martes, 24 de mayo de 2011

¡Ya llegó el verano!

Las Ventas, 24 de Mayo de 2011


Señores: ya llegó el verano, y las chavalas, bien ligeritas de ropa, salen a la calle luciendo sus encantos, para goce y disfrute de los transeúntes. Los abueletes, sentados en el banco, comentan la situación:
-Hay que ver qué mujerío. En nuestros tiempos de esto no había. Ni entiendo el fútbol de ahora ni me convencen los toreros del momento. Pero en lo de las gachises ¡sí que hemos mejorado!
-Y que lo digas, Evaristo. Lo malo es que ya no sirvo para nada. El bromuro que nos echaban en la mili, está haciéndome efecto ahora...
Se sentía ese optimismo previo a las corridas de expectación: la reventa solucionando el invierno; puros de los caros porque un día es un día; las terrazas atestadas, y los cocacolos vendiendo refrescos a destajo. Y sonrisas de oreja a oreja porque, además, ya se atisba el final del nefasto Zapatero. Como dice Gabriel Albiac, se acaba el septenio necio... Este era el ambiente que se respiraba en los minutos anteriores a las siete de la tarde. Luego llegó la decepción.
La corrida de Sorando había sido desechada en el reconocimiento por su pésima presentación. Y por una vez la empresa se mantuvo en su sitio, e impuso su criterio a los mentores de los toreros, que pretendían traer más becerros. Se trajo una corrida del Torreón, bien presentada pero que no tenía nada dentro: ni fuerza ni raza.
Juan Mora tuvo un primero que embistió con la cara arriba y dando cabezazos, y un segundo de tanta clase como poca fuerza. Dejó algún detalle suelto, como el inicio de faena a su primero, o una serie con la derecha a su segundo. Y poco más.
El sobrero de Carmen Segovia fue un manso con genio. Manzanares cometió con él un error: hacer caso a quienes estaban metiéndose con él, recolocándose constantemente. Una figura debe ignorar la presión ambiental e ir a lo suyo. Desde luego, en cuanto lo hubiera obligado ligándole los muletazos, y le hubiera bajado la mano tres veces, se hubiera visto que el toro no valía un duro y se hubiera rajado inmediatamente.
Hasta la Guerra Civil, los matadores rara vez se echaban la muleta a la mano izquierda. Solamente ante ejemplares muy boyantes y claros. Pero desde que el inolvidable Manolete impuso la faena actual, es obligado echarse la muleta a la zurda con todos los toros. Así que José María debería haberse puesto también por ese pitón. Por el izquierdo el toro no era bueno, pero hay que enseñárselo al público. Resumiendo: estuvo muy generoso con un toro que no lo merecía. Desde luego, las interjecciones que le llegaban desde el tendido, fueron totalmente injustas. Y más de lo mismo con el quinto. Un toro probón que iba con la cabeza por las nubes y con el que lo intentó constantemente, a pesar de las miradas inciertas del toro.
Va en la cuadrilla de Manzanares un banderillero al que llaman Curro Javier, que se está labrando una reputación como en su día tuvieron Alfredo David, Pinturas o el Vito. Con el capote tiene mando y clase, como demostró con el manso de Carmen Segovia, al que dio capotazos larguísimos. Además banderillea con salero y exposición. Curro Javier es la estrella de la mejor cuadrilla del momento.
El Siete no se metió con Cayetano. No hacía falta: Cayetano se hunde por sí solo. En cuanto le han puesto enfrente de una corrida de toros, han aflorado todas sus carencias. Su primero fue el mejor de la corrida, muy noble y deseando colaborar. Cayetano no fue capaz de ligarle dos muletazos seguidos, porque en todos los envites mandaba al toro a Manuel Becerra.
El sexto era una prenda, tenía mucho sentido y se quedaba muy corto. Representaba una papeleta muy difícil de resolver, y como Cayetano no sabe reponerse ni perder pasos, lo pasó muy mal. De ser él, yo me alejaría de ciertas amistades peligrosas y buscaría a un auténtico gran torero retirado, que me enseñase a torear. En este plan no se puede ir a las plazas de primera.
Lo mejor de la tarde la suerte de matar. Seis toros, seis estocadas. Precisamente hoy, cuando no importaba demasiado... Pero nada importa, porque ¡ya llegó el verano! Y las chavalas...

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