domingo, 26 de junio de 2011

COLABORACIONES AMIGAS: CRÓNICA DE BILBAO DEL 25 DE JUNIO DE 2011

"DEL ÁLAMO SE IMPONE POR SU BUENA CABEZA"
Por Fernando José Sánchez Vindel

FICHA: Bilbao, plaza de toros de Vista Alegre. Sábado 25 de Junio. Con tiempo muy caluroso y un quinto de plaza en los tendidos se celebró la inauguración de la temporada con una terciada novillada del ganadero bilbaíno José Cruz Iribarren para los novilleros Juan del Álamo (sangre de toro y oro), oreja, oreja y silencio; y Victor Barrio (azul marino y oro), saludos, oreja y saludos con alguna protesta. Tras el apartado fueron presentados los carteles de las próximas Corridas Generales.

CRÓNICA: "Desde hace tiempo se han venido produciendo encontronazos en forma de mano a mano entre el salmantino Juan del Álamo y el segoviano Victor Barrio, todos ellos en plazas de nula repercusión. Sólo los verdaderos aficionados estaban al corriente de lo que se dirimía ayer en una plaza de la categoría de Bilbao, donde estos escasean. El quinto de plaza (con la inestimable colaboración de la Junta y la casa Chopera que no han movido un dedo para que la gente de a pie se enterara de que se celebraba el festejo) deja bien a las claras que este mano a mano se tenía que haber producido en Madrid durante la feria de San Isidro. Y por cierto, con una novillada con cara, no como la de ayer.
Con un público en su mayoría ajeno a la guerra abierta, esta se desató desde el primer utrero de la tarde. No perdonaron un quite, destacando uno por faroles de Juan del Álamo replicado por unas hieráticas gaoneras de Barrio tragando paquete en el reservón segundo, o unos faroles invertidos y unas gallosinas del segoviano, o un intento de torear por tijerillas y cordobinas del salmantino, o un quite de Barrio al parado quinto rematado con un farol de rodillas... También hubo vistosos galleos, sobre todo con los dos novillos buenos de la tarde, de del Álamo en el primero y de Barrio en el cuarto, muy templado.
Los dos lotes estuvieron equitativamente repartidos: en ambos hubo un novillo bueno (1º y 4º), uno malo (5º y 6º). Y uno intermedio (2º y 3º). 5º y 6º fueron los más atacados de kilos y lo pagaron, pues la corrida careció de fondo y casta, y no estaba sobrada de fuerza. El quinto se paró enseguida y del Álamo apenas pudo sacarle algún muletazo de uno en uno, y el sexto, excesivamente castigado en varas, se acabó en una serie mandona por abajo de Barrio. El primero, el bueno de del Álamo, fue de una dulzura almibarada, la madre Teresa de Calcuta. El salmantino lo administró inteligentemente en series progresivamente más largas siempre de mando y mano baja, profundas y toreras. No le dejó el novillo lucirse por el lado izquierdo, pues se metía por dentro y reponía, pero una estocada desprendida le valió la primera oreja.
El bueno de Victor Barrio fue el cuarto, con tanta clase y nobleza como el primero, pero con algo más de viveza. El novillero de el Espinar comenzó a medio gas en la primera serie para ir atacándole más progresivamente, con un toreo de gran plasticidad y hondura, cosa difícil por su gran altura pero favorecida por la largura de sus brazos. La última serie de naturales fue soberbia. Pese a un primer pinchazo una posterior estocada le dio su único trofeo. El lote medio fue el que decantó la balanza.
Barrio se encontró con un segundo bruto y desclasado, que embestía con todo, aunque humillaba. El secreto era que no enganchara y perderle un paso sin quitarle la muleta de la cara. El segoviano no hizo ninguna de las dos cosas, y el trasteo resultó sucio, vulgar y encimista. Sin embargo del Álamo con un tercero descastado se las maravilló para que no se le escapara el triunfo. Si Barrio destaca por su valor seco (además de gran elegancia cuando se relaja con un toro), del Álamo añade, a cambio de la elegancia, su técnica prodigiosa y su cabeza.
El tercer utrero llegó rajadito a la muleta del salmantino, pero a base de no quitarle la pañosa de la cara y de no atacarle demasiado por abajo logró series templadas y pintureras, y cuando no hubo más novillo tiró de inspiración, con desplantes, bernadinas, muletazos de rodillas. Una estocada desprendida pero tirándose a ley le valió la segunda oreja de la tarde para su esportón. En definitiva, la sensación final que dejaron ambos es que pueden funcionar en esto del toro, pues ambos tienen lo fundamental: valor.
Y ahora hablemos de los pésimos carteles de este año que ayer fueron presentados. Buenas ganaderías, con la excepción de Miura, en horas bajas, que yo habría cambiado por una de la paisana Dolores Aguirre, cuya ausencia de los carteles de Bilbao en la última década está absolutamente injustificada.
Vayamos con los toreros: falta una mayor presencia de las figuras y los carteles más modestos están ocupados por toreros archivistos. Si los largos seriales de Sevilla y Madrid en primavera son la gran liga regular del toreo, las Corridas Generales de agosto son la Champions League, y este año nos hemos quedado en la UEFA. Además de Ponce, Juli y Manzanares, debían estar dos tardes Morante, Talavante y Perera. Es más, yo le habría dado al Juli tres tardes tras su apoteósica pasada temporada. Es inadmisible que sólo haya un cartel rematado en toda la feria.
Y en cuanto a los modestos estamos hartos de los Bolívar, Urdiales, Leandro, Serafín Marín, Tejela, y es un abuso que Padilla venga dos tardes. ¿Dónde están Pinar, Tendero, Esaú Fernández, Alberto Aguilar, o toreros de arte como Curro Díaz? Lo más lamentable es la decadencia al monetarismo y el intercambio de cromos: Tejela está porque Simón Casas pone a Hermoso en las plazas de Chopera, que también nos han colado a su poderdante Leandro. Y como son baratos, mejor que mejor. Me temo que Vista Alegre va a seguir los pasos del Athletic, que dejó de estar gobernado desinteresadamente por la burguesía de Neguri para pasar a manos plebeyas que sólo buscan el interés económico. El Ayuntamiento cada vez tiene más poder en la comisión taurina. Don Luis Díaz de Lezana no habría consentido esto. Que la virgen de Begoña nos pille confesados.

sábado, 25 de junio de 2011

LOS ESNOBS, NUEVO PÚBLICO TAURINO

LOS ESNOBS


esnob.
(Del ingl. snob).
1. com. Persona que imita con afectación las maneras, opiniones, etc., de aquellos a quienes considera distinguidos. U. t. c. adj.
(Del Diccionario de la Real Academia Española).

