miércoles, 30 de noviembre de 2011

EN LA MUERTE DE DIEGO PUERTA

LA SONRISA DEL HÉROE

Paco Camino, El Viti y Diego Puerta compusieron uno de los carteles más repetidos en el toreo. El éxito de la terna se debió al altísimo nivel de sus tres componentes, porque Diego Puerta tenía tanto cartel y categoría como el que más.
Su trayectoria es de las más honestas y admirables de la historia del toreo. Los toros le cogieron con una saña que estremece: más de cincuenta cornadas cicatrizaron sobre el menudo cuerpo del torero, alguna de ellas gravísima, como la que le infirió un Guardiola en Bilbao en los principios de su carrera. Le partió el hígado, y esto, que hubiera quitado del camino al más pintado, a Puerta no le amilanaba. Salía de la cama con el valor intacto, dispuesto a arrimarse más todavía. Y lo hacía tan contento, sonriendo. Nunca salió de su boca una queja y asumía con alegría lo que le tocaba padecer.
Esta actitud contrasta enormemente con el lamento quejumbroso de muchos toreros actuales que no han sufrido, ni con mucho, lo que padeció Puerta. Diego es un patrón para medir el valor: cuando se dice de un torero que es valiente, yo lo comparo con el pequeño gigante de San Bernardo, y no hay quien resista la comparación. Con mucho menos castigo por parte de los toros, muchos han tirado la toalla. Diego ha sido el Espartero del siglo XX.
El toro que le encumbró, un miura llamado Escobero, le cogió tropecientas veces, pero Diego volvía a la cara del toro con más arrojo aún, pues sabía que estaba en Sevilla en su primera Feria de Abril, y que había que triunfar a toda costa, a cualquier precio. Esta fue la tónica constante de su carrera, una lucha tenaz en un escalafón plagado de figurones del toreo, donde la supervivencia era muy difícil. Diego, superviviente nato, siempre estuvo en la primera fila, desde el principio hasta final de su carrera.
Pero no solo fue de un héroe. Puerta además fue un gran torero, mucho mejor torero de lo que después se le ha reconocido, o de lo que se dice en los libros. Su toreo alegre, del más puro estilo sevillano, fue muy apreciado. No era, desde luego, un artista tan depurado como Pepe Luis Vázquez o Pepín Martín Vázquez. Pero su presencia en el ruedo llenaba al público de alegría.
El torero más próximo a él podría ser Manolo González, un sevillano que aunaba la pinturería con el valor, la misma fórmula empleada por Puerta diez años después. González duró muy poco: tras una trayectoria meteórica se retiró muy joven. Puerta, sin embargo, estuvo dieciséis años como primera figura. Esta combinación de pinturería y valor encantó a los públicos de la época. A todos los públicos, pues Puerta tuvo el máximo cartel tanto en Sevilla y en Madrid como en el norte.
Y desde que él se marchó en 1974, no ha habido en el escalafón un diestro que haya ocupado su lugar. A partir de entonces, los toreros de aire sevillano han sido medrosos y de poco valor. Y los diestros valerosos han mostrado su valor de modo más seco y más triste. En estos últimos treinta años nadie ha aunado el pellizco y el valor. Ahora no hay un diestro paralelo a Diego Puerta. Y es una pena.
Las imágenes que han quedado de él nos muestran a un gran torero. Toreaba con el capote de un modo muy apretado que enervaba al público. Nadie ha dado unas chicuelinas tan ceñidas como él. Parecía que el toro se lo iba a llevar por delante en cada lance. Sus chicuelinas estrujantes son una provocación para todos esos toreros que se pasan el toro a un kilómetro.
Puerta llenaba la plaza de alegría. Salía entusiasmado a torear y eso llegaba mucho al público. Mientras que para otros toreros torear es un asunto duro y penoso y el público se da cuenta, Puerta salía tan contento. Puerta es la alegría en el toreo, alegría a pesar de cornadas y amarguras.
Sus detractores le acusaron de torpe, rápido y superficial. Desde luego no era un muletero de la calidad quintaesenciada de Camino o El Viti. Pero la muleta de Puerta no era mala tampoco. Lo de la torpeza es porque se arrimaba sin duelo (y muchas veces sin cabeza). Y a quien se arrima de esa forma los toros le cogen: que se lo pregunten a Benítez, a José Tomás y a algunos otros. Puerta era pequeñín y de bracitos cortos. Con este físico es imposible torear con la prestancia de Antonio Ordóñez, pero ligaba muy bien el toreo obteniendo series muy macizas y compactas. Su muleta era muy variada y su toreo de adorno y los recortes eran preciosos. Faenas vibrantes, siempre entre los pitones, con series bien ligadas y llenas de adornos de fantasía. Un toreo optimista y bonito que ahora no se ve. Y sin ser un estoqueador depurado, al toro que tenía que matar lo mataba.
La presencia de Puerta en el cartel era una garantía de éxito: con su constante entrega obligaba a los demás compañeros a arrimarse también. Era, por ejemplo, el acicate que obligaba a Paco Camino a sacar lo mejor y, además, Puerta era un hombre de palabra: cuando dijo que se retiraba, cumplió con su palabra escrupulosamente. Rara avis en la profesión, donde los toreros van y vienen, se retiran y reaparecen, desdiciéndose constantemente.
Con la noticia de su muerte está de luto toda la afición española. Que Dios tenga en gloria a Diego Puerta, valiente entre los valientes.

