luis Bolívar no fue capaz de alcanzar. La oreja que cortó al tercero fue de regalo.
Durante muchos años Vista Alegre fue la plaza más dura a la hora de conceder trofeos. Pero de un tiempo a esta parte Matías González está que lo tira. Ayer regaló una oreja a Bolívar y otra a Padilla. Y lo más curioso es que apenas había habido petición por parte del público. Las dos peticiones fueron muy minoritarias, pues el público tenía clara la escasa calidad de los trasteos. Pero Matías las concedió. Dos orejas de auténtico sonrojo, sobre todo la de Bolívar.
El tercero, un cárdeno claro muy asaltillado, era un dechado de bravura y calidad. Bolívar solo le dio una serie buena, cuando el toro, llevado de su inercia, embistió con rapidez por el pitón izquierdo. Pero cuando tuvo que templar y llevar al toro despacio, se terminó la faena. Luis Bolívar no tiene valor para esperarlos y llevarlos despacio. Sus muletazos son vertiginosos, y sus faenas carecen de cadencia y templanza. Tras una estocada baja y defectuosa, que hizo morir rápidamente al toro, una petición minoritaria dio paso a una oreja totalmente pueblerina.
Oreja que devolvió con el otro gran toro de la corrida. El sexto de la tarde era un toro negro de muy buenas hechuras y pitones hacia delante, que no se cansaba de embestir con una embestida larga y humillada. Pero Bolívar no fue capaz de bajar la mano y llevar al toro hasta el final. Con la mano derecha mal, porque no embebía al toro ni lo llevaba toreado. Pero con la izquierda peor: jamás fue capaz de quedarse quieto. Y otro feo detalle: después de un pinchazo cogió el verduguillo sin haber dejado ni siquiera media estocada.
A Luis Bolívar se le han dado ya muchas oportunidades que ha malgastado. Es un torero totalmente prescindible. Ya ha demostrado muchas veces que no puede. Se le han ido muchos toros en plazas de la categoría de Madrid o Bilbao... Que no se me obligue a sacar la lista.
Juan José Padilla en primer lugar tuvo un toro de media arrancada, que no humillaba mucho. No se empleó con él. Lo probó en distintos terrenos y se lo quitó de en medio rápidamente. El cuarto le dio dos coladas estando al hilo del pitón y con la muleta retrasada. Pero cuando le ganó la cara y le puso la muleta por delante, vio que, sin tener gran clase, el toro se tragaba todos los muletazos. Faena animosa de no mucha calidad. Después de una estocada correcta, una oreja. Oreja que se comprendería en una plaza de segunda, pero no en una plaza como Bilbao.
A quien le tocó esta vez bailar con la más fea fue a Diego Urdiales. En primer lugar se topó con un toro muy listo y muy avisado, que no pasaba nunca y siempre sabía donde estaba el cuerpo del torero. Hizo lo único que se podía hacer: quitárselo de encima.
Con el quinto Urdiales estuvo francamente bien, a pesar de que el toro no era fácil. Era muy parado y se lo pensaba mucho a la hora de embestir; había que arrancarle las embestidas. Urdiales se puso muy cerca, se cruzó mucho, presentó la muleta con exactitud, dio los toques precisos, y fue capaz de robar muchos muletazos de buena factura. El cenit de la faena fue una serie de derechazos con temple y ligazón, donde en definitiva hubo buen toreo.
En este quinto sí que había una oreja merecida, pero se malbarató porque Urdiales no anduvo fino con el estoque: marró en el primer intento, donde casi fue cogido; pinchó luego y, por fin, se deshizo del toro. Fue una lástima, porque tenía una oreja bien cortada.
Otros dos toros de categoría que añadir a la abultada lista de grandes toros de esta feria de Bilbao. A los de Fuente Ymbro, los de Núñez del Cuvillo, los de Alcurrucén y los del Pilar, hay que añadir los Victorinos tercero y sexto de ayer. Esta feria ha evidenciado que la cabaña brava está en buen momento, pero ha demostrado a la vez que el escalafón de los toreros está en horas bajas. Al margen de la genialidad de Morante, el único que me ha gustado de verdad ha sido Daniel Luque. Para los demás escasa calificación. Esta vez han ganado los toros por goleada.
Por último, los aficionados del Tendido Siete de Bilbao, celosos defensores de la suerte de varas, hemos decidido otorgar el Premio al mejor puyazo de esta feria a Ismael Alcón, por lo bien que picó al tercer Victorino de ayer.

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