La clásica diferencia entre aficionados y público en general, ya no es válida. Hoy en día casi no quedan ya aficionados, ni tampoco público municipal y sencillo. Ahora todo lo ocupan los esnobs: estamos asistiendo a la invasión de los esnobs. Antes, el aficionado era el espectador de calidad, quien conocía el intríngulis del espectáculo taurino. El público en general, por su parte, era una masa de personas ingenuas y apasionadas que aplaudían incansables al torero.
La salud de la fiesta se basaba en el equilibrio entre ambos bandos. La masa, con su virginidad mental, aupaba al torero y lo hacía triunfar. Los aficionados, con su sabiduría y exigencia, eran el freno para que las cosas no se desmadrasen. En la tensión entre ambos bandos, se basaba la salud del espectáculo. El aplauso de la masa garantizaba los triunfos; la crítica del aficionado salvaguardaba la esencia de la fiesta.
La masa siempre ha sido partidaria de los toreros valientes y arrojados. Los aficionados, más críticos, tomaban partido por los toreros poderosos y de buena técnica. La masa quedaba deslumbrada por los heterodoxos; los ortodoxos contaban con el apoyo de los aficionados. La masa hizo de Juan Belmonte, Manolete y El Cordobés auténticos dioses en vida. Por su parte los aficionados del tiempo de Belmonte se decantaban por Joselito; los del tiempo de Manolete admiraban a Pepe Luis Vázquez, y los del tiempo del Cordobés se inclinaban por Antonio Ordóñez.
Hubo excepciones, claro, y alguna de ellas muy señalada. Pero en general los aficionados siempre se decantaron por los toreros clásicos y ortodoxos. Generalmente los aficionados se dieron cuenta de las aportaciones de los heterodoxos a toro pasado. Así fue siempre: una masa propiciando apoteosis y unos aficionados poniendo las cosas en su sitio... Y la fiesta estaba sana, con una salud basada en la interacción de ambos bandos.
Nada de esto existe ya. A partir de los años setenta y como consecuencia del muy profundo cambio de costumbres vivido por la sociedad española, la clásica distinción entre aficionados y público dejó de existir. Después de un intenso lavado de cerebro por parte de los medios de comunicación, de la televisión sobre todo, la masa abandonó las plazas de toros y se refugió en los campos de fútbol. El espectador sencillo, ingenuo y apasionado con los arrebatos de valor de los toreros, prácticamente desapareció. Y prácticamente, también, han desparecido los buenos aficionados. Se murieron y no tuvieron sustitutos. Los años setenta fueron años de plazas vacías, y cuando volvieron a llenarse por los años ochenta, fueron unos espectadores nuevos quienes las llenaron: los esnobs.
Estamos en la era de los esnobs y ya se han sucedido dos generaciones de espectadores esnob. La primera generación apareció en los tendidos de las plazas en los primeros años ochenta con la reaparición de Antoñete y el triunfo arrollador del Partido Socialista. Se trataba de gentes que durante los setenta habían sido muy progres y antituarinos. Descubrieron la fiesta de los toros exactamente en el mismo momento en que descubrían los trajes de alpaca y los restaurantes de cinco tenedores. Y se puso de moda entre la gente guay presumir de que sabía de toros.
Pero como no tenían ni idea, se metieron con calzador las crónicas que escribía Joaquín Vidal en El País. Y de ahí viene toda la sarta de sandeces y desatinos que se han oído en las plazas de toros en los últimos años. La contradicción insuperable entre el torismo de salón y el aprecio por Curro Romero y Rafael de Paula, tiene su origen aquí. La contradicción consiste en clamar por el toro más duro a la vez que se menosprecia a los toreros que son capaces de someterlo y matarlo dignamente; y, al mismo tiempo, poner los ojos en blanco con Curro y Paula, toreros incapaces de enfrentarse al toro que el torismo pregona. El absurdo total porque, además, se hicieron partidarios de Curro y Paula precisamente en el momento en que ya no podían hacer sus faenas geniales.
Esta primera generación de esnobs fue también muy partidaria de José Miguel Arroyo. Ya saben: alguien dijo que era muy puro, y todos quisieron presumir de exquisitos catadores y degustadores de la pureza. Pero todo esto no fue nada en comparación con el paso arrollador de la segunda generación de esnobs: la de la histeria por José Tomás.
Con este comentario sobre los esnobs no pretendo hacer una crítica del torero de Galapagar, a quien valoro en su justa medida (ni tampoco, claro, de los citados antes, a los que he admirado y admiro profundamente). Sé muy bien que entre los partidarios de José Tomás hay grandes aficionados conmovidos por esa combinación de clase y arrojo, que han hecho del de Galapagar un torero de gran interés. Pero son una minoría. La mayoría de los seguidores de José Tomás son una pandilla de esnobs que, hace cinco años, no habían visto una corrida de toros, y que, desde luego, el toreo de José Tomás en el fondo les importa un comino.
José Tomás es una excusa para fardar de poderío económico en el tendido y para presumir de que saben de lo que no saben. Es el torero de moda, banderín de enganche de un montón de horteras, que quieren presumir de entendidos y refinados, incluyendo en el grupo a un puñado de presuntos artistas e intelectuales, cuya obra es de una total mediocridad, comparada con la obra de los artistas e intelectuales que rodearon a Juan Belmonte o a Domingo Ortega. Tengo la impresión de que a José Tomás se le ha venido encima una movida que ni esperaba ni deseaba.
El esnobismo en el toreo lo veo íntimamente ligado al concepto sociológico de clase media. En la actualidad nadie quiere admitir que se es modesto. Nadie siente que pertenece a lo que se llamó la clase popular o trabajadora. Todos se apuntan a la clase media en un momento histórico en el que, precisamente, se está desmantelando dicha clase, mientras surge un nuevo proletariado con estudios universitarios. Así que, al igual que nadie admite que es humilde o de clase obrera, todo el mundo pretende presumir de cultura y gustos refinados, aun cuando no los tenga.
Y este es el caldo de cultivo de los esnobs. Aquél público ingenuo al que deslumbraban los desplantes valerosos, ya no existe. Ha sido reemplazado por una panda de melindres embaucados por el timo de la nueva cocina, que siguen las tendencias de los Semanarios estúpidos de los grandes periódicos, y que poseen un Audi, la nueva marca talismán de los idólatras de la presunción. Presumen de cultura y dinero, pero la realidad es que son víctimas de la LOGSE, que en sus cuentas predomina el color rojo y que hay facturas sin pagar... José Tomás pasaba por allí y lo hicieron su ídolo. ¡Vaya por Dios! Al igual que José y Juan fueron los toreros por excelencia de la época de Alfonso XIII, Manolete y El Cordobés fueron los dos grandes mitos del franquismo, a José Tomás le ha caído encima el dudoso honor de ser el torero de la era de Zapatero. Ya es mala suerte.
Pero ¿cómo son estos esnobs de ahora? Hagamos su retrato robot: es un varón (las señoras van a los toros a disfrutar del ambiente festivo y aplaudir a los toreros, que son muy valientes, muy guapos y muy buenos mozos. Y hacen muy bien). Es, pues, un varón y de mediana edad. Los esnobs de la primera generación ya peinan canas, están jubilados, algo han aprendido en el trasiego de estos años y ahora se muestran prudentes y silenciosos. El esnob de la segunda generación, por el contrario, se muestra agresivo y contundente. Arrolla a quien discrepa de él. Su ignorancia es atrevida. Dice que José Tomás es el mejor torero de la historia y se queda tan fresco (por supuesto, esta opinión es perfectamente admisible, pero quien sabe algo de esto tiene claro que José Tomás no supera en importancia histórica a Joselito, Belmonte, Manolete, El Cordobés, Ordóñez...) El esnob es maniqueo: solo existe su torero, y el resto no vale un duro. Es sectario y excluyente, desprecia cuanto ignora. Y aunque presume de aficionado antiguo y de haberlo visto todo, en realidad acaba de llegar...
Pues en este tinglado nos conocemos todos, aunque solo sea de vista. Son muchos años de cruzarse con las mismas caras. Yo llevo más de treinta años viendo los rostros de los habituales de Madrid, Sevilla, Bilbao. Por eso sé muy bien que todos estos individuos acaban de llegar. Y en principio no es nada negativo acabar de llegar, ser un recién llegado. Pero a ellos no les gusta. Les encanta presumir de haber ido a los toros desde niños, pero en cuanto se cruzan dos palabras con ellos, se da uno cuenta de que no es verdad. Quien ha ido a los toros de la mano de sus mayores luciendo pantalón corto, no osa decir ciertas gilipolleces...
Y también esta es una de las razones por las que últimamente es imposible que surjan toreros auténticamente revolucionarios y heterodoxos. No tienen público. Lo que abunda en el tendido son cursis que reclaman una pureza que desconocen. También son malos tiempos para los toreros de poderío, porque el esnob, al no conocer al toro, no valora lo meritorio que se hace delante de él. De ahí la soledad del Juli.
Al esnob todo le entra por los ojos, por eso esta época es la edad de oro de los toreros manieristas. Y aquí está también la razón de que la plaza de Madrid se haya hecho insoportable, y no solo por el torismo desfasado del Tendido Siete, sino además por esa masa de nuevos espectadores que no admiran el poderío ni la personalidad, sino solo el arte rococó. Caldo de cultivo de la crisis de valores de la fiesta, reflejo de la crisis de valores de la sociedad. Se critica a los toros y a los toreros ahora que hay toros y toreros excelentes, y no se dice nada del público actual, último responsable de la degradación de la fiesta. Y no hay perspectivas de arreglo, porque no existen mecanismos para formar una buena nueva afición.
Sé de uno que se “exilió” al Tendido Cinco de Las Ventas porque, sentarse en sus tendidos clásicos, se había convertido en un auténtico suplicio. Siempre es mejor estar rodeado de guiris que de esnobs que te radian la corrida.

domingo, 19 de junio de 2011

LAS CORRIDAS DEL VERANO EN LAS VENTAS

Corrida del Domingo 19 de Junio de 2011 en Las Ventas

DAVID MORA, PRIMER TRIUNFADOR DEL VERANO

Tras los fastos de San Isidro y el Aniversario, ayer en Las Ventas volvimos a la normalidad del cuarto de plaza, con los dos mil japoneses y los dos mil aficionados de más entrega. El resto de la plaza, granito vacío. Pero estas corridas veraniegas son muy necesarias, porque Madrid es la única plaza de temporada que queda. Es, pues, el único lugar donde los toreros que no han tenido suerte pueden reivindicarse. Y ya tenemos un primer triunfador: David Mora. David Mora aprovechó su oportunidad y cortó una oreja.
La corrida de ayer en Las Ventas resultó mucho mejor de lo que a priori se esperaba. Los toros de Martín Lorca siempre han sido muy flojos, por lo que nos temíamos una corrida deslucida por inválida. Pero no fue así. Únicamente el primero fue un inválido. El resto de la corrida, aún manseando más de lo debido en el caballo, y aunque en el último tercio les faltó algo más de carburante, fue muy noble, muy buena para el torero. Casi todos los toros se prestaron al triunfo y con casi todos ellos los diestros podrían haber estado mejor de lo que estuvieron.
Quien sin duda pudo estar mucho mejor fue Oliva Soto (por cierto, ¿quién hizo los lotes?: había cuatro toros muy serios y dos bastante más chicos, que fueron precisamente los que le cayeron a Oliva Soto). Pues bien, a pesar de que el tercero era un toro anovillado y de buenísimas intenciones, Oliva fue incapaz de quedarse quieto ante él. Ciertamente el toro no duró mucho, pero tenía treinta pases buenos y Oliva fue incapaz de darlos. Le falta la cualidad más esencial: el valor. Por eso baila tanto, y con posturitas de tablao no basta. De vez en cuando hay que quedarse quieto y llevar toreados a los toros.
En el sexto salió más decidido y se quedó más quieto, pero la faena no tuvo calidad por la abundancia de enganchones y de muletazos vertiginosos. El toro era muy pronto y embestía con agresividad, aunque le costaba humillar. Oliva nunca le cogió el aire ni supo torearlo con limpieza. Mal con la espada en los dos. Ya son muchos los toros que se le han ido y ya son muchas las oportunidades malgastadas...
Serafín Marín se encontró en primer lugar con un imponente colorao muy noble, pero que resultó ser un inválido total. Debería haber sido devuelto. El cuarto, también muy serio, tenía mucha calidad y un gran pitón izquierdo, pero estaba muy justito de fuerza y raza. Serafín vio claro que tenía que darle sitio y no atacarlo. Y así lo hizo. Lo toreó con limpieza y sin permitir que el toro se cayese. Sin embargo el triunfo no llegó. Faltó algo. ¿Qué era lo que faltó? Un punto más de despaciosidad en los muletazos y algo más de clase a la hora de interpretar. Pero Serafín, que es muy valiente, cada vez es más poderoso... Pero no dispone de esa chispa, de ese pellizco... No se puede tener todo en la vida, ¡qué le vamos a hacer!...
El segundo de la tarde era un burraco muy astifino y de gran presencia. Manseó lo suyo en el primer tercio, pero llegó a la muleta con muchas posibilidades. Delante de él David Mora mostró sus avances y su buena evolución. Tuvo empaque y mucho valor. Ahora está empezando a saber torear. Cuando un torero tiene valor, tiene los cimientos necesarios para aprender todo lo demás. Y este es el caso. Ya echa los engaños al hocico y engancha los toros por delante. Esto le permitió ligar dos primeras series muy buenas, de muletazos largos y hondos. Después, muy vertical, dio otras dos series toreras y con empaque. El toro era muy bueno, pero no duró mucho más. Estocada de entrega y oreja merecida.
El quinto fue muy noble, pero le faltó fuerza y raza. David estuvo con su entrega de siempre y sacó bastantes muletazos estimables. Saludó desde el tercio. Ahora la próxima asignatura a aprender es la de dejar la muleta en la cara entre pase y pase. Esa es la diferencia entre una oreja y dos orejas. Este chico es un ejemplo de entrega y afición. Es impresionante observar la evolución que ha experimentado en el último año. Evolución lograda gracias a su tesón y a los buenos consejeros. Enhorabuena. A seguir así.

