domingo, 31 de julio de 2011

Colaboraciones amigas: Toros en Azpeitia (Guipúzcoa), por Jon Ander Sanz Zubiría

EXCELENTES ADOLFOS

Primera de la Feria de los Sanignacios de Azpetia (Guipúzcoa). Más de tres cuartos de entrada, sol y buena temperatura. Seis toros excelentemente presentados de Adolfo Martín. Todos ellos con trapío y presencia de plaza de primera. Dieron buen juego en general, aunque el 3º desarrollo peligro. Eduardo Gallo (Bermellón y oro) un pinchazo y estocada, Ovación con saludos y un pinchazo y estocada caída, Ovación con saludos. Iván Fandiño (Espuma de mar y oro) estocada casi entera, Oreja y estocada tendida, un aviso, dos descabellos y Ovación con saludos. David Mora (palo de rosa y oro) estocada desprendida, petición no mayoritaria, Vuelta al ruedo y un pinchazo y estocada muy baja y delantera, ovación con saludos y vuelta por su cuenta.

Excelente trapío el que lucieron ayer los seis toros del encierro que envió a Azpeitia el ganadero Adolfo Martín. Cuando un ganadero, presenta en una plaza de tercera unos toros con esa presencia, no queda más que felicitarle por ello. Y si encima esos toros embisten y propician el triunfo, el agradecimiento es mayor.

Eduardo Gallo es un torero que necesita toros con mucha transmisión, ya que realiza un toreo muy frío. Sus dos toros de ayer, resultaron nobles, pero ninguno tuvo la transmisión que necesitaba el torero salmantino. Instrumentó muchos muletazos a sus dos toros, pero sin transmitir nada a los tendidos.

Iván Fandiño, demostró que es un muy buen torero y que se encuentra en racha. Cortó una merecida oreja de su primer toro, al que toreo bien por ambos pitones. Faena de menos a más que, después de unas manoletinas finales, rubricó con una buena estocada. Con el pastueño quinto, se gustó toreando, sobre todo con la mano derecha. Una estocada tendida, y dos descabellos le impidieron cortar la oreja que necesitaba para salir a hombros, pero se gano con creces la repetición en Azpeitia el próximo año, en el que esperemos vuelva bien colocado.

David Mora, sorteó en primer lugar el toro más complicado de la corrida, la clásica “alimaña” del encaste albaserrada, al que intentó dominar y con el que se mostró muy valiente. Lo mató de estocada desprendida y, a pesar de que se pidió la oreja con fuerza, la petición no fue mayoritaria. Así que dio una merecida vuelta al ruedo. Con el pastueño y noble sexto, se acopló bien por momentos, para torear con largura por la mano izquierda. Perdió una oreja por matar mal, aunque dio la sensación que el toro era de dos.

domingo, 24 de julio de 2011

ABUNDANDO SOBRE JOSÉ TOMÁS

CONSIDERACIONES VALENCIANAS


Apareció en el portón de cuadrillas muy pálido y ojeroso, con una delgadez casi propia de la anorexia. Y mal vestido de torero: por primera vez en su carrera, pésimamente vestido de torero. Se pasó la tarde ausente, mirando al suelo. Su cara de sufrimiento era patente. Debió pasarlo fatal. Tuve la impresión de que solo reaparecía para que no se diga que el toro de Aguascalientes lo quitó del toreo. No pudo con su primero, un toro encastado que había que someter por abajo. La faena fue una sucesión de enganchones y desarmes. Con este toro no convenció a nadie. Pero en su segundo llegó el volteretón y se desató la histeria.
Mal asunto es que para triunfar haya de cogerte un toro. Triste sino el de los toreros patéticos: solo mantienen su fama a base de golpes. Y cuando consiguen dominar la técnica y el toro ya no los coge, dejan de interesar. Se trataba solo de un asunto de morbo.
Se ha hablado mucho sobre el valor del elegido. Sin embargo yo veo que cuando los toros lo cogen, se debe a su pésima técnica, a su mediocre conocimiento de los toros y a su nulo sentido de la lidia. Las volteretas llegan por su pésimo oficio, no por una voluntad deliberada de arrimarse.
Y, señores, a una figura del toreo se la debe exigir una técnica pulida y un buen conocimiento del toro. Estar a merced del toro, cual becerrista incipiente, no es de buen torero, por mucha clase que se tenga. Así se explica el miedo pánico a la televisión, el cuidado escrupuloso de las ganaderías a lidiar y las minitemporadas parcas en festejos. Con una temporada normal, como la de cualquier torero, con televisión, toros normales y corrientes y ochenta corridas, el fenómeno se derretiría como se derrite un helado en el calor de un día de verano. Hubo que tenerlo en el frigorífico. Jamás ha terminado una temporada. Y visto lo visto en Valencia, los dieciséis toros que le esperan me parecen demasiados. Vamos a ver si es capaz de llegar a Barcelona allá en septiembre.
Por todo lo dicho, es un agravio la dureza con que se trata a los demás toreros, mientras que al elegido solo se le dan palmaditas en el hombro. Sin ir más lejos, los tres señores que torearon el viernes en Valencia, con independencia de gustos personales, son tres profesionales capaces de poder al toro y dar la cara en todas partes durante años y años. Y solo les llueven pedradas. Vivir para ver.