LA TRIPLE ENTENTEPARA LA PLAZA DE LAS VENTAS

LA TRIPLE ENTENTE

La Triple Entente la que formaron Francia, Rusia y Gran Bretaña para contrarrestar el expansionismo alemán de principios del siglo XX. Resultó ser el germen de la Gran Guerra... Pues bien: a principios del siglo XXI, hemos asistido al nacimiento de una nueva Triple Entente. Esta vez para contrarrestar la avaricia y el intervensionismo de la Comunidad de Madrid. Los firmantes de la nueva entente: los Choperitas, Simón Casas y Matilla.
La jugada hay que calificarla de maestra. Sólo ellos pueden optar a la plaza. Y al presentarse juntos, es de suponer que ofrecerán la cantidad mínima de dinero posible, dentro de las condiciones del pliego. Con ello que echarán por tierra la subasta encubierta que tenía prevista la Comunidad de Madrid que, dejando aparte retóricas inútiles, lo único que le interesa de la plaza de Las Ventas es sacar el máximo dinero posible. Los políticos se las prometían muy felices con un horizonte de dos o tres empresarios dispuestos a ofrecer un Potosí por quedarse con la Plaza de Las Ventas. Pues su gozo en un pozo, se va a presentar una única empresa que, lógicamente, ofrecerá lo mínimo.
Las motivaciones de cada uno de los integrantes del pacto son evidentes. Simón Casas ha hecho suyo el viejo refrán de “si no puedes con tu enemigo, únete a él”. Casas es muy consciente que presentándose en solitario jamás le darían la plaza, pues su carácter polémico y litigioso repugna a los políticos, amigos de la tranquilidad y enemigos de los sobresaltos. Así que se ha unido a la opción ganadora.
José Antonio Martínez Uranga ha demostrado, una vez más, ser mas listo que el hambre. Como perro viejo sabe muy bien que la mejor manera de neutralizar a los rivales es ofreciéndoles cargos y gabelas. Y eso ha hecho. En cuanto a los Matilla, juegan a lo mismo que vienen jugando últimamente: acumular poder en la sombra, hasta hacerse imprescindibles y mandar en el toreo, que ya lo hacen.
¿Cuál será el reparto de papeles? Aunque ellos han dicho que las decisiones van a ser colegiadas, todo apunta a que José Antonio llevará la batuta y las contrataciones de las figuras, Matilla llevará el campo y Casas los actos culturales y la puesta en escena.
La pregunta que todos nos hacemos es: ¿cuánto va a durar el invento?. El carácter pragmático y conservador de Choperita y Matilla va a entrar constantemente en colisión con el carácter romántico y aventurero de Simón Casas. Aunque precisamente de esta contradicción pueden surgir grandes cosas, pues ambas tendencias son necesarias en Madrid, y son complementarias. Cada parte posee exactamente aquello de lo que carece la otra. Con la oferta que hagan a la Comunidad, con la planificación de la temporada que preparen, veremos a ver la cuota de poder de cada parte en el proyecto.
A quienes no debe haber gustado nada la noticia es a los matadores de postín, a los integrantes del famoso G-10. Es evidente que, salvo excepciones, las figuras actuales no llevan poca gente a las plazas, pero tienen un caché altísimo. Caché que no se corresponde con el interés que generan. Y los empresarios intentarán rebajarles el dinero. El inmenso poder que va a amasar la triple entente, va a hacer posible la baja de los honorarios de los toreros. ¿Y qué figura se va a enfrentar a un oligopolio que, directa o indirectamente, controla casi todas las ferias importantes?
En medio de las maldiciones por el pésimo pliego redactado por la Comunidad, la cosa se ha puesto de repente interesante. La composición, por su peso en el mundo taurino, de la Triple Entente genera ilusión y confianza en el proyecto. Esperemos que no nos decepcionen.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Sobre el Canal PlusToros de Molés