miércoles, 15 de junio de 2011

EL CORDOBÉS HA CUMPLIDO SETENTA Y CINCO AÑOS

EL CORDOBÉS EN LA HISTORIA

El pasado cuatro de Mayo de este año de gracia de 2011, Manuel Benítez Pérez cumplió setenta y cinco años. El Cordobés cumplió sus bodas de diamante con la vida. La efeméride ha pasado totalmente desapercibida. Prácticamente nadie la ha recordado. Y sí que merece la pena volver a hablar de Manuel Benítez, porque es el último gran revolucionario que ha tenido la fiesta. Y el último gran heterodoxo. Benítez cierra la lista de los revolucionarios. Después de él, las revoluciones habidas han sido dos tormentas en un vaso de agua: ni Paco Ojeda ni José Tomás han revolucionado nada. En primer lugar, porque sus carreras han sido demasiado breves y inconstantes. Para imponer un nuevo credo taurino, es imprescindible la constancia y la persistencia.
Además, los terrenos pisados por Ojeda eran precisamente los explorados por Manuel Benítez años antes; y los procedimientos de José Tomás están emparentados del todo con el más exquisito y tradicional academicismo. Por tanto, estas dos supuestas revoluciones han sido producto de la imaginación calenturienta de ciertos revisteros, pero no resisten la menor confrontación con la realidad del ruedo.
En realidad El Cordobés fue el último torero moderno, y su revolución cierra la historia del toreo moderno. Después del paso de Benítez por los ruedos, la fiesta entra en su etapa posmoderna, etapa en la que nos encontramos actualmente, y de la que aún no se tiene la suficiente perspectiva para enjuiciarla.
El toreo a pie profesional ha pasado por las siguientes edades históricas: la Edad Arcaica, que es la etapa de formación del espectáculo, y que abarca casi todo el siglo XVIII. Con la aparición de la primera tríada de figuras, Costillares, Pedro Romero y Pepe Hillo, entramos en la Edad Antigua, que transcurre desde los últimos años del siglo XVIII (concretamente desde 1789, año en el que los tres citados torearon juntos), hasta 1914, cuando se encuentran en los ruedos Joselito y Belmonte. Y con ellos empieza la Edad Moderna del toreo.
Tras más de un siglo de inmovilismo, a partir de José y Juan el toreo va a entrar en una fase de profundísimas transformaciones, tanto técnicas como estéticas. Juan,, con su estética novedosa y con sus intentos de quedarse quieto, y ayudado por la técnica imaginativa y vanguardista de Joselito, abrirá una etapa nueva que será crucial en el devenir de la fiesta. Manolete será quien sea capaz de quedarse quieto con todos los toros. Y el Cordobés llevará esta quietud a sus últimos extremos, cerrando así la Edad Moderna.
Cuando Manuel Benítez se retiró por primera vez en 1971, se cerró la historia del toreo moderno. Y desde entonces estamos inmersos en el toreo posmoderno, que no es más que la repetición virtuosa de lo ya mil veces visto. Y en esta tauromaquia posmoderna las revoluciones son imposibles. Por una razón: porque Benítez ya se había metido en todos los terrenos, llegando a invadir completamente el terreno del toro. Y, por otra parte, El Cordobés distorsionó la estética torera hasta lo inimaginable. Y así hizo imposible cualquier ulterior intento revolucionario.
Ha sido el manierismo, más o menos virtuoso, el gran definidor del toreo posmoderno. La repetición constante y permanente de un supuesto clasicismo. Por eso todas las grandes figuras de esta etapa posmoderna tienen un concepto muy clásico. Porque Benítez hizo imposible cualquier revolución posterior. Él es la Revolución, el non plus ultra. No se ha podido ir más allá. A los toreros posteriores solo les ha quedado el camino del refinamiento estético, tan virtuoso unas veces, tan empalagoso otras.
Juan Belmonte-Manolete-El Cordobés. He aquí la gran terna de heterodoxos del toreo moderno. Estos son los tres grandes revolucionarios, y nadie más. Los otros toreros tenidos por geniales y revolucionarios, fueron aproximaciones pálidas de los tres colosos. Los toreros tenidos por artistas, son un pálido reflejo de lo que fue Belmonte. Los que se han quedado muy quietos, un pálido reflejo Manolete esta vez. Y los de aire iconoclasta y contestatario, palidecen al compararlos con El Cordobés. Y enfrente de la terna revolucionaria, está la terna clásica y compiladora del toreo: Joselito el Gallo-Pepe Luis Vázquez-Paco Camino. Todos los toreros tenidos por clásicos, se han arrimado a los conceptos de estos tres fenómenos, las tres mentes más clarividentes del toreo moderno.
En esta retrospectiva de los toreros clave de la tauromaquia moderna, no puedían faltar dos nombres: Domingo Ortega y Chicuelo. El primero llegó al dominio absoluto del toro con unos procedimientos personales, sui generis, muy distintos a los utilizados por Joselito y los otros toreros poderosos. Chicuelo es el eslabón perdido entre José y Juan, por un lado, y Manolete por el otro. Ligando en redondo como José y yéndose al pitón contrario como Juan, fue el primero que realizó faenas como las actuales. Pero por su abulia y falta de valor, lo hizo en muy pocas ocasiones. Es Manolete quien impone definitivamente este concepto, porque él sí que tenía valor para hacerlo. Y será Manuel Benítez quien lleve la quietud y la cercanía al paroxismo, pues su valor era sobrehumano.
Y ya está, señores. Ya está. Todos los demás toreros, muchos muy buenos, apenas aportaron nada a la evolución del toreo. Se limitaron a hacer lo ya conocido.
Belmonte fue el primer revolucionario, el que trajo el afán por quedarse quieto. Manolete fue el segundo revolucionario, el que impuso definitivamente esta quietud. Y El Cordobés es el tercer revolucionario, el que llevó esta quietud hasta sus últimos extremos.
Y no ha habido más revoluciones. El leit motiv del toreo moderno es la obsesión por la quietud, y esta obsesión es lo que une a los tres grandes revolucionarios.
Otra característica común de los tres revolucionarios, es lo desbordante de su personalidad. El patetismo intelectual de Belmonte, el estoicismo espiritual de Manolete y la irreverencia iconoclasta de Benítez, fueron tres imanes poderosos que hicieron de ellos tres mitos españoles. No solo mitos en el mundo de los toros, sino que fueron los tres personajes más admirados e idolatrados de la España de los años diez, los cuarenta y los sesenta respectivamente.
Poner al mismo nivel el caso José Tomás, es simplemente una chaladura producto de la tremenda incultura taurina de los creadores de opinión. José Tomás es un inconstante torero clásico. ¿Qué tiene que ver con una revolución? Además, la manera en que José Tomás dirige su carrera, es de lo más prudente y conservador: pocas y muy escogidas corridas, con compañeros que no incordian. Si esto es una revolución, que venga Dios y lo vea. La terna revolucionaria por su parte, toreó cien festejos al año durante muchos años, en cualquier plaza y con cualesquiera compañeros. Compañeros tan molestos y competitivos como Joselito, Arruza, Luis Miguel Dominguín, Diego Puerta, Paco Camino, El Viti...
Siempre he dicho que El Cordobés fue la consecuencia de Manolete. El uno era elegante y el otro zarrapastroso, es verdad. El uno tenía clase, mientras las maneras del otro eran de una zafiedad total. Pero la tauromaquia de ambos se basa en los mismos conceptos: la quietud, la ligazón y la mano izquierda. Manuel Benítez lleva las ideas de Manolete a sus últimas consecuencias. Todavía más quieto, todavía más ligado y todavía mejor mano izquierda. Un torero portentoso, con un aguante y un mando únicos.
Y con muy mala prensa, cosa que, por otra parte, me encanta. Pues nada me gusta más que discrepar de la crítica establecida. La mayoría solo supo ver las melenas, la risa de hiena y el salto de la rana. Y no se dieron cuenta de que todo eso era lo accesorio y no lo fundamental. Lo fundamental era un valor brutal que le permitía pasarse al toro muy cerca y ligar ¡diez naturales y el pase de pecho! como quien lava. Su zurda ha sido de las mejores de la Historia. Y ahí están las imágenes para quien las quiera repasar. Por ejemplo, las del Atanasio con el que cortó por primera vez en Madrid dos orejas en el 64; las del Torrestrella y el Marqués de Domecq de Bilbao; las del Núñez al que cortó el rabo el Sevilla... En estas tardes no hubo rana. No la necesitó. Eso era la traca final. La base de sus triunfos siempre fue la quietud y la mano izquierda. Se arrimaba más que nadie y podía más que nadie. Por eso mandó en el toreo de su tiempo.
Se equivocan, pues, los que dicen que El Cordobés fue solamente un fenómeno publicitario. El toro no entiende de fenómenos publicitarios porque no lee los periódicos. Hubo muchos toreros por aquellos años que creyeron encontrar un filón explotando las maneras irreverentes y chabacanas de Benítez. Ninguno llegó a nada. No se daban cuenta de que eso era la anécdota, porque lo esencial y la base del éxito del Cordobés era el valor, la quietud, la ligazón y la mano izquierda.
En cuanto a sus maneras tan discutidas debemos decir que fue un fenómeno que se había producido en todas las artes. El culto por el feísmo y la contestación a la estética clásica, también se habían dado en la música, en la pintura, en la arquitectura, en la escultura... Y el toreo no iba a ser la excepción. El Cordobés es en el toreo lo que Stravisnsky había sido en la música. La diferencia es que todos los musicólogos alabaron siempre la aportación de Stravinsky, mientras que la crítica taurina no termina de ver la importancia de Manuel Benítez El Cordobés, con el que culminó la historia del toreo moderno.
Un día, en un arrebato de locura de los suyos, se montó encima de un toro. Fue su forma de demostrar que había invadido totalmente los terrenos y tenía al toro totalmente dominado. Era el fin de la tauromaquia moderna. Habían transcurrido sesenta años desde la aparición de Juan Belmonte: Belmonte el Alfa, El Cordobés la Omega del toreo moderno...
Dentro de dos años, en el 2013, se cumplirán los cincuenta años de su alternativa. Esperemos que entonces sí se acuerden del Ciclón de Palma del Río, y que se le otorgue el homenaje que se merece uno de los toreros más transcendentales de toda la historia de la tauromaquia.