sábado, 23 de julio de 2011

23 de Julio de 2011: Reaparición de José Tomás en Valencia

LO DESMEDIDO Y LO EXAGERADO


Hace años que José Tomás no habla con la prensa. Ni falta que le hace. Los propios periodistas son los que hablan por él. Periodistas de toda laya, taurinos y generalistas, están hablando constantemente de la vida y milagros de José Tomás. La propaganda es tremenda e impide hablar con sensatez del personaje. Esta semana pasada, con motivo de su reaparición en Valencia, se han leído sandeces de todo tipo: que si José Tomás tiene vocación de mártir, que si José Tomás busca la inmolación..., o tonterías por el estilo. Pero nada es cierto.
José Tomás ama la vida y lo demuestra constantemente en el mucho cuidado que pone en la elección de las ganaderías, por ejemplo; en lo mucho que espacia sus actuaciones, etc., etc. Se dicen auténticos disparates, pero se crea un clima tal que hace imposible razonar sobre el asunto, y lo que resulta es un conglomerado de exageraciones y de despropósitos. Yo voy a hacer abstracción de todo ese ambiente creado a su alrededor, y voy a intentar hablar de la corrida de ayer tal y como fue en realidad.
Hablemos en primer lugar de los toros. Una corrida del Pilar dignamente presentada, pero que no era un corridón de toros. Algo desigual, con un toro muy chico, el primero que toreó José Tomás, que nadie protestó; y un toro muy basto por lo alto que era, el segundo de José Tomás. Pero en líneas generales la presentación de la corrida fue digna.
Y en cuanto a juego, la risa fue por barrios. Arturo Saldívar se encontró con un lote extraordinario, tercero y sexto. Dos toros de ensueño, dos toros de consagración. Por su parte Víctor Puerto se enfrentó a un lote tan noble como blando y soso. Y a José Tomás le correspondió en primer lugar un toro muy encastado con mucho que torear, y luego un manso muy brusco. Así, ni más ni menos, fue la corrida del Pilar.
Como primer espada actuaba Víctor Puerto, que cumplió con su papel de telonero a la perfección, sin interferir para nada en el desarrollo de la corrida, que era de lo que se trataba. Lo único interesante de la actuación de Víctor Puerto fue alguna verónica de buena factura a su primero, y un inicio de rodillas torero y ligado. El resto careció de interés. Da los muletazos de uno en uno, quita constantemente la muleta de la cara del toro... Así es imposible conmover a nadie.
José Tomás se encontró en primer lugar con un toro muy chico, pero muy exigente. Tenía raza y mucho que torear, por lo que era difícil de manejar. Era repetidor y no embestía mal, pero apretaba un poco hacia adentro. Con él José Tomás se mostró tal cual es: un torero de mucha calidad y de gran facilidad para ligar los muletazos. Pero también manifestó sus carencias, la principal el nulo sentido del temple: o torea rápido a trallazos, o deja la muleta muerta y surge el enganchón. Lo que en José Tomás no suele verse es acoplamiento y sentido de la cadencia.
La faena tuvo ligazón, pero fue muy rápida, de muletazos vertiginosos. Hubo además dos desarmes con la mano izquierda que deshilacharon por completo el trasteo. Con la derecha, a pesar de cierta rapidez, hubo ligazón y algunos buenos muletazos, pero con la izquierda el toro siempre alcanzó su objetivo y todo se deshizo en enganchones. Había que someter al toro por abajo, y José Tomás no siempre lo consiguió. Después de una media estocada muy tendida y trasera, saludó desde el tercio. Lo más emotivo de la actuación de José Tomás con este toro fueron unas gaoneras con el compás abierto, emotivas y ligadas. Se trató de algo muy estimable por la quietud y la exposición, aunque no hubo limpieza en todas.
El quinto toro de la tarde fue manso, brusco y con gran querencia a tablas. El primer error fue no picarlo: se cambió el tercio con dos picotazos. Y otro error, este de becerrista: a pesar de que el toro no estaba picado y de que no era nada claro, José Tomás se colocó en los medios para dar un estatuario... Y una espeluznante voltereta, pues el toro lo arrolló. A partir de ahí ya no hubo mando ninguno, y el toro siempre iba con la cara por arriba haciendo lo que le daba la gana. Los paseos y las pausas entre serie y serie eran interminables. Y no eran para que el toro cogiera aire. Eran para coger aire el torero. Solo cuando el toro perdió gas, hubo algo de acople, sobre todo en una serie con la mano izquierda.
Con el toro pegado a las tablas, José Tomás propinó una estocada muy trasera y muy baja, y aquello fue el delirio: se pidió una oreja, que el Presidente concedió. Se pidió la segunda que el Presidente denegó con muy buen criterio. Ni la faena ni la estocada habían sido de oreja. Se puede aceptar una por el momento emotivo de la cogida, pero en ningún caso las dos. No hubo ningún mando sobre el toro y la estocada fue muy defectuosa. El Presidente casi fue linchado por denegar la segunda, pero mantuvo valientemente su criterio. Desde aquí aplaudo su gallarda actitud de no dejarse llevar por un público más propio de campo de fútbol que de plaza de toros.
José Tomás es un torero muy interesante por su gran clase y porque en los momentos claves de su carrera ha sido capaz de arrimarse, pero en ningún caso llega a ser lo que de él dicen sus partidarios, que han creado tal ambiente a su alrededor, que resulta imposible hablar con tranquilidad. Pero la actuación de José Tomás ayer en Valencia se resume en esto: a su primero no le cogió el aire nunca y lo desbordó en muchas ocasiones, y a su segundo, después de recibir una espeluznante voltereta, nunca lo sometió.
Quien tuvo el santo de cara fue Arturo Saldívar, al que correspondió un lote extraordinario, un lote de cuatro orejas. Y lo primero que hay que alabar de Saldívar fue su gran disposición: tenía muy claro que era su oportunidad y que debía aprovecharla. No se dejó acomplejar por lo especial de esta corrida. Sabía que era su tarde y fue a por todas. Este sí que se arrimó de verdad. Intervino en todos los quites exponiendo una barbaridad, y en todo momento su entrega fue indiscutible. Sus trasteos fueron muy emocionantes por lo cerca que se pasó al toro, volteretón incluido, y por la ligazón de los trasteos.
Saldívar no tiene mal concepto del toreo. Baja la mano lleva a los toros sometidos por abajo. Cortó una oreja de cada toro porque, además, mató con entrega. Pero los dos toros eran de dos orejas. La diferencia entre la oreja que consiguió, y las dos que podía haber obtenido, estuvo en que se puso muy encima, no perdió pasos y ahogó las embestidas. Con un poco más de sitio y dejando galopar al toro, podría haber cuajado dos extraordinarias faenas. Pero la bisoñez tiene estas cosas: no daba sitio a los toros porque es muy nuevo y aun le quedan por aprender ciertos rudimentos del oficio que debe asimilar. Pero estuvo con muchas ganas y mucha entrega, y fue merecida la oreja cortada en cada toro.
Bueno, pues esto fue la corrida de la reaparición de José Tomás en Valencia, dejando aparte forofismos, exageraciones y despropósitos.