REPITAJOS PLUS

Manolo Molés es el amo del cotarro. El hombre más poderoso e influyente del periodismo taurino. No es, ni mucho menos Gregorio Corrochano, pero su posición al frente del canal de pago que viene televisando todas las ferias de postín, lo han convertido en un ser poderoso y omnipresente.
Es cierto que Canal Plus se ha hecho con el monopolio de las grandes ferias por el abandono y desinterés de las otras cadenas de televisión, que han despreciado el tema taurino, y han dejado en bandeja al Plus la explotación del negocio, lo que ha hecho que Molés tenga un poder casi absoluto en el mundo del toreo. Esto, a la larga, es malo, muy malo.
La posibilidad de poder presenciar todas las grandes ferias de la temporada sin moverse del sillón de casa, gusta mucho a los aficionados, que pagan encantados la suscripción al canal de pago. Pero lo de las veinticuatro horas de toros todos los días del año, está siendo un fiasco tremendo. El Canal Toros 24 horas no es más que un pozo negro de corridas mediocres, mil veces repetidas, y con escaso interés. Un canal temático no puede apoyarse casi única y exclusivamente en repeticiones, en repitajos que provocan ardor de estómago.
Calificar de corrida histórica un festejo malísimo, de cartel vulgar, resultados patéticos y que tuvo lugar hace tres o cuatro meses, resulta un auténtico sarcasmo. Es verdad que, además de los repitajos, se da algún que otro programa en torno a las ganaderías o los profesionales del mundo del toro... Pero con poca variedad: poca amplitud en la selección de los protagonistas, y menos en la selección de quienes los realizan, casi siempre los mismos. Muy poco brillantes, por cierto (sin ánimo de ofender).
Para ofrecer 24 horas de toros, son necesarios varios elementos que brillan por su ausencia en el Plus. Una programación continuada de 24 horas necesita un talento y una capacidad que ahora mismo los responsables del Plus no parecen tener. Primero hay que gastarse la pasta comprando cosas apetecibles, desde películas taurinas a las grandes faenas del pasado, como las que rodó Gan. Luego, no todos los programas pueden ser de producción propia. Ha de ficharse a gente sabia y solvente que haga programas interesantes y de altura intelectual, no esos debates baratos donde no se dicen más que tópicos.
Y volviendo al asunto de las corridas repetidas: una corrida puede repetirse una vez, la noche de autos, para que puedan verla quienes no pudieron verla en directo. Y se acabó. Solamente festejos excepcionales resisten más repeticiones completas. Repetir festejos malos es un calvario para el televidente. Y hay que seleccionar: cuando en una corrida de escaso interés hubo algún momento interesante o algún toro que mereció la pena, que se seleccione ese momento o ese toro, y se repitan solamente los momentos auténticamente buenos, no las corridas enteras que, perdida la emoción y la incertidumbre del momento, acaban siendo inaguantables.
Sea como sea, el Plus se ha convertido en el gran escaparate del mundo de los toros. Por eso sería muy importante la apertura. Abrir el canal a otras voces, otras ideas, otra visión de la fiesta. Sé bien que Molés jamás consentirá a nadie que le haga sombra o discrepe de él. Pero sería bueno que en esas veinticuatro horas hubiera programas de muchos clases, realizados por personas distintas y dispares, no siempre por los mismos. En este canal deberían tener cabida todas las formas de entender la fiesta, desde el torismo más radical al torerismo más acérrimo, pasando por las opiniones más prudentes y moderadas... Me encantaría oír voces contra la gran patronal taurina, muy culpable del desastre en el que se mueve la fiesta y a la que Molés no critica jamás. ¿Por qué será? En resumen pido pluralismo informativo y contraste de opiniones, cosas que ahora mismo también brillan por su ausencia.