sábado, 11 de junio de 2011

QUINTA CORRIDA DEL ANIVERSARIO EN LAS VENTAS

SÁBADO, 11 DE jUNIO DE 2011

LE LLAMABAN TRINIDAD

Si hay algo que un Presidente no debe hacer, es provocar a los espectadores. La irresponsable actuación del Presidente Trinidad López Pastor, a punto estuvo de desembocar en un problema de orden público. Si la afición no se amotinó, fue porque los aficionados a los toros son personas de buenos sentimientos y exquisita educación. Si semejante atraco se hubiera producido en un partido de fútbol, hay destrozo del mobiliario urbano, heridos y hasta detenciones. Pero la gente de los toros acaba por tomarse las cosas a broma. Menos mal, porque al menos cuatro toros fueron hurtados a la afición.
Los dos toros de Camacho, otro de la Palmosilla y el sobrero final del Torero, debieron haber sido devueltos. Los Camacho estaban totalmente inválidos; el Palmosillo, además de inválido, era una cabra; y el del Torero era un chivo indecoroso, incompatible con una plaza de primera. Varios de ellos protestados no solo por el Siete, sino por toda la plaza. De cinco toros que el Presidente debería haber devuelto, solo devolvió uno. Fue un milagro que la gente no quemara la plaza. Mal estuvo haber aprobado en el reconocimiento cuatro palmosillos enanos, pero fue peor no devolver al corral las sarta de inválidos que iba saliendo. Y yo no soy partidario de devolver sin ton ni son, pero es obligado devolver al inválido declarado, porque con él el toreo es imposible y se hurta un toro al público. Y ayer hubo unos cuantos inválidos declarados.
Tras lo de ayer, exigimos el cese inmediato de Trinidad López Pastor. Siempre fue un mal presidente, pero lo de ayer no tuvo nombre. Un Presidente está, en primer lugar, para velar por la paz y el orden público, por lo que resulta inconcebible que sea el propio Presidente quien ponga en peligro la armonía y la convivencia ciudadana. Y, en segundo lugar, el Presidente está para defender al aficionado, y no los intereses más ruines y mezquinos de la empresa arrendataria. Tampoco está para defender los intereses de los toreros..., porque está dentro de lo posible que la raíz del problema fuera el segundo sobrero: un toraco pavoroso que los toreros no querían que saliese de ninguna manera.
Ya va siendo hora de que sean los aficionados los que suban al palco. En Francia y en el País Vasco así se hace, y las cosas funcionan de maravilla. Un funcionario del Cuerpo Nacional de Policía está para detener delincuentes, no para presidir festejos taurinos. El aficionado, cuyo bolsillo es el que financia todo el espectáculo taurino, quiere ser también el que tome la decisiones sobre el mismo, sin injerencias de instituciones que en realidad nada tienen que ver con la tauromaquia. Los policías a la Comisaría. Al palco, los aficionados.
Miguel Abellán no pudo hacer absolutamente nada con un Camacho inválido. Al entrar a matar por segunda vez nos llevamos un susto tremendo: Abellán recibió un puntazo en la boca. Parece que todo ha quedado en una herida de pronóstico reservado y en la pérdida de algunos dientes. Gracias a Dios por haberlo librado del peligro extremo que suponen esas heridas en la cara.
Daniel Luque toreó francamente bien a su primero en una faena de mucho temple y muy buen gusto. Pero, si no tuvo eco en el tendido, fue porque el torillo era una birria sin fuerza. En las plazas provincianas esta clase de faenas tienen premio. En Madrid no. En Madrid, para que el espectador tome en serio la labor del torero, este ha de estar delante de un auténtico toro. Y así debe ser. El quinto fue un inválido de Camacho al que Daniel Luque solo pudo hacer una cosa: matarlo. Hubiera sido mejor que le hubiera echado el capote abajo y forzado la salida del sobrero. Pero, claro, exponerse a la incertidumbre de un sobrero, es un trago que casi nadie está dispuesto a pasar. Prefiere lamentar la mala suerte de la poca fuerza que ha tenido el lote. Esta mentalidad conformista es pésima para un matador joven que tiene todo por ganar.
El Fandi estuvo como es su costumbre: muy profesional. Y gracias a esta profesionalidad se mantuvo el interés de la corrida. Fácil y variado con la capa, espectacular con las banderillas y eficaz con la muleta y el acero. Los palmosillos que mató fueron iguales: sosos y de embestida corta. Estuvo muy por encima de ellos, sacando muchos muletazos largos y limpios. El tercio de banderillas del sexto fue muy bueno, en especial un cuarto par al hilo de las tablas y por los adentros, en que expuso una enormidad. Pero ahí se acabó todo, pues el chivo de Salvador Domecq tuvo una arrancada extremadamente corta.
Cuando el Fandi dio muerte al sexto, la gente, como si no hubiera pasado nada, se marchó del coso tan tranquila, hablando de sus cosas y haciendo planes para la noche del sábado. Y es que el público de los toros es extraordinario. Una tomadura de pelo así, se la hacen al público del fútbol y el follón que se forma abre todos los telediarios.