viernes, 22 de julio de 2011

22 de Julio de 2011: CARTEL REDONDO EN VALENCIA

VICTORIAS FRUSTRADAS


Se colgó ayer en la plaza de Valencia el letrero de “No hay billetes”. Se anunciaba el cartel más redondo de todo el verano y el lleno fue espontáneo, natural, sin triunfalismos ni propagandas forzadas. Simplemente, el cartel era redondo. Y desde hace tiempo los carteles redondos no son habituales. Los empresarios suelen usar la táctica de poner en cada festejo un torero bueno, uno regular y el tercero malo. Así que cuando aparecen tres primeras figuras en el mismo cartel, se recibe con expectación. Lo que antes era corriente, se ha hecho excepcional. Los empresarios antes se esforzaban por elaborar carteles lo más atractivos posible. Los de ahora a lo que juegan es a ganar mucho dinero con malos carteles, amparados en el chantaje de los abonos obligatorios y otras milongas por el estilo.
Y la expectación no fue defraudada, eso que los toros de Garcigrande fueron bastante peores de lo que cabía esperar de esta ganadería, que en esta temporada está resultando muy buena y sus toros están embistiendo mucho. Los de ayer de Valencia salieron mansos y descastados. Pero la terna los entendió y los toreó muy bien. Y si no fue una tarde triunfal, fue por el desacierto con los aceros, que frustraron las victorias de Enrique Ponce y del Juli. Los tres toreros estuvieron muy por encima de los toros.
Y de los toros hay que decir que los de la segunda parte del festejo fueron toros serios y dignos. Pero los lidiados en los tres primeros lugares, eran impresentables. El primero, en lugar de pitones, tenía dos brochas que hacían daño a la vista. El segundo era un novillete, y el tercero un becerro. Tres raspas impropias de una plaza de primera. ¿Quién tiene la culpa?
Pues en primer lugar el empresario. Muy imaginativo y soñador, pero que no se gasta un duro en la materia prima. Después unos matadores que, por una mal entendida comodidad, toleran esta clase de becerros. Y, por fin, los veterinarios y el Presidente, que no los echan para atrás.
La corrida, pues de Garcigrande no brilló por casta y bravura. Pero se topó con una terna que la toreó muy bien y le hizo unos honores que los toros no merecían. Enrique Pone se encontró en primer lugar con un toro descastado y topón que siempre se salía suelto. Ponce estuvo muy suficiente y muy por encima del manso.
En el cuarto toro Ponce nos ofreció una grandiosa faena, la faena de la tarde. Comenzó con unos doblones torerísimos. Pasó luego a una fase de asentamiento para que el toro aprendiera a embestir bien y tirase hacia delante. Cosa nada fácil, porque el toro, a pesar de su nobleza, tendía a pararse y a puntear en el último tramo del muletazo, por lo que hubo algún enganchón inoportuno. Pero mientras que las faenas de los demás van de más a menos, las de Ponce van de menos a más y, después, a mucho más. Una vez metido totalmente el toro en la muleta, un final extraordinario: una serie con la mano derecha, con los riñones completamente encajados, muy natural y muy vertical; unas dosantinas, unos pases circulares, tersísimos y larguísimos, que pusieron de pie a la plaza; y, de postre, las poncinas...
En ese momento tenía las dos orejas cortadas, pero todo lo echó a rodar con la espada. Primero por su manía de perfilarse muy lejos. Siempre se ha dicho que hay que matar en corto y por derecho y en el mismo sitio en que se había dejado de torear al toro. Ponce pincha muchos toros por arrancar desde tan lejos. Fue el caso de ayer: un pinchazo, una media estocada muy trasera, dos avisos... Saludos desde el tercio cuando podía haber cortado las dos orejas.
El Juli se enfrentó con dos mansos a los que dio una lidia perfecta. Su primero iba y venía sin ninguna convicción y, por el pintón izquierdo, gazapeaba y probaba mucho. El Juli estuvo muy firme, muy decidido y lo cuajó, sobre todo con la mano derecha, en dos series, la segunda y la quinta, absolutamente extraordinarias. El final de la faena fue muy profundo, templado y poderoso. Una oreja le tenía cortada, pero pinchó antes de agarrar la estocada.
Lo mismo, más o menos, pasó con el quinto de la tarde. Era un toro muy manso que no se dejó picar, y que se paró del todo cuando se sintió podido por la muleta del Juli, tras una serie muy rotunda. Se puso muy cerca y asentado y le robó todos los muletazos que tenía. Se habla siempre de la clarividencia del Juli, pero apenas se menciona su valor. Y lo tiene en grado sumo, como lo demostró ayer con este toro, muy probón y que se quedaba muy corto. Casi nadie vio las carencias del toro porque El Juli con su firmeza lo tapó todo.
Lamentablemente volvió a pinchar. Dos pinchazos y dos golpes de verduguillo, y otra oreja que se esfumó. Una pena, porque El Juli lleva una racha triunfal que por la espada no pudo continuó ayer.
El tercer espada del cartel era José María Manzanares. Le correspondió en primer lugar un toro muy protestado, protestas absolutamente justificadas. Era un chivo indigno de una plaza de primera. Pero el chivo fue un manso en el caballo que luego en la muleta tuvo mucho que torear. Tenía buenas cualidades, como la prontitud y la repetición. Pero también los defectos de ir siempre con la cara suelta y no tener clase alguna. Manzanares hizo una faena entusiasta con mucho toreo sobre la mano izquierda, pero los mejores muletazos salieron de la mano diestra. Hubo desigualdad con muletazos mejores y muletazos peores, pero es que no era nada fácil encauzar una embestida tan brusca y con la cara tan alta. Un pinchazo, una estocada baja y cortó una oreja.
Manzanares estuvo mucho mejor en el sexto (al que Juan José Trujillo banderilleó con gran clasicismo y pureza). Era manso como todos sus hermanos, pero en la muleta tuvo su nobleza aunque a veces quería irse a las tablas. Manzanares planteó la faena fundamentalmente con la mano izquierda, y demostró que va avanzando por momentos.
Está claro que quiere torear tan bien con la zurda como con la diestra, y día a día lo va consiguiendo. A este toro lo toreó muy bien con la izquierda y muy despacio, con mucho reposo. Consiguió que un toro con mucha querencia hacia los adentros, no se fuera a las tablas. Solo ya al final de la faena, cuando se rajó el toro completamente, se fue a la querencia. Faena torera, templada y muy medida y con buen toreo con la izquierda. Quizá no tuvo el arrebato que ha hecho famoso a Manzanares, pero esta nueva faceta, más sosegada y vertical, también es estimable.
Entró a matar con el toro muy rajado y pegado a las tablas. Estocada baja y una oreja. Ciertamente Manzanares estuvo francamente bien, sobre todo con el sexto, pero las estocadas quedaron muy bajas, y en una plaza de primera, al conceder las orejas, ha de tenerse en cuenta la colocación de la estocada.
A los dos toros Manzanares los mató a recibir. A mí me da miedo. Creo que está prodigando en exceso tan arriesgada suerte, con lo que, por un lado, consigue devaluarla y, por otro, está asumiendo riesgos muy altos. Esta suerte debe reservarse para toros prontos y de embestida muy clara, no para toros reservones que pueden dar un arreón en cualquier momento y llevarse una pierna por delante. Debería, pues reservar el estoconazo recibiendo para los toros que lo merecieran... Pero la impresión general que dejó Manzanares fue muy buena y no desmereció de la maestría de esos dos grandiosos toreros que son Enrique Ponce y El Juli, que vieron frustradas sus victorias por pinchar a los toros.
Por cierto, a lo largo de toda la tarde desde las localidades altas de la plaza se estuvo hostigando a los toreros y exigiéndoles con mucho rigor. Muy bien, pero espero que hoy tengan exactamente la misma actitud