Hablemos ahora de las corridas televisadas... ¡Qué buenas son las retransmisiones del Plus!, hemos oído decir muchas veces. Claro, si las comparamos con aquellas caóticas retransmisiones de Antena 3 o Telecinco en los años del desmadre de Jesulín, pues sí: las retransmisiones del Plus resultan buenas. Pero a mí no terminan de entusiasmarme, qué quieren que les diga.
La realización de Víctor Santamaría abusa de posar en exceso la cámara en el tendido. La cámara tiene que estar siempre con el toro, que es donde está la corrida. Muchas veces no muestra como sale el toro del caballo, si se sale suelto o lo sacan a punta de capote, detalle capital para evaluar la bravura del toro... Y, entre serie y serie, en lugar de mostrar el palmoteo del tendido, la cámara debería mostrar donde está colocado el toro, muy importante para calibrar la unidad de la faena.
El abuso del plano corto a veces resulta irritante. Será muy espectacular, pero cuando no se ven en el mismo plano toro y torero en su totalidad, es imposible evaluar la calidad del lance o el muletazo. Cuando me he quejado de la realización, me han dicho que se ha de buscar la espectacularidad para que guste al gran público... Pero ¿este no es un canal de pago que pagan los aficionados?
Y ¿qué decir de la verborrea de los comentaristas? Muchas veces son frecuentes las conversaciones privadas sobre sus cosas, que no interesan a nadie, y hablan poco de los sucesos del ruedo. Esa incapacidad para estarse callados acaba siendo estomagante. El comentario debería ser escueto y breve, que ilustre, si fuera necesario, sobre lo que pasa en la arena. La verborrea hablando de los últimos resultados del Real Madrid o del Sevilla, es improcedente.
Por cierto, cuando los comentarios son de calidad, siempre vienen de la voz de los exmatadores. Molés jamás se sale del tópico manido y de la visión más superficial y políticamente correcta de la fiesta. No estaría mal alternar a distintos comentaristas (por supuesto, con capacidad), y no tener siempre al mismo. Y ofrecer la posibilidad de poder ver la corrida sin comentarios, únicamente con el sonido ambiente de la plaza, como cuando estamos en el tendido.
Capítulo aparte merece el abuso de entrevistas. Entrevistas a los intervinientes en los momentos menos oportunos... Entrevistas a los invitados de ese palco que solo sirve para halagar la huera vanidad de un montón de figurantes y mindundis, que no tienen nada interesante qué decir. Señores, más sobriedad, menos verborrea y más objetividad en el juicio: no siempre el torero está de maravilla, ni toda la culpa es del toro... Generalmente es la revés. Normalmente, yo veo todas las grandes ferias en la plaza y en directo, así que apenas me había enfrentado a las retransmisiones del Plus. Ha sido últimamente cuando las estoy descubriendo. Y me he quedado de piedra.
La idea del Canal Toros es muy buena, pero o se cambian las maneras de hacer las cosas o se mata de aburrimiento a los cuatro aficionados que quedamos. Y quedamos cuatro, que a nadie se le olvide. A ver si ahora con el cambio, TVE empieza a retransmitir toros y se airea un poco esto. Y toros en abierto para que los vea todo el mundo. Pero ¿Molés-Plus va a dejarles algo interesante que televisar? Veremos...