viernes, 10 de junio de 2011

CUARTA CORRIDA DEL ANIVERSARIO EN LAS VENTAS

Viernes, 10 de Junio de 2011

UNA DESPEDIDA POR TODO LO ALTO

La corrida de Javier Pérez-Tabernero lidiada ayer, ha sido el mejor conjunto visto en toda la temporada madrileña. Embistieron los cinco toros que se lidiaron. Y el sexto también lo hubiera hecho de no haber sido devuelto arbitrariamente con dos pares de banderillas. Una corrida de triunfo que, sin embargo, tiene un regusto amargo: eran los últimos Atanasios de Javier. La mejor ganadería de encaste Atanasio de Salamanca, ha sido desmantelada, y ayer se lidiaban los últimos toros.
Y es que, a pesar de la gran calidad de estos toros, las figuras de chicha y nabo que padecemos, no quieren torearlos. “Nos hemos desecho de esto porque no había manera de vender los toros”. Tiene narices que una ganadería tan buena no pueda vender sus productos. Y es que los toros de Atanasio no tienen valedores. Los malos aficionados toristas los desprecian por considerarlos demasiado comerciales. Y todos estos torerillos los temen porque, además de muy serios, se trata de toros exigentes que tienen mucho que torear.
Los toreros de ahora quieren un toro entregado de antemano, y el Atanasio tiene grandes finales, pero antes hay que enseñarlo a embestir a base de sobarlo y consentirlo. El último experto en el encaste ha sido Enrique Ponce, pero lamentablemente ya está de vuelta y no puede imponerlos en las ferias, como hizo durante tantos años. Mi único consuelo es que las mejores setenta vacas han sido vendidas a Veldefresno, y allí están.
Y ahora un último aviso a muchos buenos ganaderos que crían Domecq y que están consiguiendo un toro muy bravo y muy encastado: mucho ojo, porque como os paséis en la bravura y en la casta, tendréis mi aplauso, pero estas figuritas de cartón os pondrán el veto, como está pasando con grandiosas ganaderías como Fuenteymbro o Torrestrella. O, hablando del encaste Núñez: Alcurrucén está lidiando últimamente toros espléndidos. Pues bien, las figuritas tampoco quieren matarlos. Un asco. La querencia de José Tomás hacia tres únicas ganaderías está haciendo un daño enorme. Todos quieren imitarlo. No hace muchos años las figuras mataban toda clase de encastes siempre que saliesen buenos. Ahora son las figuras las principales responsables del desmantelamiento del campo bravo. Una vergüenza.
Y ahora hablemos de la excelente corrida de Javier. Todos los toros se dejaron torear en la muleta. Algunos con gran calidad. Y en el caballo, a pesar de lo frío del encaste, cumplieron: solo el quinto dio muestras de mansedumbre. La corrida solo tuvo el pero de la justeza de fuerza. En los tiempos de Puerta, Camino y El Viti hubieran salido en hombros los tres y el mayoral, pero desgraciadamente estos de ahora son otros tiempos.
Ferrera es un torero en total decadencia. Usa el oficio para taparse y no ponerse nunca delante. Su primero, a pesar de lo altísimo que era, embistió con mucha clase y mucha largura, sobre todo por el pitón izquierdo. Tuvo una embestida franca, larga y templada. Un toro de lío. Y el cuarto, siendo el más soso del encierro, derrochó nobleza. Ferrera fatal con los dos, abusando del pico, de los desplazamientos hacia fuera, de meterse en la oreja. Y, para que nada faltase, dejando unas pausas enormes entre muletazo y muletazo. Derrochó un lote lleno de posibilidades. Lo único bueno fue el tercio de banderillas al cuarto, con un par a topa carnero en los medios, y un quiebro en las tablas expuestos y emotivos.
Si con el lote que le cayó en suerte, Sergio Aguilar no fue capaz de salir en hombros, no saldrá en hombros nunca. Eso no fue un lote, fue un lotazo. Un premio gordo de la lotería. Y el caso es que Aguilar es buen torero. Es valiente y su concepto es bueno. Pero su gran frialdad en la interpretación de las suertes, y su cabezonería intentando imponer por narices un toreo que el toro no admite, hacen que los triunfos se le escapen de las manos y no pueda salir del pelotón de los torpes.
El primero de Sergio Aguilar tenía un pitón izquierdo sensacional, con una clase y una templanza para soñar el toreo. Pero solamente hubo una serie con la mano izquierda que mereciera la pena. El resto de la faena no ganó altura porque no dejaba la muleta en la cara y por ello hubo muy poca ligazón. Todo su quehacer estuvo sumido en esa frialdad insípida tan propia de él. Aunque mató bien, nadie pidió la oreja. El quinto fue el prototipo del Atanasio bueno de toda la vida: abantón y alocado, pero metiendo la cabeza con una claridad total. Así se lo descubrió Rubén Pinar en un quite. El toro era para ir haciéndolo poco a poco: series cortas, llevando largo al toro para que fuera acostumbrándose a romper hacia delante. Así es como se han toreado estos toros toda la vida, obligando al toro en cada serie y dando más pases. De esta manera rompe definitivamente y acaba embistiendo mejor que ninguno. Que se lo pregunten si no a Ordóñez, Paquirri, Capea, Espartaco, Ponce...
Aguilar hizo exactamente lo contrario a lo aconsejable. La primera serie con la izquierda fue demoledora. Bajó muy pronto la mano y así acortó la embestida del toro. Después molestó el aire y él tampoco cogió la velocidad del toro que, aunque más bruscamente, seguía embistiendo. Se le fue una oportunidad excepcional.
Quien estuvo francamente bien fue Rubén Pinar. Siempre hemos dicho que es un chico listo que, además, tiene el don del temple. Pero tenía la mala costumbre de torear muy despegado y por afuera. Ayer corrigió totalmente este defecto y además de temple, toreó con ajuste.
Su primero fue muy bueno, muy pronto, muy alegre. Con tanta alegría que a veces lo sorprendió. Y por eso la faena fue intermitente. Pero en los momentos en que había acople con el toro, surgió muy buen toreo, un toreo cadencioso, ceñido y hacia adentro. Y toreó bien con las dos manos. La estocada fue un volapié soberano: Rubén entró a matar muy derecho y muy despacio. Cortó una oreja de peso.
El sobrero de Valdefresno, lidiado en sexto lugar, fue un dechado de buena clase, pero estaba muy flojito. Tenía mucha voluntad de embestir, pero carecía de fuerza para terminar el muletazo sin caerse. Todo lo que hizo Pinar estuvo presidido por la despaciosidad. No hubo un solo tirón. Pero, aunque lo intentó en todos los terrenos, en todas las distancias y en todas las alturas, el toro no podía más. Pinchazo y estocada entrando con agallas y saliendo cogido. Saludos desde el tercio. La tarde de ayer va a venirle bien a Pinar: tenía el cartel un poco mustio y, a partir de ahora, volverá a sonar como futurible. Que siga así.
Y volviendo al principio: quiero desear a la familia de Javier Pérez-Tabernero suerte en la nueva andadura ganadera que ahora están iniciando. Y que nosotros lo veamos.

jueves, 9 de junio de 2011

TERCERA CORRIDA DEL ANIVERSARIO

Las Ventas, jueves 9 de Junio de 2011

LA ERA DEL TORO MANSO

¿Se han dado ustedes cuenta de la cantidad de toros mansos que se han lidiado en esta Feria de San Isidro? Es cierto que ha habido bastantes toros manejables en la muleta, pero toros de bravura integral, de esos que pelean con agallas en el caballo, se han visto poquísimos. Se cuentan con los dedos de una mano, y sobran dedos. Tampoco se han visto corridas completas. Ha habido toros aislados casi todos los días, pero no se ha visto un conjunto verdaderamente bravo en todo un mes de toros.
¿Qué está pasando? Pues que los ganaderos lo único que buscan en las tientas es la bondad en la muleta, mientras que la pelea en el caballo desde hace tiempo les da igual. El resultado es un toro que se deja torear, a veces hasta con calidad, pero de bravura escasa. Incluso en los conciliábulos de ganaderos se comenta que es mejor un manso en el primer tercio, porque así no se rompe en el caballo y dura más en la muleta. Esto es pan para hoy y hambre para mañana.
Cuando se descuida la suerte de varas, poco a poco se va incubando la mansedumbre. Es verdad que hoy en día el juego en la muleta es fundamental, pero despreciar el juego en el caballo, aunque en un primer momento no se perciba, pone a las ganaderías en el camino de la mansedumbre y el descastamiento. E iniciado este camino, es muy difícil volver atrás. Ya veremos dentro de veinte años donde habrán acabado esas ganaderías que se cotizan ahora tanto.
La corrida de Antonio Bañuelos lidiada ayer, fue muy mansa. Hasta ahora los Bañuelos eran toros blanditos y nobles, pero ayer fueron mansos, querenciosos y complicados. La corrida seguro que no le gustó nada al ganadero. Él lo que quiere son toros facilones para que los maten las figuras. Pero cuando se especula con la bobería y la mansedumbre, al final se llega a esto: al moruchón rajado que se niega a embestir. Aviso a navegantes: ¿qué creen que les ocurrió a los Atanasios, los Núñez, Antonio Pérez...? Puede que solo salga mala esta corrida y no pase nada; pero una corrida tan mansa y rajada, como ganadero a mí me asustaría.
Víctor Puerto tuvo un primer toro manso y áspero, con el que no se quedó quieto ni una sola vez. Su segundo fue un sobrero de Adelaida Rodríguez, de gran trapío y muy malas ideas. Se quedaba muy corto y tenía mucho sentido. Se lo quitó de en medio. Para estar en este plan, lo mejor es estar retirado.
El Capea tuvo un lote de toros sin clase. De esos que embisten solo a medias y con la cara alta. Se volvió a demostrar que es un gran error comparecer en Madrid recién bajado del avión de Méjico. Es necesario aclimatarse a la embestida y reacciones del toro español. Capea estuvo sin ningún sitio y mostrando una vez más su pésimo estilo torero.
Jairo Miguel tuvo un primer toro muy bronco y con mucha querencia a toriles. Un toro difícil porque, además, tenía sentido. Se deshizo de él como pudo. El sexto de la tarde no tuvo nada que ver con sus hermanos. Lució mucha clase y calidad, pero de fuerza y de raza muy justito. Por esa poca fuerza y escasa raza le costaba mucho repetir. Jairo Miguel mostró con él muy buena clase y muy buena técnica. Es elegante, echa los engaños muy bien y tira de los toros con suavidad y cadencia. Desde luego Jairo Miguel es un torero muchísimo mejor que lo que Radio Macuto decía de él. Fue una lástima que el toro no repitiera un poquito más, porque fue el único momento interesante del festejo..., pero con la espada no lo ve claro.
Por mi parte, estoy deseando volver a ver a este chico, porque su clase y su clarividencia, pueden hacer de él un torero importante. Tiene a su favor su juventud. Además ya ha vivido la cara más dura del toreo, con aquella cornada horripilante que casi lo mata. Pero a este chaval hay que darle toros, porque da gusto ver lo largo y limpio que torea. Jairo Miguel estuvo rodeado de una muy buena cuadrilla: José Luis López y Ángel Otero brillaron tanto en la brega como con los palos.
La Feria del Aniversario está siendo tan mala como esperábamos. Con tan estupefacientes carteles, ¿qué se podía esperar?. Demasiada gente está acudiendo a la plaza...