jueves, 14 de julio de 2011

14 de Julio de 2011: Última corrida de San Fermín

FAENÓN DEL JULI

La tarde iba cuesta abajo, camino del precipicio. Hasta que salió el quinto toro de la tarde, al que El Juli hizo un faenón que salvó el último festejo del San Fermín 2011. El Juli ha llegado a tal nivel, que solo compite consigo mismo. El martes ya había hecho lo mejor de la feria hasta entonces, pero con este quinto toro de ayer se superó a sí mismo. Un faenón inconmensurable, y no con un toro fácil y con clase, sino con uno de embestida frenada y que nunca humilló. A pesar de lo cual, ni un enganchón y el toreo fluyó terso y templado.
El Juli es, ante todo, un torero muy valiente. Esto le permite asentarse, esperar a los toros y llevarlos muy despacio, y ese valor le permite pensar serenamente en la cara del toro. La faena fue perfecta. Después de picarlo muy poco y de lidiarlo muy bien, midió muy bien la altura adecuada, sin obligar en exceso al toro para que no protestara, pero sin aliviarse para que el toro no se creciera y se saliera suelto. La altura fue, pues la perfecta. Y la dimensión del muletazo también: ni tan largo que el toro se rajara, ni tan corto que el toro se rebotara. Todo, pues, perfecto, todo al ralentí. En manos de cualquier otro la faena a este toro hubiera sido una sucesión de frenazos y enganchones. Pero con El Juli no.
Una primera parte de toreo clásico sobre las dos manos, y una segunda de arrimón estilo Ojeda, en la que, a un toro ya vencido, lo hizo describir los círculos y las parábolas que le vinieron en gana. Una lástima la estocada trasera. A pesar de ella fue el faenón de la Feria. Dos orejas, que sumadas a las tres del martes, son cinco. En el San Fermín de la cagalera, en el que todas las figuras se han cagado y no han querido comparecer, El Juli ha obtenido dos triunfos apoteósicos que lo ponen por delante de todos los demás.
Repito: El Juli estuvo sensacional en una faena llena de valor, de técnica y de despaciosidad. Es imposible torear más despacio y más profundo a un toro remiso y que embiste a media altura.
Del resto de la corrida poco que contar. Juan Mora lidió en primer lugar un toro paradito y que embestía con la cara a media altura. En cuarto lugar salió un toro muy basto y muy feo. Al torearlo con el capote, por esa manía que tiene Juan Mora de componer la figura sin llevar toreado al toro, le propinó una cornada en el escroto. El toro había sido bravo en el caballo, le pegaron mucho, y Juan Mora planteó la faena de muleta habitual en él, basada en la búsqueda de la estética y no en el mando sobre la embestida. Había que llevar al toro sometido y hasta el final, pero Mora lo dejó a su aire y cortaba el muletazo echándose el toro al culo. Y en una serie de naturales, al dejar al toro muy en corto y no llevarlo toreado, lo prendió y le atizó un cornalón. Así que El Juli hubo de acabar con el toro.
Tampoco la tarde de Castella fue para tirar cohetes. Tuvo en primer lugar un toro de comportamiento muy raro, que tan pronto embestía como se defendía, como se quería rajar. Con un toro tan desconcertante es imposible hacer faena.
El sexto era un toro sin clase, pero se dejaba torear. Castella nos obsequió con una faena de las que suele hacer últimamente: una faena larguísima, llena de enganchones, de un toreo incoloro inodoro e insípido.
Y hay que hablar de la corrida de Cuvillo. La presentación fue inaceptable en esta Feria. Se trataba de una escalera con algún toro muy basto y algunos muy chicos. Lo mismo hay que decir de las corridas del Pilar y de Victoriano del Río. Y es que no se pueden vestir tantos santos a la vez. No se puede comparecer en todas las ferias importantes el mismo año, por muy caros que se vendan los toros.
Es imposible tener en una camada tantos toros para plazas de primera. Así que lo que hacen es repartirlos: dos toros para Bilbao, dos para Pamplona, dos para Madrid... Está claro que lo que deberían hacer es lidiar los seis toros serios en una misma plaza y corrida, y esperar a años sucesivos para comparecer en las otras plazas.
Las tres últimas corridas de esta Feria del Toro han sido escaleras impropias de la plaza de Pamplona. Y también han decepcionado en el juego, especialmente la de ayer de Núñez del Cuvillo, que tuvo, además, un comportamiento muy raro. El primero del Juli, por ejemplo, se echó y hubo que apuntillarlo, y ya he apuntado lo extraño del comportamiento del primero de Castella. Habría que examinar las vísceras de esos dos toros al menos.
Y, visto lo visto, de cara al año que viene la Casa de Misericordia haría bien en programar casi todas las corridas como toristas, dejando solamente un par de corridas amables. Ya que las figuras no quieren venir, que por lo menos que haya toro , mucho toro... Y El Juli, por supuesto.

miércoles, 13 de julio de 2011

Novena de la Feria del Toro: 13 de Julio de 2011. Toros del Pilar

ABURRIMIENTO TOTAL

Si El Pilar lidió este año en Sevilla una de las mejores corridas de la temporada, ayer en Pamplona decepcionó con una corrida totalmente falta de casta y bravura. Una corrida francamente mala que deparó un aburrimiento que pesó como el plomo. Los días van pasando y en el cuerpo se van notando las comilonas, las copas, los trasnoches. Si a esto se añade una corrida tan plúmblea como la del Pilar, se comprenderá que todo el mundo estaba deseando que acabara de una vez tan anodino festejo. Y encima hacía frío...
El primer espada de la tarde era Manuel Jesús El Cid. Se encontró en primer lugar con un manso de solemnidad que se salió escupido y rebotado de sus tres encuentros con el caballo, y solo huía hacia la querencia. El Cid no supo muy bien cómo meterle mano y le costó un triunfo dejarle el acero. Una lidia desgraciada para El Cid que, además, fue prendido y revolcado por el toro. Y volvemos a lo de siempre: cuando sale un toro manso de solemnidad, ya nadie sabe cómo machetearlo y reducirlo, y todo acaba siendo la escenificación de la impotencia de un torero que no sabe por donde meter mano al buey.
El otro toro del Cid mostró muchísima clase en el capote, pero le dieron de lo lindo en el caballo, por lo que llegó a la muleta muy agotado. El Cid no echó nunca la muleta al hocico, ni se puso delante del toro una sola vez. La tarde del Cid, pues, fue una tarde completamente nula.
Tampoco El Fandi anduvo fino. Con las banderillas mejor en su primero que en su segundo, al que banderilleó a toro pasado totalmente. El lote fue muy rajado y venido a menos para la muleta. El Fandi estuvo correcto, pero también rápido e insípido.
Quien mejor estuvo ayer fue el más nuevo: Daniel Luque. Toreó con mucha limpieza a un tercer toro que no quería embestir, a pesar de lo cual fue capaz de llevarlo con suavidad y sin tropezar los engaños. Tras una estocada trasera, saludó desde el tercio.
Y también bien en el sexto, un manso con genio al que fue capaz de meter en la muleta y sacarle muchos muletazos limpios. Pero la faena tuvo un defecto fundamental: el empeño de alargarla innecesariamente, y querer terminar en plan ojedista muy cerca del toro, cuando el toro, debido a su genio, no admitía a nadie en sus cercanías. Pinchazo, estocada trasera , el toro que se echa y oreja que se esfuma.
Daniel Luque decepcionó a algunos porque, siendo aun muy nuevo, le echaron encima de los hombros una responsabilidad inasumible para un torero tan novel como él entonces. Pero poco a poco se va reponiendo y demostrando mucho oficio. Y demostrando también capacidad para estar por encima de toros tan deslucidos como los de ayer de Pamplona.
Hasta hace poco en Pamplona no había corridas aburridas porque, si no sucedía nada en el ruedo, siempre ocurría algo vistoso en los tendidos de sol. Pero las cosas están cambiando, ya no son así. Las Peñas se han vuelto monótonas y aburridas (lo que ha tenido un aspecto positivo: ya no se corean consignas políticas del todo impresentables). Pero las Peñas han perdido el ingenio que antaño tuvieron. Los peñistas son casi todos padres de familia, calvetes y con tripita, y ya no están para muchos trotes, para muchos saltos ni para muchas voces. Y hasta tal punto esto es así, que hasta se oyen los pasodobles de la Pamplonesa, que antes era imposible escuchar.
Poco a poco la plaza de Pamplona se va homologando con las demás plazas. En este momento no acierto a determinar si es bueno o es malo, pero cualquier observador imparcial de los Sanfermines estará de acuerdo conmigo en que las Peñas cada vez son más sosas y tienen menos ingenio y personalidad. Ahora se limitan simplemente a cantar un repertorio mil veces repetido que no sorprende a nadie.