miércoles, 23 de noviembre de 2011

A PROPÓSITO DEL NUEVO PLIEGO DE LAS VENTAS

EL PLIEGO DE MADRID: MAS DE LO MISMO, PERO PEOR.
Domingo Delgado de la Cámara

Como sabían que el pliego no nos iba a gustar nada, lo han tenido guardadito en la nevera hasta después de las elecciones. Y una vez obtenido el tan ansiado triunfo electoral, se da a la afición una buena dosis de ricino para desayunar. Se trata de un pliego que vuelve a caer en los mismos errores que los dos anteriores. Con semejante porquería, no se van a solucionar los problemas de la plaza de Madrid, alguno de ellos gravísimo. Se van a enquistar aún mas.
Yo le diría a Esperanza Aguirre que la declaración de la Fiesta como bien de interés cultural se queda en pura retórica si después se elaboran pliegos tan nefastos como el que nos ocupa. Menos golpes de efecto y más trabajar por el día a día de la Fiesta. Teniendo en cuenta los delicadísimos momentos que últimamente vive la fiesta, era muy necesario un buen pliego para la plaza de Madrid, la primera del mundo. Y sin embargo, nos han obsequiado con este bodrio.
1.- El dinero. Bajar el canon mínimo a dos millones trescientos mil euros, no es más que un brindis al sol. Pues, al no poner límite por arriba, ¿de que sirve la rebaja? Otra vez estaremos ante una subasta encubierta. Lo lógico hubiera sido establecer un canon cerrado y de reducida cuantía, para poner el acento y la exigencia en la programación de las ferias y la temporada en general. No ha sido así, porque, aunque los políticos lo nieguen, lo único que les interesa es el dinero. La satisfacción del aficionado les trae al fresco. La Comunidad de Madrid sólo quiere dinero, lo más posible. Esta actitud contrasta con el apoyo que presta a deportes y espectáculos claramente minoritarios, sin el respaldo popular de los toros.
2-La empresa. Está claro que la plaza de Las Ventas no puede ponerse en manos de aventureros inexpertos. Tiene que haber un filtro. Pero el filtro que han puesto es a todas luces excesivo. Da la impresión que se ha establecido para eliminar de antemano a los competidores de los Choperitas, ya que estos son casi los únicos que han gestionado últimamente dos plazas de primera. Ojalá me equivoque, pero todo apunta a que van a renovar los donostiarras, cuyos mayores méritos han sido arrasar la temporada de verano y bajar el trapío del toro a veces hasta lo ridículo. Los responsables de la Comunidad de Madrid están muy satisfechos con ellos, porque pagan muy puntualmente el pastón de rigor. Pero los aficionados estamos hasta las narices de una empresa que ha abandonado la temporada y que ignora con soberbia las demandas del público pagano.
3-La temporada. Dado que a la Comunidad lo único que le interesa es la pasta, y la recibe religiosamente, no tiene fuerza para ponerse exigente con el empresario en la programación de la temporada. El nuevo pliego, de momento, suprime el mes de marzo y echa el cierre el día del Pilar. La idea es clara. Lo que se pretende es dejar reducida la temporada madrileña solamente a los festejos rentables. No se han atrevido –todavía- a terminar con el festejo de los domingos, pero la tendencia es esa. Es lo que quiere José Antonio Chopera, empresario de ferias, que nunca ha creído en las plazas de temporada. Poco a poco, se lo van poniendo más fácil... Nada se dice de las corridas de toros de los domingos, por lo que ya se ve venir otro verano completo de novilladas infumables. Y, por supuesto, habrá feria del Aniversario, al tiempo.
Menos mal que, en el cómputo final, no se ha reducido el número de festejos. Y está bien que por primera vez se inste a la empresa a la lidia de encastes minoritarios. Algo es algo... Y lo que es una jugarreta para la empresa es lo del día de La Comunidad y la Beneficencia: corridas organizadas por los políticos pero pagadas por la empresa. Inaudito.
Tampoco esta vez se han decidido a encarar con valentía el tema de los precios de las entradas. Suben todas un cinco por ciento. No se han atrevido a poner los tendidos bajos de sombra al mismo precio que Sevilla o Bilbao: esa sería la solución para hacer competitiva la plaza de Madrid. Una localidad muy baja de sombra en Madrid vale la mitad que en Valencia o Barcelona Esto es lo que descompensa la taquilla de la plaza, no lo barato de las localidades populares.
En definitiva, una chapuza pensada para llevárselo calentito. Y la temporada seguirá languideciendo hasta su muerte definitiva. Y todo se dará por bueno, si hay suerte y en San Isidro se ven dos o tres faenas entonadas. Para echarse a llorar.
Aunque Esperanza Aguirre, muy liberal ella, no quiera hablar del asunto, la solución de la plaza de Madrid pasa por una autogestión a la francesa o a la bilbaína: un gerente experto y un consejo de aficionados, no de políticos, fiscalizándolo. Olvidarse del dinero, ofrecer los mejores toros y los mejores toreros, reforzar la temporada. Si la plaza de Madrid abandona la temporada ¿de donde saldrán los toreros del futuro? De ninguna parte. Si queremos que la fiesta sobreviva, es fundamental la supervivencia de la única temporada que queda.
Como es natural, a la crítica taurina no le ha gustado el pliego. Sólo a Manolo Molés le ha gustado. Sospecho que parte interesada en el invento. Ahora mismo me sacudo la abulia que últimamente me invade, y la semana próxima hablaré del famoso canal de Molés, que está consiguiendo convertir en antitaurinos hasta a los aficionados de más entrega. El pliego, Molés, Quito...¡joder, qué calvario!