miércoles, 8 de junio de 2011

La Corrida de la Beneficencia en Las Ventas

Madrid, miércoles 8 de Junio de 2011

EL JULI ES UN MAESTRO

El Juli es un tío. Un hombre de pelo en pecho. Porque hace falta ser muy hombre para, estando millonario perdido, acudir a Madrid a que unos impresentables te revienten. No tiene ninguna necesidad de hacerlo, pero su sentido de la responsabilidad y su vergüenza torera lo impulsan a dar la cara, aunque se la partan. Joselito el Gallo, el torero por antonomasia, estaría orgulloso de él. La actitud del Juli es la opuesta a la de mucho dandy diletante, de esos que casi nunca dan la cara. No digo nombres: están en la mente de todos.
El Juli es, además, el paladín de la pureza. Nadie se asienta tanto ni echa los engaños tan planos ni tan al hocico como él. Y es un maestro capaz de imponer este toreo, que es el más difícil, a todo tipo de toros. Ayer volvió una vez más a demostrar su maestría.
Su primero era un torito manso y de embestida rebrincada, que salía de las suertes huído y con la cara arriba. Otro con este toro, no pega ni sellos. El Juli, en medio de un vergonzoso linchamiento, fue capaz de hacer callar a quienes le reventaban con una faena de menos a más y a mucho más. Los que tanto se meten con él, quedan totalmente en entredicho como aficionados. Están a todas horas hablando de pureza, se les llena la boca con esa palabra. Pero luego llega el paladín de la pureza y, son tan torpes, que no lo saben apreciar.
Esa gente se lamenta, y con razón, de que las figuras de ahora no dan la cara ni hacen gestos. Pero cuando llega el que siempre da la cara, van a reventarlo. Con esta actitud se llenan de descrédito y pierden la razón en las causas en las que sí podrían tenerla. Y lo que es peor, hunden en un pozo el prestigio de la plaza de Madrid. Lo de ayer fue impresentable y, aunque las excusas son otras, lo que late en el fondo del contencioso, es el odio al triunfador. La envidia, el pecado capital español por excelencia, que históricamente nos ha hundido como país. País experto en guerras civiles...
El Juli hizo una gran faena a este tercer toro. La primera parte se basó en un toreo lineal y largo, para llevar al toro hacia delante. Y de mitad de faena en adelante, surgió un toreo de gran hondura. Un toreo macizo y arrebujado, con que impidió que el toro se saliese suelto. A base de poner la muleta en la cara, el toro no tuvo más remedio que embestir y embestir. Esa es la pureza: llevar al toro muy largo y muy por abajo. Y no esas teorías de taberna de una charpa de ignorantes.
El Juli consiguió hacer callar a quienes lo atacaban y poner la plaza a su favor, cosa dificilísima en Madrid. Hay que tener mucho temple personal para no dejarse intimidar por ese ambiente. Pero con la espada, llegó el desastre. El Juli nunca ha sido un estoqueador depurado. Se perfila muy lejos, ataca muy rápido y pega un salto. Pero ahora, además, no lo ve claro con el estoque y cuartea en la suerte. La consecuencia: espadazo chalequero y haciendo guardia que arruinó el triunfo y le privó de la oreja, dando aire a sus reventadores.
En el sexto volvió a estar muy bien. Templadísimo en un quite a la verónica y profundísimo en una extraordinaria serie con la mano derecha. Tan profundo, que acabó con la embestida de un toro de poca raza. Digan lo que digan los “entendidos”, El Juli es de los toreros que ha tenido una mejor actuación en el abono isidril.
Y vayamos con el resto de la corrida. Corrida de Victoriano del Río muy desigual, con algunos toros muy chicos. Se nota que Don Victoriano lidia este año en Pamplona y en Bilbao y tiene muchos santos que vestir. Segundo y tercero por debajo del mínimo exigible en Madrid. Aparte de una empresa rácana que no paga bien los toros, se nota también que muchos ganaderos se resienten por la crisis y la carestía de piensos y forrajes. Los toros están comiendo muy poco pienso y se nota en la presentación.
En cuanto al juego, sin ser un dechado ni de casta ni de bravura, y estando muy debajo del nivel al que nos tiene acostumbrados últimamente Don Victoriano, casi toda la corrida se dejó torear. Lo que ocurrió es que Juan Mora y Morante estuvieron como estuvieron...
El primero se defendía y no se dejó picar. Llegó a la muleta con fuerza y sin estar sometido. Desbordó a Mora por el pitón izquierdo y, después de darle dos series con la mano derecha, mostrando al público las posibilidades del toro, cogió la espada. El toro no estaba definido porque no estaba podido, pero en otras manos podría haber sido un toro de los que rompen a embestir.
El cuarto derribó espectacularmente a Antonio Prieto, pero después el picador le dio un gran puyazo. El toro llegó a la muleta punteando un poco y sin terminar de humillar, pero pronto y alegre. Otro toro con posibilidades. Juan Mora lo sacó garboso a los medios, pero luego fue incapaz de torearlo en redondo. La gloria de Juan Mora sería hacer toda la faena a base de trincherazos y pases del desdén. Pero hay que torear en redondo, y en el toreo fundamental, Mora falla estrepitosamente. Aburrido por el destoreo, el toro se fue a las tablas, y ahí terminó la faena. Estocada al encuentro, unos golpes de verduguillo y sensación general de que Mora tuvo un lote para haber estado muchísimo mejor.
Ya nadie discute el mal momento de Morante. Está para sopitas y buen vino. Su primero fue un torito ideal para él. Justísimo de trapío y de gran clase y suavidad. Un juguete ideal para Morante. El de la Puebla dio tres series deslabazadas y sin acople y, rápido, se fue por la espada. El año pasado a un toro así le hubiera armado el lío: con solo veinte muletazos hubiera puesto la plaza boca abajo. Pero parece que ahora tiene la cabeza en otra parte.
Con el quinto también mal. Un toro mansito, como todos sus hermanos, y que, como todos sus hermanos, salía de la suerte distraído. Pero, como todos sus hermanos también, noble y facilón. Morante no hizo nada con él: una mirada del toro y un desarme le hicieron tirar por la calle de en medio. Lo único bueno de Morante fue el capote: lanceó muy bien a la verónica a su primer toro, e hizo un quite por chicuelinas precioso al segundo toro de Juan Mora. Y esto es lo que dio de sí la Beneficencia 2011.
Un último comentario. Toda la vida el día de la Beneficencia se adornaba la plaza de manera especial y el servicio de divisas y banderillas era de gala. Este año no: ni había adornos especiales ni se ha banderilleado con banderillas de gala. Banderillas y divisas corrientes, como las de todos los días. Muy mal hecho. Estos detalles deberían cuidarse, como se hace en Sevilla y en Bilbao, plazas donde la tradición se observa fielmente, y da gusto ver toros. Pero, pensándolo bien, para qué... Muchas veces la plaza de Madrid es la plaza de tercera más paleta del mundo. Ayer sin ir más lejos.

martes, 7 de junio de 2011

¡VAYA VERANITO NOS ESPERA!

Primera del aniversario en Las Ventas. Martes, 7 de Junio de 2011

(He de pedir perdón a mis lectores: Cuando ayer publiqué este comentario, deslicé un error. En lugar de calificar de "intolerable" el comportamiento de las figuras con respecto a la Feria del Toro, quedó como tolerable, lo que desvirtuaba totalmente el sentido de la frase. Vuelvo a publicarlo debidamente corregido. Domingo Delgado de la Cámara)



Teniendo en cuenta que el cartel de ayer era de nulo interés, que empezaba la feria del Aniversario y el chantaje del abono cautivo no funcionaba; teniendo en cuenta, también, lo lluvioso e invernizo de la tarde, acudió muchísima gente a la corrida. Que se cubrieran hasta las dos terceras partes del aforo venteño para ver un festejo como el de ayer, tiene su mérito. El mérito es de los aficionados, naturalmente. A ver si el año que viene se dejan de experimentos y paparruchas, y eliminan esta absurda feria del Aniversario. Con 25 días buenos en San Isidro, la Feria de Otoño y una temporada dominical interesante, hay sufuciente. Lo demás son inventos y ganas de sacar chuletas del pescuezo.
La corrida de Los Bayones fue blanda, chica y de poco juego. Con una excepción: la del buen tercero, un toro bravo y de calidad. Tejela estuvo mucho más templado de lo que en él es habitual. Desde que se abrió de capa, hizo las cosas despacio y midió bien la faena, tanto en la duración de las series como en la duración total de la misma. Y sin embargo, se le fue el toro. Esta vez técnicamente estuvo bien, pero estéticamente no da más de sí. Es un problema de calidad. Con el toro de ayer Tejela reveló su techo, que es bastante bajo. Un toreo insípido y sin inspiración que se olvida en cuanto termina la corrida. Además lo mató muy mal: dos metisacas horrorosos y un bajonazo espantoso. Tan buen colaborador no se merecía una muerte tan draconiana.
El primero de la tarde embistió bien al capote y a la primera serie con la muleta. Después se paró completamente. Y Rafaelillo es un torero de rapidez y regates. Cuando se para un toro no sabe qué hacer, porque hay que esperar y tragar. “El miedo va a buscar”, dijo Belmonte hace ya muchos años. Y el segundo de la tarde embistió sin clase ni repetición. Por allí anduvo Urdiales intentando sacar algún muletazo con sabor. Y alguno sacó.
La segunda parte de la corrida no tuvo historia ninguna. Tanto el cuarto de los Bayones como los dos sobreros de Valdefresno fueron inválidos totales. No merece la pena el menor comentario al respecto. Así que cambiemos de tema.
Salvo los de Bilbao, ya se conocen los carteles de las principales ferias del verano, y son horrorosos. En Valencia solo se salva la corrida de Ponce, El Juli y Manzanares, único cartel rematado de todo el verano. Porque la gala de reaparición del astro de Galapagar es un asco: el divo con dos toreros baratos y no competitivos, de los que no hacen sombra.
Tomás Entero ha puesto Vitoria casi al nivel de una portátil. Y concretamente, el cartel de los Victorinos resulta vomitivo. Cartel que casi se repite en Santander, Feria que ha optado por una colección de corridas baratas, copadas por segundones y en la que no hay ni siquiera un cartel rematado... Aquellas ferias en las que todas las figuras repetían dos tardes y toreaban juntas, han pasado a la historia. La mentalidad del empresario actual es hacer caja con el chantaje del abono obligatorio, mientras se ofrecen carteles con los toreros del montón y las entradas a precio de jamón de pata negra.
Pero no pierdan ustedes de vista a las figuras, porque también son impresentables. Entre todos se están cargando la fiesta. El papelón que han hecho las figuras en Pamplona no tiene nombre. Resulta intolerable. Y en Pamplona el problema no es el dinero. Es el toro. No quieren ver un toro serio y en puntas ni en pintura.
La única figura que da la cara y asume sus responsabilidades y obligaciones, es el Juli, presente dos tardes en San Fermín. Las otras figuras, Ponce, José Tomás, Morante, Manzanares y Talavante..., han demostrado muy poca vergüenza torera. Tomamos buena nota. De ser yo la Casa de Misericordia, el año que viene anunciaría solo corridas durísimas. ¿De qué sirve anunciar ganaderías buenas si luego casi nadie está dispuesto a ir a torearlas?.
Esperemos que Bilbao anuncie unos carteles que rompan esta tendencia tan a la baja y nos hagan recobrar el optimismo. Porque... ¡vaya veranito que nos espera!