martes, 12 de julio de 2011

Octava de la Feria del Toro en Pamplona: 12 de Junio de 2011

TRAS LOS PASOS DE JOSELITO EL GALLO


El Juli ejerce su condición de figura del toreo como lo hiciera el inolvidable Joselito El Gallo: no rehuye ninguna plaza por dura que sea, se enfrenta a toros serios de verdad y torea con todos los rivales. Mientras el resto de las figuras quieren ejercer su condición al estilo de Galapagar: rehuyen las plazas duras y solo van a las facilonas; no quieren ver ni en pintura al toro de verdad; prefieren por delante a un torero acabado y a un novato inofensivo por detrás... Si en tiempos de Joselito El Gallo hubiera existido la televisión, estoy seguro de que el gran José no la hubiera rehuido, como tampoco la rehuye el Juli. Mientras que en Galapagar temen a la televisión como al demonio, porque en la pequeña pantalla los trallazos y los enganchones no hay quien los tape.
El torero auténticamente ejemplar de la tauromaquia de hoy en día es Julián López. En una feria de Pamplona en que las figuras han dado la espantá general, el único que ha estado a la altura de las circunstancias ha sido El Juli. Así es como se demuestra la categoría de figura del toreo. Y ayer volvió a demostrarla. Ayer volvió a dejar clara su gran categoría de torero. Estuvo sensacional en todo lo que hizo, y marcó una gran diferencia con los demás toreros que han comparecido en la feria (y, por omisión, marcó también una gran diferencia con los que no han comparecido en esta Feria del Toro). El Juli es el mejor, y por sus obras, por sus hechos, es quien merece mandar en el toreo.
El Juli cortó tres orejas ayer en Pamplona: una a su primero y dos a su segundo. Yo hubiera preferido dos en su primero y una en su segundo, pero en este caso el orden de los factores no altera el resultado. Su primero fue un toro de Toros de Cortés muy Lisardo: mansurrón en el caballo y que no quería entrar a la muleta. Embestía molesto, rebrincado y buscando la huída. El Juli lo metió en esa muleta imán que maneja, y el toro se vió obligado a seguir y seguir y seguir el trapo rojo. No dejó ver al toro más horizonte que la muleta, y construyó una gran faena, muy poderosa, muy limpia y llena de muletazos largos y mandones. Una gran faena, pues, a un toro que, en otras manos, solo hubiera dado una sucesión de enganchones y de carreras, y no hubiera lucido absolutamente nada. Pero El Juli hizo embestir a un mulo, con la muleta por delante y sangre fría para llevar al toro despacio, pero sin que tocase el engaño. Un estoconazo hasta las péndolas, tirándose muy derecho, y el premio rácano de una oreja.
El quinto de la tarde, otro toro de sangre Lisardo, tenía mucha calidad, pero fue a menos. Hay que tener en cuenta que la muleta del Juli es demoledora y hace que los toros duren poco de tanto como los somete. Buena faena también, especialmente el final con la mano derecha en que hubo mucho mando y profundidad. Tras una estocada desprendida, dos orejas... Y el que venga detrás que arree. Así se ejerce de figura del toreo.
Otra oreja cortó Miguel Ángel Perera a un toro de Victoriano del Río que fue muy bien lidiado. El toro era bueno, pero duró poco. Dos buenas series de naturales y una estocada desprendida. Una oreja. Pocas opciones tuvo con el sexto, un toro muy serio y de muy buena condición, pero muy flojo y de poca fuerza. Resultaba difícil embarcar al toro sin que se cayera y, mediada la faena, se rajó.
Abría el cartel Curro Díaz. Con el bonancible primero estuvo más pausado y cadencioso de lo que en él es habitual. El toro tenía mucha nobleza, pero le costaba repetir las embestidas. Curro Díaz estuvo correcto y, como digo, lo trasteó más despacio de lo que él acostumbra. Un pinchazo y una estocada y saludos desde el tercio.
El cuarto no tuvo ninguna clase. Un toro que embestía con la cara arriba y punteando los engaños. Pero si comparamos este cuarto con el segundo no encontramos mucha diferencia entre ellos. Pero fíjense ustedes en lo que sacó El Juli del segundo y en lo que sacó Curro Díaz del cuarto: El Juli sacó petróleo mientras Curro Díaz apenas sacó nada...
Y es que El Juli es un superdotado, no solo por esas cualidades demostradas desde niño, sino también por su gran sentido de la responsabilidad profesional y su gran ambición. Ya lo dijo Joselito el Gallo: “Quien manda en el toro, manda en el toreo”. Lo demás son cuentos y novelas de malos aficionados y revisteros calenturientos.

lunes, 11 de julio de 2011

Lunes, 11 de Julio de 2011: Séptima de la Feria del Toro. Los Fuente Ymbros

FANDIÑO, EL MÁS VALIENTE


La muy bien presentada corrida de Fuente Ymbro hubiera sido sensacional con un poco más de fuerza. Casi todos los Fuente Ymbros derrocharon buen estilo y nobleza. Una lástima que anduvieran tan justos de fuerza. Con algo más de empuje hubieran sido unos toros excelentes. Debo destacar por su grandísima clase y calidad al segundo de la tarde, pero el lote de Antonio Ferrera tuvo también un gran son y una clarísima embestida. Una lástima, repito, lo del poco motor. Y me sorprende en una ganadería como Fuente Ymbro, que suele estar siempre muy bien de gasolina.
El único que tiene motivos de queja es Iván Fandiño, que hubo de pechar con el único lote complicado del festejo. Pero no le importó. Está en un momento extraordinario y le vale casi cualquier toro para triunfar. Es, además, el diestro más valiente del momento. Nadie se pasa tan cerca los toros ni se queda tan quieto. Llegó dispuesto a triunfar a costa de lo que fuera.
Iván Fandiño recibió a su primero con unas gaoneras en los medios, y luego hizo la faena de más mérito en lo que llevamos de feria. Era un toro con mucho genio que nunca se entregó. Embestía violento y punteando. Pero, a pesar de estas dificultades, Fandiño acabó toreándolo muy bien y con mucha limpieza, cosa realmente difícil por las características del toro. Fueron mucho mejores los muletazos que la embestida del toro.
Pero no solo es un torero de valor. Fandiño es también un torero de buena clase, de buen concepto y de buen gusto. Así que, además de pasarse al toro muy cerca, los muletazos tuvieron buena factura y buena expresión. Aguantó estoicamente la brusquedad del toro. Una buena faena pues. Una faena de torero valiente y artista a la vez. La estocada de por sí mereció la oreja: se tiró muy derecho y el acero quedó en todo lo alto. Sin duda se trata de la oreja de más mérito y de más peso de toda la feria.
En sexto lugar salió un toro muy manso y rajado, que buscaba la huida constantemente. Pero Fandiño se quedó muy quieto y logró en la querencia de toriles una serie con la mano derecha de excelente factura y, sobre todo, de gran lentitud. Toreó al ralentí, muy despacio. En una plaza como la de Sevilla o la de Madrid, el público se hubiera levantado de su asiento. En Pamplona creo que no se enteró casi nadie, pues las Peñas coreaban el “Volver, volver, volver...”, y el público de sombra, en su mayoría, además de ignorante, es autista. Pero Fandiño estuvo muy bien con este sexto de la tarde. Tras un volteretón cuando daba unas manoletinas, no anduvo fino con la espada: primero un metisaca, luego un pinchazo y una estocada. Pero Fandiño ha dejado en esta Feria del Toro una excelente impresión, de torero valiente y de torero de clase. Ahora mismo es uno de los diestros más interesantes y que en mejor momento se encuentra.
Me gustó mucho también la actuación de César Jiménez. Prefiero ver mil veces a César Jiménez que a casi todas las medianías que frecuentan las ferias. César Jiménez es un torero inteligente que sabe dar a cada toro su lidia, y esta cualidad yo la valoro mucho.
Se encontró en primer lugar con el excelente segundo de la tarde, un precioso toro que embestía con mucha calidad y alegría. Pero tenía el defecto de la poca fuerza, defecto que se acrecienta cuando el toro por su bravura quiere acometer constantemente, porque pierde muchas más veces las manos. Y este era el problema: era muy difícil templar una embestida rápida y débil a la vez. Pero César Jiménez, a pesar de ello, dio muletazos muy buenos, muy largos y fue una pena que la estocada cayera tan baja. Me hubiera gustado ver a este toro con un poco más de fuerza, porque la calidad del animal era excepcional.
Pero creo que lo mejor de César Jiménez se dio en el quinto toro de la tarde. Tenía cierta violencia y tendía a puntear los engaños, pero lo toreó con mucha limpieza y apenas hubo enganchones, cosa muy difícil cuando un toro es brusco. Jiménez fue capaz de llevarlo muy largo y con mucha tersura. Destacaron dos excelentes series con la mano izquierda. El toro, que al principio embestía brusco, acabó embistiendo con dulzura y suavidad, gracias a las templadísimas manos del torero. Es que el temple da fuerza al toro que no la tiene y se la quita al que la tiene. Es uno de los grandes secretos del toreo, y César Jiménez lo conoce. Terminó toreando al toro muy bien y la faena fue de menos a más. Una faena modelo de inteligencia.
La estocada esta vez fue mejor y cortó una oreja de mucho peso. Las dos orejas de ayer son las más justificadas de lo que va de feria.
Quien no me gustó absolutamente nada fue Antonio Ferrera. La Casa de Misericordia tiene muy buenas cualidades, pero también algún defecto. Uno de ellos es que es demasiado fiel a ciertos toreros. La última vez que Ferrera estuvo bien en los Sanfermines, fue en 2006. Tras ello lo han puesto todos los años, y todos los años ha estado mal. A pesar de ello siguen poniendolo. Después de lo de ayer no debería volver más.
Porque el lote de Ferrera fue un lote muy bueno, con el defecto quizá de la justeza de fuerza. Tanto el primero como el cuarto tuvieron una gran calidad. Ferrera dio muletazos largos y limpios, pero estuvo siempre tan fuera de cacho que no podía haber ningún mérito. Y tiene la manía de perder pasos constantemente y no ligar dos muletazos seguidos. Ferrera es el clásico torero en el ocaso que utiliza el oficio para defenderse del toro, no para torearlo. Y tampoco es un dechado de clase. Ayer estuvo mal: ni siquiera brilló con los palos.
Y esta tarde viene El Juli, única figura con la vergüenza necesaria para comparecer dos tardes en Pamplona. Habrá que estar muy atento a su actuación, porque digan lo que digan, quien verdaderamente manda en el toreo del presente, es Julián López.

domingo, 10 de julio de 2011

10 de Julio de 2011 en Pamplona. La 6ª de la Feria del Toro: Toros de Miura

MIURAS ANODINOS

Dado que delante de la corrida de Miura no puede ponerse a cualquiera, la Casa de Misericordia optó por lo seguro. Anunció a los dos más habituales con esta ganadería, Padilla y Rafaelillo y, como novedad, a un torero de valor contrastado: Serafín Marín. Y es que con los Miura nunca se sabe, por lo que ante ellos ha de estar un auténtico profesional. Pero esta vez la corrida de Miura resultó de lo más anodino y vulgar. Ni buena ni mala, ni fu ni fa, ni chicha ni limoná. Hace ya tiempo que no sale un Miura de aquellos bravísimos, de los de bandera. Pero tampoco salen los tremendos barrabases, que llenaban el ruedo de pánico y el tendido de emoción.
Esto es lo peor que le puede pasar a la ganadería de Miura: la vulgaridad. Cuando las ganaderías duras salen verdaderamente duras, mantienen su cartel e, incluso, lo acrecientan. Pero cuando salen sosas y con poca raza, como la de Miura de ayer, lo que va a suceder es la desmitificación de estos hierros.
La corrida era imponente, pero no tanto como en otras ocasiones en Pamplona (se nota que Miura va este año a la Feria de Bilbao). Con el caballo cumplieron bien. No hubo ningún toro manso. Pero en la muleta dieron un juego muy soso y muy quedado. Una corrida cualquiera.
Juan José Padilla estuvo bien con el capote, especialmente acertado en un quite por navarras y otro por faroles invertidos. Banderilleó con facultades, pero con la pañosa estuvo menos fino. Su primero fue un toro muy quedado por la poca fuerza y la poca raza, y Padilla lo sacó los pocos muletazos que tenía.
El cuarto de la tarde fue el único toro que daba alguna opción, pero Padilla no estuvo fino con él. El toro que, por hechuras, más que un Miura parecía un Pablo Romero, tuvo cierta nobleza y se dejó en el último tercio. Pero Padilla no se dio cuenta de esta circunstancia. Muy consciente de que estaba enfrente de una corrida de Miura, lo toreó a la defensiva como si fuera un barrabás. Pero el toro no lo era. Solo era sosito y noble, y se dejaba torear.
Lo mejor de la actuación de Padilla con este toro fue una buena estocada entrando derecho. Hubo petición de oreja que no fue atendida por el Palco. Y muy bien hecho. Después de la tómbola del año pasado, perece que la seriedad y el rigor están volviendo al Palco de Pamplona. Este año se está haciendo francamente bien y todavía no se ha producido ningún dispendio. Las orejas que se han concedido han estado justificadas, y así debe seguir.
Es cierto que Pamplona es una plaza muy especial, con un público muy dadivoso. Pero, considerando la categoría de la Feria del Toro, la Presidencia no debe conceder orejas sin peso. Este año se está acertando. La contención desde la Presidencia es muy necesaria. A ver qué sucede en las corridas que quedan...
Los problemas de Rafaelillo empiezan cuando un toro humilla y repite. Pero cuando el toro se para y pega cabezazos, Rafaelillo es un hábil diestro, lo que le convierte en un torero válido para las corridas de Miura. Entiende bien a los Miuras. Ayer con un lote parado y que daba cabezazos, logró sacar muchos muletazos. No tuvieron calidad estética, porque Rafaelillo no es un torero de clase, pero hizo pasar muchas veces a los toros por ambos pitones. No estuvo del todo mal Rafaelillo. Mató bien a su primero, con una estocada de entrega, pero sufrió un auténtico calvario para despenar al precioso quinto...
Pero Rafaelillo ha salido de los Sanfermines con su cartel intacto y, tal como está el patio, es uno de los que no pueden faltar en las corridas duras. Pero yo sigo echando de menos una generación de toreros brillantes para corrida dura, como la de Ruiz Miguel, los Campuzano, Dámaso González y algunos otros. Los que más se acercan quizá sean el Fundi y Rafaelillo.
Serafín Marín toreaba por primera vez toros de Miura. Su lote no valió nada: toros parados que se defendían mucho y daban cabezazos. Con el tercero de la tarde Serafín Marín estuvo más decidido que con el colorado sexto, ante el que se le vio más desconfiado y más en movimiento. Pero el lote no era apto para el lucimiento.
Y poco más. Uno de los platos fuertes de la Feria del Toro resultó muy insípido, muy poco sabroso. Y a propósito de platos, ¿saben ustedes que en los Sanfermines se otorga un premio al toro más sabroso? Pues sí: unos cuantos gastrónomos pamploneses catan la carne de todos los toros que se lidian y, tras ardua deliberación, conceden un premio al que está más rico, rico... Vivir para ver.