domingo, 5 de junio de 2011

PABLO HERMOSO DE MENDOZA Y LOS DEMÁS

Corrida de Rejones. Las Ventas, Domingo 5 de Junio de 2011


Pablo Hermoso es el maestro indiscutible, el que ha hecho del rejoneo un arte taurino y no un arte ecuestre. Pablo Hermoso de Mendoza parte en dos la historia del toreo a caballo: antes y después de él. Y todos los rejoneadores del presente siguen su estela. Los hay muy jóvenes y muy ambiciosos, pero ninguno tiene ni el talento ni la maestría del navarro. Ayer volvió a dar dos lecciones magistrales.
Le tocó en primer lugar el peor toro de una excelente corrida de Los Espartales. Un toro manso, sin clase, que se frenaba en los embroques. El maestro lo cuajó a base de temple y de dejarle llegar mucho. Hubo alguna pasada por dentro de Silveti de gran exposición. Rejonazo y una oreja. En realidad mereció las dos.
Como también mereció las dos en su faena al cuarto, si no la hubiera emborronado con la hoja de peral. Era un toro noble y suave, y lo toreó con gran dulzura y templanza. Con el caballo Ícaro rozó lo sublime, dejando llegar al toro y clavando en el estribo, con la misma ligazón que en una serie de naturales. Magistral. Y él, que es tan seguro en la suerte suprema, esta vez necesitó seis intentos para acabar con el toro. ¡Lástima!. Saludó desde el tercio tras una lidia soberbia.
Andy Cartagena combina muy bien el sentido de la lidia, el buen toreo y la espectacularidad. Así lo demostró con su primero, un toro con mucha querencia a tablas, al que lidió muy bien encelándolo y metiéndose muy cerca. Perdió la oreja por un rejonazo demasiado bajo. En el quinto llegó menos a los tendidos por la sosería del toro, muy noble, pero excesivamente soso. Además acababa de desatarse una tormenta, y el público huía a la desbandada.
El tercero de la tarde, llamado Julián, tuvo esa calidad que tanto se ha cantado en los Urquijo. Fue un toro bravo y con esa clase y ese galope tan típicas de este encaste. Un toro para marcar diferencias con respecto a los alternantes. Pero Leonardo Hernández no las marcó. Mucho mejor en lo accesorio que en lo fundamental, salvo en un quiebro, desplazó mucho al toro y clavó muy lejos. En el sexto, también bueno, la lidia fue mucho mejor: más torero, más templado y clavando con más ajuste. Perdió la oreja por descordar al toro. Este sexto lo vimos muy pocos porque casi todos habían abandonado el escaño por el aguacero que estaba cayendo.
Y cambiando de tema: ya han salido los carteles de Pamplona. Quiero felicitar al Juli porque comparece dos tardes en la Feria del Toro. El Juli es la única figura responsable y consciente de sus obligaciones. Por eso lo respeto y lo admiro tanto. Las otras figuras, tanto las de siempre como las emergentes, se han escurrido de Pamplona. Unos cagamandurrias..., pero ya hablaremos despacio del asunto.

jueves, 2 de junio de 2011

BILBAO TIENE UN TORERO

Última de San Isidro en Las Ventas: 2 de Junio de 2011

Ahora mismo el ganadero con más cartel en Madrid es Fernando Cuadri. Primero porque presenta corridones de toros. Y, en segundo lugar, porque Cuadri cumple lo que promete. ¿No queríais toros duros?. Pues ahí los teneis: más duros que el pedernal.
La corrida tuvo la emoción del toro que vende muy cara su vida. Pero brava, lo que se dice brava, no fue. Todos los toros mansearon en algún momento en el caballo, y en la muleta hubo de todo: dos toros imposibles por resabiados y peligrosos, el primero y el cuarto; tres toros difíciles con distintos grados de dificultad, el segundo, el tercero y el sexto. Y un toro bueno, el quinto. Hubo material para tener toda la tarde intrigado al personal, y quienes se pusieron delante envejecieron varios años.
El Fundi se llevó un lote con más guasa que Rubalcaba. El primero era un tren de 618 kilos, con un instinto diabólico. En el momento en que el Fundi se hubiese quedado quieto, lo hubiera asesinado. Y el cuarto estaba más parado que el primero, pero también cazaba moscas. El de Fuenlabrada hizo lo único que se podía hacer: quitárselos de en medio.
A Alberto Aguilar los Cuadri le vinieron muy grandes. La lidia del castaño tuvo tomate. En el primer puyazo derriba; en el segundo mete los riñones, pero se sale suelto; y en el tercero cantó la gallina. El segundo tercio fue un galimatías de capotazos, apretones hacia adentro y banderilleros a la deriva. Llegó a la muleta diciendo toreritos a mí, que los arrollo. Alberto Aguilar se puso al hilo, aguantó varios envites de mala manera, y el toro lo cogió. El muchacho se vino abajo y ya solo fue capaz de matarlo de media estocada.
Los Cuadri son unos toros muy difíciles de torear con el capote. En banderillas cortan que es un primor, y con la muleta no admiten nada mal hecho. Hay que estar muy bien colocado, muy cruzado y con el engaño muy por delante. En cuanto ven que el torero está al hilo del pitón o con la muleta retrasada, se lo comen, se vencen con mucho sentido. Si Aguilar se hubiera colocado más cruzado, hubiese robado pases y a lo mejor hubiera podido con el famoso castaño. Pero al hilo del pitón, el castaño lo pudo a él.
El sexto era intratable por el pitón izquierdo, y por el derecho embestía muy brusco y con la cara por las nubes. La receta era cruzarse mucho y robar los pases de uno en uno. Pero Aguilar se puso otra vez al hilo del pitón, sin decidirse a dar el paso definitivo. Con la espada mitin, porque el toro lo esperó siempre con la gaita arriba. El pequeño crédito que había conseguido Aguilar con las corridas duras, se ha puesto en entredicho. Pero eso sí: hay que tenerlos muy bien puestos para echar un órdago a un toro como el castaño.
Iván Fandiño se queda quieto y pone la muleta plana a todos los toros, al bueno, al regular y al malo también. Es un torero muy valiente que, además, torea muy estupendamente. Estuvo soberbio con su primero, y ¡ojo con el toro!, que tenía mucho que torear. Por el pitón derecho embestía con todo y a lo bruto, y por el izquierdo se vencía y tenía sentido. Pero Fandiño mostró con él la misma tranquilidad y la misma firmeza que con una becerra de tentadero. Sin probaturas, empezó con la mano derecha dando tres series llenas de firmeza, mando y profundidad. Y con la mano izquierda, aun tuvo más mérito, porque por ese pitón se metía y siempre quiso coger, y lo toreó igual de bien. Se impuso por su valor y por una muleta que siempre fue al hocico del toro. Conseguir ligar pases por ese pitón izquierdo, roza lo milagroso.
Y es que Fandiño tiene tanto valor que está empezando a poder a cualquier tipo de toro. Los achanta, los asusta e impone su ley. Estoconazo entrando muy derecho y... la gente no pidió la oreja. A la plaza de Madrid no hay quien la entienda: no se enteró de una de las faenas más importantes de la feria y, después de haber pedido orejas de sonrojo, para Iván no la pidieron. Quienes sí la pidieron fueron los del Siete, y es que a veces se enteran de lo que pasa. A veces. Vuelta al ruedo clamorosa. Clamorosa, porque entonces fue cuando el público se enteró de lo que acababa de suceder.
El quinto fue el único toro bueno de la corrida y era precioso además. En el caballo no fue gran cosa. Acudió pronto, pero luego se salió sueltecillo. Fue pronto en banderillas, y llegó a la muleta alegre y con clase. Iván, después de haberlo toreado bien con el capote, empezó la faena con tres series con la diestra, templadas, toreras y dando sitio al toro, porque estaba viendo que iba a durar muy poquito. No por un problema de raza, sino porque el toro estaba justo de fuerza. Cuando se echó la muleta a la zurda, la faena bajó de nivel porque el toro empezó a puntear y salir con la cara alta. Después de dos series con la izquierda enganchadas, remontó otra vez la faena con la mano derecha y con unas ceñidísimas mondeñinas. Fue muy derecho a matar, pero la estocada quedó trasera porque el toro lo esperaba con la cara alta, sin dejarlo pasar. Se atracó de toro, y ahora sí: una oreja.
Hacía muchos años que Bilbao no tenía un torero. La tríada esencial de la tauromaquia vizcaína, Cocherito, Fortuna y Agüero, tuvieron sus días de gloria mucho antes de la Guerra Civil. Después de la Guerra el único torero interesante fue Rafael Chacarte, un buen torero que tuvo la mala suerte de tomar la alternativa al mismo tiempo que Puerta, Camino, El Viti y El Cordobés. Fueron años muy difíciles para colocarse en primera fila... Pues bien: después de cincuenta años, Bilbao tiene un torero del que sentirse orgulloso. Iván Fandiño es tan valiente y mata tan bien como Fortuna o Agüero. Pero además torea con gran hondura y gran pureza. Ahora que Bilbao está viviendo una auténtica primavera taurina, ahora que Vista Alegre ha recuperado todo el prestigio como la gran feria del Norte, precisamente ahora, y no por casualidad, Bilbao tiene un torero.