sábado, 9 de julio de 2011

Quinta corrida de la Feria del Toro: 9 de Julio de 2011

ME GUSTAN LOS DOLORES


Me gustan mucho los toros de Dolores Aguirre. La razón es que ponen en evidencia a los malos toreros. Y aunque la prensa adicta al taurineo ponga a parir la corrida de ayer en Pamplona, a mí me encantan estos toros. En primer lugar por su gran trapío, y después por su comportamiento, incluida la mansedumbre.
En el primer tercio ponen a prueba la pericia del picador con sus arreones y sus huidas. En el segundo tercio ponen a prueba la pericia del lidiador a la hora de evitar capotazos, y el valor de los banderilleros, ya que es un toro que embiste con todo, fuerte y con galopadas durísimas. Y para la muleta todas las tardes salen dos o tres Dolores de gran categoría. Toros que van de menos a mucho más, y que acaban embistiendo con una gran clase y profundidad.
Ayer vimos en Pamplona dos ejemplos: el tercero y el quinto. Dos ejemplares que, a pesar de su comportamiento abanto en los primeros tercios, en el último mostraron una gran calidad. Dos toros muy importantes que se fueron sin torear.
El resto de la corrida también tuvo su interés. El primero, aunque muy huido, se dejó torear en la querencia. El cuarto fue un toro que no humilló, pero que tuvo su nobleza. Y el segundo duró poco, pero no fue malo. Solo un toro fue verdaderamente complicado en el último tercio: el sexto, un toro muy listo que se metía por dentro y que mostró, además, una gran dureza. Así pues, una corrida muy interesante de Dolores Aguirre, con dos auténticos premios gordos.
Y de los toreros ¿qué?. Empecemos por el primero de la terna, Salvador Cortés. En su primer toro cometió el error de mover mucho al toro en el último tercio, con un constante cambio de terrenos. Debería haber dejado al toro que fuera a la querencia de tendido seis, y haber planteado allí la faena porque, como buen Atanasio, en la querencia embestía bien. Tan es así que, durante el escaso tiempo que toreó en la querencia, logró Cortés lo único lucido de su trasteo, con una buena serie de naturales.
El cuarto no tuvo gran clase y siempre embistió con la cara arriba, pero era muy noble. La lidia de Salvador Cortés fue muy deslabazada: una sucesión de muletazos sin el menor sabor ni acople. Y el metraje del trasteo fue larguísimo.
Alberto Aguilar en su primer toro se quedó bastante quieto mientras embistió. Pero cuando el toro se paró y hubo que echar la muleta al hocico, no se atrevió a hacerlo. Y en segundo lugar le tocó el excelente quinto de la tarde, de nombre “Argelón”. Un toro castaño de imponente presencia y de una calidad excepcional en el último tercio. Sobre todo cuando embestía por el pitón izquierdo, con una embestida alegre, pronta, templada y larga. Con este toro Aguilar demostró su mediocridad. En todos los muletazos mandaba al toro al Congo Belga y no hubo quietud ninguna.
Cuando a un torero se le va un toro de tan excelentes cualidades, es como para plantearse el futuro. Al principio de la temporada parecía que Alberto Aguilar iba a ser un buen recambio para las corridas duras. Pero transcurridos cuatro meses desde el inicio de la temporada parece haber dilapidado su crédito. El castaño de Cuadri en Madrid ya lo había puesto en evidencia, pues no pudo dominar a aquel toro exigente y duro. Y el de ayer de Dolores Aguirre lo puso en evidencia como artista. Cuando toros como este “Argelón” se van sin torear, no cabe disculpa alguna.
Joselillo es tratado como un héroe por las Peñas de Pamplona. Se le anuncia todos los años con la corrida de Dolores Aguirre, y en ediciones pasadas consiguió triunfos agónicos envueltos en un par de revolcones. Ayer le cayó en suerte otro gran toro: el tercero de la tarde, de nombre “Langosta”. Un toro que siempre fue a más y, a pesar de blandear algo en el inicio de faena, terminó embistiendo de un modo excelente. Y tuvo una característica que siempre apreciaron los toreros en los toros este encaste: su capacidad de terminar la faena mucho mejor la empezaron. Según se les van dando muletazos, van embistiendo cada vez mejor.
El toro, pues, fue muy bueno y Joselillo estuvo muy voluntarioso con él. Se quedó quieto y los muletazos fluyeron ligados, pero hay mucha rapidez en su trasteo y se retuerce demasiado cuando quiere componer la figura. Una buena estocada le otorgó una oreja, pero debe quedar claro que el toro era de dos y Joselillo estuvo por debajo del toro.
En sexto lugar se lidió el único toro verdaderamente complicado en la muleta. Un toro al que apenas se picó debido a su mansedumbre y a la impaciencia de Joselillo. Llegó a la muleta metiéndose mucho y con sentido, siempre buscando al torero. Empezó animoso Joselillo, pero la faena se desinfló debido a que era necesaria mucha técnica para encauzar una embestida tan dificultosa. La faena se fue deshilachando y Joselillo terminó a la deriva, desbordado y sin lograr dominar a tan exigente toro. Un pinchazo y una estocada..., y una exagerada petición de oreja que, con muy buen criterio, el Palco no atendió.
Joselillo hace lo que puede, pone mucho entusiasmo. Pero es obvio que es un torero estancado que no evoluciona. Bastantes veces lo hemos visto ya desaprovechar toros muy buenos.
Pero quienes estuvieron francamente mal toda la tarde fueron las cuadrillas. Completamente a la deriva ante las embestidas duras de los toros de Dolores. Hubo auténticos petardos en el segundo tercio y espantás que hacía tiempo que no se veían. Por eso no los quieren (se está más a gusto con la tonta que sale ya de los corrales medio muerta), pero a mí los Dolores me siguen encantando. Son toros con todo lo que conlleva la palabra toro.

viernes, 8 de julio de 2011

Los Cebada Gago en Pamplona

DAVID MORA SIGUE CRECIENDO


Como mi amigo Jon Ander no se enteró de la corrida de ayer, pues ahora con mucho gusto voy a contársela yo. El motivo del despiste de Jon Ander no era otro que una vendedora de Cocacola, de belleza espectacular. Jon Ander estuvo más pendiente del ir y venir de la Cocacolera por las filas del tendido que de las evoluciones de la lidia.
Y, cuando en alguna ocasión, le llamé la atención sobre algún detalle de lo que acontecía en el ruedo, me contestaba: “Calla, tonto, que el espectáculo está aquí, en el tendido”. Y era cierto. Tenían que haberla visto: de un pantalocito mínimo surgían dos piernas perfectamente torneadas; unos ojos negros y una sonrisa que arrebataban. Perfecta belleza, lozana y celestial. Y Jon Ander, claro, no se enteró de nada de lo acontecido en el ruedo.
Lo verdad es que yo tampoco me enteré demasiado, pero haré un esfuerzo, a ver si consigo un comentario medianamente coherente...
El protagonista de la corrida fue sin duda David Mora. Continua la progresión que apuntó en Madrid las dos tardes que ha actuado en la Monumental de las Ventas. Ciertamente le correspondió lo mejor de una deslucida corrida de Cebada Gago, pero lo supo aprovechar. Vistoso y variado con el capote, muy dispuesto durante toda la tarde, muy valiente, muy quieto. David Mora ya tiene el rodaje necesario para sacar partido a muchos toros, y ya empieza a pensar delante de la cara del toro. Ya no se amontona como antes.
Esa claridad de ideas la demostró con el toro colorao lidiado en tercer lugar. Un toro noble, pero al que no había que atosigar, había que darle su tiempo y su sitio. Y así lo hizo David Mora, que estructuró bien la faena, citando a distancia y llevando al toro con temple y despaciosidad. La faena fue bonita, con muchos muletazos de gran clase. Si no llegó más al tendido fue porque el toro, dentro de su nobleza, era muy soso. Lo mató de una aceptable estocada. Por faenas mucho menos buenas hemos visto cortar orejas en Pamplona.
También con el sexto estuvo muy bien David Mora. Fue el toro de más calidad del festejo, y lo toreó muy despacio y muy por abajo. Destacó sobremanera una serie con la derecha al final de la faena. Se fue a matar muy derecho, el toro lo esperó con la cara arriba y le dio un buen susto. Sin amilanarse, al segundo intento propinó una buena estocada que le valió una merecida oreja.
Cuando estaba concluyendo la lidia del sexto, ya a punto de doblar el toro, ocurrió algo totalmente inaceptable y reprobable. La agonía del toro estaba siendo larga, amorcillado en las tablas de sol, cuando esos bárbaros de los tendidos de sol comenzaron a arrojar a David Mora y su cuadrilla toda clase de objetos: restos de comida, latas de cerveza, tapaderas de cacerolas... Un espectáculo bochornoso cuya autoría debería ser investigada, y en su caso castigada, por la autoridad. Es gravísimo lanzar a los actuantes cualquier clase de objetos, y más si pueden causar heridas.
Es curioso que el público actual no soporta las largas agonías de los toros. Antiguamente, cuando un toro se resistía a caer, la gente aplaudía porque era un signo de casta y de clase. Pero ahora no. La pésima afición del nuevo público no lo comprende. Pero no puede consentirse la agresión al torero con objetos contundentes. Debería intervenir la Policía Foral.
Pero al margen de esto, repito que David Mora estuvo muy bien toda la tarde y mostró su progresión hacia arriba. En cada nueva corrida que se le ve, se le nota más asentado, con las ideas más claras y, en definitiva, mejor. El secreto está en el valor: Cuando hay valor, el torero puede evolucionar a mejor. Si no hay valor, los toreros se estancan y se vienen abajo. En sus principios David Mora sabía muy poco. Pero con constancia y afición y, sobre todo, con un gran valor, está aprendiendo, y ya está empezando a torear bien, largo y por abajo.
El resto de la corrida tiene poco que contar. Francisco Marco se encontró con un lote de Cebada Gago muy serio y astifino, pero muy deslucido. Dos toros muy venidos abajo que no embistieron apenas nada. Y apenas nada pudo hacer Francisco Marco.
El toro más complicado de la corrida fue, sin duda, el segundo de la tarde. Morenito de Aranda estuvo con él muy dubitativo y no se quedó quieto nunca. El toro se quedaba muy corto y tenía sentido, pero Morenito volvió a evidenciar su falta de valor.
Pero el quinto de la tarde sí pudo ser aprovechado, sobre todo por un pitón izquierdo, con el que embestía con largura. Morenito mostró que tiene clase y buen concepto del toreo, pero volvió fallarle el corazón otra vez. No se quedó quieto y no hubo ligazón y, además, echó al toro demasiado fuera en todos los embroques. Se le fue una buena oportunidad.
Y por lo que respecta a los Cebada Gago, aparte de sus astifinas cabezas, es evidente que no están en su mejor momento. El aceptable lote que cayó en manos de David Mora, no tapa el juego de una corrida mansa y descastada de una ganadería que está en franca regresión...
Pero todas estas disquisiciones a Jon Ander le traen al fresco. Para él la corrida ha sido extraordinaria. Y, además, se puso morado de merendar... Pero morado y oro.

jueves, 7 de julio de 2011

¡YA ESTAMOS EN PAMPLONA, EN LA FERIA DEL TORO!

EL OASIS DE PAMPLONA


Después de estar ya harto de tantos toretes y torillos que se lidian por esas plazas de Dios, es un gozo recalar en Pamplona, en la Feria del Toro. Con el estruendoso ambiente característico, en Pamplona se lidia el toro más serio de la temporada. Las corridas en esta Feria del Toro son corridas de verdad. No tienen nada que ver con esas pantomimas que solemos presenciar en la mayoría de las plazas. Pamplona es un oasis y debe seguir fiel a sí misma. Y quien no tenga redaños para medirse con el toro de verdad, que no venga, que nadie lo va a echar de menos.
Vimos ayer un corridón de Torrestrella, en esencia y en potencia. Corrida espectacularmente presentada, de grandes arboladuras y astifinísimas defensas. Dentro de cierta desigualdad, todos los toros fueron muy serios. Destacaron el colorado tercero, por su impresionante trapío, y el excelente cuarto por su tremendo armamento. Una corrida que tuvo mucho, muchísimo, que torear.
En el caballo, más que bravos, fueron bravucones. Y en la muleta exigieron una enormidad. Y precisamente por lo exigentes que son estos toros de Torrestrella, las figuras del toreo hace tiempo ya que les han puesto la proa, por lo que ayer se contrató a una terna muy joven. Los tres evidenciaron que, a pesar de sus buenas intenciones, todavía no están preparados para triunfar con toros como estos.
Corrida con muchos matices en el último tercio y con un toro excelente: el cuarto, un auténtico premio gordo. Cayó en las manos de Rubén Pinar, que se llevó lo mejor del encierro de Torrestrella. El primero fue a menos y por el pitón izquierdo se defendía, pero por el derecho, mientras embistió, lo hizo con mucha prontitud y gran alegría. Pinar no lo toreó mal por ese pitón, con series limpias y ligadas, pero la faena fue a menos porque el propio toro fue a menos. Tras una estocada desprendida, dio una vuelta al ruedo.
El cuarto, como he dicho, fue excelente. Fue la vedette de la corrida. Y no solo por lo bonito que era (era terciado, pero tremendamente ofensivo por delante), sino también porque fue el que dio mejor juego. Fue el primer premio gordo de los Sanfermines. En la muleta tenía una inmensa calidad, sobre todo por el pitón izquierdo. Pero Rubén Pinar se empeñó en instrumentar la faena sobre ola mano derecha y solamente dio una serie con la zurda, mano con la que tendría que haber reventado al toro, ya que por este pitón el toro era de sensación. Una faena compuesta, templada, pero algo insípida y, como digo, casi sin toreo al natural. Tras una estocada ladeada, una orejita. Premio menor, ya que el toro era de dos orejas. Era el toro clásico que transporta al escalafón de las figuras.
Me había gustado mucho Esaú Fernández en su alternativa sevillana. Pero con los Torrestrellas de ayer me decepcionó. Y me decepcionó por dos motivos: uno, porque le costó mucho quedarse quieto. Y dos, porque en todos los embroques echó a los toros hacia afuera. Su primero tuvo temperamento. No era malo, pero punteaba al final del muletazo. Su segundo, sin ser un toro de gran calidad, se dejó torear sin presentar ningún problema. Los dos trasteos fueron muy parecidos, con muletazos hacia fuera y perdiendo pasos innecesariamente. En el sexto estuvo aún peor que en el tercero.
Tengo la impresión de que Esaú Fernández conoce muy bien el oficio porque ha toreado mucho en el campo. Y precisamente su justeza de valor la tapa con el oficio. Se le disculpa lo de ayer porque ha toreado muy pocas corridas de toros, pero pudo haber estado mejor.
Quien bailó con la más fea fue el mejicano Arturo Saldívar, a quien correspondió el lote menos bueno de Torrestrella. Al abrirse de capa en su primero, fue arrollado con una gran voltereta por el pitón derecho. Pero no se arredró y estuvo muy firme durante toda la lidia. El toro tenía lo suyo, siempre a la defensiva y con un pitón izquierdo muy violento. Por el derecho, a pesar del peligro desarrollado en los primeros tercios, fue algo mejor. Y por ahí fue por donde Saldívar logró sacar la serie más limpia.
El quinto fue un toro que no se entregó nunca, siempre con la cara por arriba. Saldívar de nuevo estuvo firme, pero evidenció poco oficio para acoplar la velocidad del animal. Había quietud, pero en ningún momento hubo sensación de acople.
Y aquí estamos tan ricamente en Pamplona, en la Feria del Toro, del auténtico toro. Y a las figuras que no están, nadie las espera ni se las va a echar de menos...