miércoles, 1 de junio de 2011

POR FIN SALIÓ EL BOMBERO

Feria de San Isidro de Madrid: 1 de Junio de 2011



El sobrero llamado “Bombero”, jabonero claro, de cinco años y medio y de 593 kilos de peso, por fin se lidió ayer. Ha estado anunciado como segundo sobrero prácticamente desde primer día de la feria. Pero se iba salvando de la quema. Cuando las cuadrillas lo veían en los corrales, cruzaban los dedos para que no saliese. Tenía esa plaza imponente del toro vazqueño... Y ¿de quién es?, preguntaban. De Aurelio Hernando. Y ¿eso qué es?. Uno de los escasos reductos veragüeños que quedan por ahí.
Pues bien, ayer salió. Como estaba muy corraleado, hasta tres veces volvió grupas y se metió al toril, y en varas fue muy manso y huidizo. Armó una buena, derribando y limpiando la plaza de toreros. Sin embargo, en el último tercio no se comió a nadie. No tuvo clase ninguna, pero fue noble y dejó estar. Y David Mora estuvo tan valiente y entregado como siempre, pero lo atacó mucho y el toro se vino abajo.
Con el que de verdad estuvo bien David Mora fue con el tercero. Una res topona y que embestía a cabezazos. A pesar del vendaval, Mora se quedó muy quieto y asentado. Soportó todos los cabezazos y las frenadas que hubo que aguantar. Y dejó claro que de valor está bien. Y está en plena evolución técnica. Valiente fue siempre, y siempre tuvo empaque, pero citaba con los engaños muy retrasados por el poco oficio. Pero ahora ya echa los engaños adelante y, con su valor y buen estilo, es un torero que tiene que crecer.
También tiene que crecer Salvador Cortés. Reconozco que ayer estuvo desastroso. Yo no sé qué le pasa en Madrid. Debe ser la plaza, que le impone. Porque en Sevilla y en Pamplona siempre está bien. Es un torero de muletazo largo y macizo, aún no conocido en Las Ventas. Su primero fue un sobrero de Carmen Segovia muy manso y que llegó a la muleta muy parado. No había nada qué hacer. Lo mejor de la lidia de este segundo fueron los pares de banderillas de Juan José Domínguez y Pedro Mariscal, metiendo los palos valientes, a pesar de los tremendos cabezazos del toro. Lo malo vino en el quinto. Un toro feísimo de Palha que, sin clase ninguna, se tragaba los muletazos por el pitón izquierdo. Cortés, visiblemente nervioso, dio un recital de mantazos, con más enganchones que muletazos limpios.
No debemos olvidar que todas las lidias de ayer se vieron muy negativamente influídas por el fuerte viento reinante. La disyuntiva era peliaguda: en las tablas al abrigo del viento, los toros se defendían a favor de la querencia. Y, si para evitar las querencias, se lidiaba en los medios, había que soportar un vendaval que hacía flamear el engaño. Vamos, que cualquier solución era mala.
Quien tuvo más suerte fue Luis Bolívar. Su primero, aunque no humillaba demasiado, embestía templado, largo y con clase. Era un toro de triunfo claro. Bolívar se echó el toro tan fuera que no hubo ligazón ninguna. Solo en una serie con la derecha, al final de la faena, se arrebujó con el toro. El cuarto tuvo mucho que torear. Embestía rápido y sin entrega. Bolívar, prudentemente, guardó siempre las distancias sin quedarse quieto. A los buenos no los cuaja y con los malos no se impone. Y ya son muchos años rondando el chozo.
Y ahora, bronca a la ganadería de Palha. La corrida fue una escalera impresentable con varios toros de bochorno. Y no es la primera vez que presenta así de mal. Ya son varias. Mire usted: si no tiene toros serios para Madrid, se queda un año sin venir y no pasa nada. El primero era estrecho y feo. El segundo y el sexto (precisamente los que se devolvieron) eran bonitos pero muy terciados para Madrid. El tercero, un becerro impresentable, y el quinto un avileño tan alto como feo, basto y cornicorto, de nulo trapío. Solo se salvó el cuarto, de aceptable presencia. Y el juego de la corrida, en general, muy decepcionante por descastado, como he dicho al comentar la labor de los toreros.
Por supuesto, la empresa también es responsable de tan mala presentación. Cuando Don Manuel Martínez Flamarique, Chopera, era empresario de Madrid, iba varias veces al campo a ver todas las corridas que iban a lidiarse. Los actuales responsable de la empresa dejan esta labor en manos de intermediarios monipodios. Y así nos luce el pelo. La holgazanería de esta empresa es evidente y su tacañería, también. Todo el mundo sabe donde están los toros serios, donde van a ser lidiados y el dinero que cuestan...
Y ¿la Autoridad?. Ni está ni se la espera.
Los petardos que están dando las ganaderías toristas en San Isidro están siendo sonados. Y es que el problema del toro torista es que casi siempre decepciona por su mansedumbre y escasa raza, mientras que el toro torerista cumple con el objetivo previsto: el de dar triunfos al torero. Es tristísimo reconocer que las ganaderías toristas se encuentran en un pésimo momento y dejan mucho que desear. Es de justicia reconocerlo, al igual que flagelamos a las ganaderías toreristas cuando se caen. A ver si los Cuadri de hoy nos redimen de tanto lamento.
En resumen: que la corrida fue un tostón. El único que lo pasó bien fue un abuelo de la grada del ocho que se puso morado metiendo mano a dos guiris patilargas y rubicundas. Se llevó la ovación de la tarde. Una ovación “ostentórea”.

COLABORACIONES AMIGAS

EL CID HA MUERTO, ¡VIVA EL CID!

Por Fernando José Sánchez Vindel

Estas palabras pretenden ser una elegía. Elegía a un extraordinario y grandioso torero que se ha extinguido de tanto romperse toreando con el alma. Una estrella apagada que un día iluminó con toda su fuerza el terrible planeta de los toros. No voy a detenerme en estadísticas, pues ni valgo para ello ni el Cid lo merecería. Manuel Jesús ha sido puro sentimiento, el quejío sabio de la fragua que abrasa las gargantas en los bordes candentes de la madrugada. "Estirpe de la gracia saetera".
Hay una Sevilla que ríe y una Sevilla que aguarda, silenciosa, los luminosos rincones de la noche para decir, a gritos templados, las verdades eternas. El Cid siempre ha dado, en sus grandes tardes, un recital de expresión herida, un canto y un cante, pensado sólo para los cabales que pueden y quieren escucharlo, desnudo, verdadero y sabio. Nunca ha sabido el sevillano adornar su mensaje, su sosegado y herido lamento. Caminó siempre por los palos fundamentales del toreo: la verónica, el derechazo y el natural. La toná, la soleá y la seguiriya. ¿Para qué más? Con esas armas atravesaba el duende su desgarbado cuerpo para mordernos dulcemente el corazón.
Un sentimiento, además, ha caracterizado la carrera del diestro de Salteras: la empatía. Todos hemos sido el Cid cada vez que ha llorado tras perder la merecida gloria con la espada. Igual que todos hemos sido el Cid cuando, tras echar fuera de sí toda su alma, nos partíamos las camisas. Analicémoslo un poco desde el punto de vista taurino:
Con el capote casi nunca ha sido un virtuoso, pero su capa de grandes dimensiones, templada y mandona, ha servido para enseñar a sus toros el camino y la forma de seguirlo. La mano derecha ha logrado, con un ligero codilleo acompañado de la cintura, un muletazo sabroso, de gracia castellana. Pero con lo que ha marcado la diferencia el Cid ha sido con su templada, enclasada, profunda y poderosa mano izquierda. Manuel ha dado los naturales más largos de la historia del toreo, extendiendo su largo brazo, su muñeca, sus dedos, sus falanges... Todo ello acompañado del cuerpo, relajado, entregado, sobrecogido.
Hay quien piensa que el Cid ha sido un torero de corridas duras. Pero el sevillano no se ha caracterizado por su poder, sino por su pureza. Lo que ocurre es que entendía como nadie al toro de Victorino, y tenía un tremendo valor para darles esos toques sutiles que esos animales necesitan. Pero, por lo demás, con el toro duro y malo ha sido muy torpe para taparse. También hay quien piensa que el Cid es sólo torero de victorinos. Tampoco es cierto. Y si no, ahí quedan sus faenas de rabo en Madrid a un toro de Alcurrucén y a otro del Pilar. El Cid es el torero que más faenas de Puerta Grande ha realizado en Las Ventas en la última década. Conquistó La Maestranza, algo nada fácil para un torero recio como él; y se consagró definitivamente una tarde de agosto en Bilbao, saliendo a hombros con seis victorinos. Esa tarde resume a la perfección la carrera del diestro de Salteras.
En una plaza, la de Bilbao, que no le había visto triunfar, donde no tenía excesivo cartel y llena de un público educado, pero neófito en el arte del toreo, el Cid, sin un sólo gesto para la galería, desgranó su toreo como un suave sirimi, y “el verso cae al alma como al pasto el rocío". Fue penetrando, convenciendo, hipnotizando a la plaza de Bilbao, hasta que estalló de locura y placer cuando el duro presidente, Matías González, sacó sus dos pañuelos a la vez, otrogándole las dos orejas del quinto de la tarde. En aquel esfuerzo sobrehumano se acabó la gasolina del Cid...
Mientras era paseado a hombros, una tenue luz crepuscular, melancólica, lo fue envolviendo. Después llegó el sufrimiento propio y de sus seguidores, que veíamos cómo el sevillano apenas era una sombra de lo que había sido. La enfermedad y muerte de su padre parecía explicarlo, pero este año ya se ha demostrado que el Cid exultante y poderoso, que todos admirabamos un día, ha muerto para siempre, que su estrella ya no ilumina como un sol incandescente el terrible planeta de los toros. Ya sé que, como le corresponde, el Cid ganará batallas después de muerto, pero yo quiero aquí y ahora rendirle mi último homenaje, el adiós de los marineros, la más hermosa de las elegías. El Cid ha muerto. ¡Viva el Cid!.

“Un trágico quijote desgarbado
estirpe de la gracia saetera,
con su zurda muleta por bandera
a cárdenos molinos enfrentado,
arcángel por el temple bautizado
en la llama fugaz de una quimera.
El cáliz de pasión de su montera
anida un corazón enamorado.
Junco andaluz, flamenco y sevillano.
Flor de jazmín, estrellas y corales.
Del embrujo, torero soberano.
El paso de piedad de los cabales
que rozan paraísos con la mano,
cuando torea el Cid por naturales.".