martes, 31 de mayo de 2011

CÉSAR JIMÉNEZ SE REIVINDICA

San Isidro, Martes 31 de Mayo de 2011

Desde hace un par de años César Jiménez ha estado postergado. Esta preterición era un tanto absurda, pues Jiménez es un torero que cumple todos los días. Quizá se debiera a que, a pesar de que es un excelente profesional, Jiménez carece de una personalidad llamativa. ¡Oh, la personalidad! ¡Cuantas injusticias hemos cometido en su nombre! Se perdona todo al torero que la tiene, aun siendo un pésimo profesional; y no se pasa una a quien carece de ella, aun siendo un buen torero...
Pues bien. Jiménez, en cuanto ha tenido ocasión, se ha reivindicado. Y las empresas deberían contar con él, pues muy pocos toreros resuelven la papeleta con la facilidad de César Jiménez. Le tocó en primer lugar un Peñajara llamado “Rodalito”, que ha sido uno de los toros de más calidad que se ha lidiado en la feria. Por ponerle un pero, era ligeramente blando. Jiménez comenzó de rodillas para calentar el ambiente. Después las series sobre ambas manos fluyeron limpias y ligadas, con un torero muy asentado y mandando las embestida por abajo. Buena estocada y una oreja con un toro de dos.
¿Qué faltó para cortar la segunda? Aparte del culto a la personalidad que a unos toreros beneficia y a otros perjudica, Jiménez obligó mucho al toro. Con algo más de alivio, la faena podría haber durado más. Y, para finalizar, debería haber dado una última serie de gran rotundidad. Pero que quede claro que Jiménez toreó despacio y con mucha hondura. Estuvo bien.
El quinto fue un sobrero de Carmen Segovia al que el banderillero Jesús Arruga puso un par de banderillas soberbio, de tanto como se asomó al balcón. Años hacía que no se veía un par tan tremendo. En la muleta el toro embistió punteando y con la cara por arriba. Era dificilísimo torear con limpieza. Jiménez le construyó una faena ligada y limpísima: no hubo ni un enganchón. Con este toro desplegó todo su genio técnico. Sacaba la muleta por debajo del pitón en todos los envites, mientras el derrote se perdía en el aire. Cogió a la perfección la velocidad, la altura y la distancia del toro. Faena, por tanto, de gran mérito técnico, coronada con una buena estocada en la que todo el mérito fue del torero, porque el toro esperó con la cara por las nubes. Y oreja de mucho peso, protestada con furia por los del tendido siete. No se percataron de la gran limpieza y la gran pulcritud técnica del trasteo. Con protestas como la de ayer, dejan ver que casi todos acaban de llegar, y que les falta el último hervor para saber de esto. Cualquier buen aficionado sabe que torear con limpieza a un toro que no humilla es una asignatura dificilísima. En manos de otro torero hubiera habido mil enganchones. Otra cosa es el debate sobre la Puerta Grande: es cierto que una oreja en cada toro no parece suficiente. Dos orejas en el mismo toro estaría mejor para salir por la Puerta Grande... Pero sea como sea, César Jiménez estuvo francamente bien y merece ser tenido en cuenta, pero que muy en cuenta.
Quitando al excelente “Rodalito”, la corrida de Peñajara fue durísima, terrorífica. Y Eugenio de Mora pechó con un lote que era como estar en la silla eléctrica. El lote más difícil de todo San Isidro. A más de uno hubieran metido en la enfermería, y más de dos se hubieran dejado algún toro vivo. Eugenio de Mora estuvo valiente y se los quitó de en medio con gran dignidad, lo que dice mucho de su profesionalidad. Yo no sé hasta qué punto se dio cuenta la gente del enorme mérito que supuso despachar a semejantes tiranosaurios.
El primero fue mansísimo en el caballo y llegó a la muleta muy entero, muy áspero y con un sentido endiablado. Se colaba por los dos pitones y en todos los terrenos. De Mora tranquilamente y sin aspavientos, se puso veinte veces por cada pitón, y aguantó una docena de coladas espeluznantes. Si en alguna de estas el toro no se lo llevó por delante, fue por sus rápidos reflejos y porque la Santísima estaba con él. Otro torero se hubiera quietado este toro de en medio a las primeras de cambio, y a todos no habría parecido bien. Eugenio se la jugó. Sin recompensa pero se jugó la vida.
El cuarto en primer lugar saltó al callejón; después se paró. Pero cuando arrancaba lo hacía con mucho sentido. Medía, probaba y después pegaba el hachazo cuando estaba seguro de hacer carne. Eugenio de Mora se puso otra vez tan tranquilo delante de él, aguantando miradas asesinas y derrotes llenos de azufre. En uno de ellos recibió un puntazo en la mano. Con la espada rápido y bien. Sabía que solo se podía pasar una vez. A partir de la segunda los toros se pondrían imposibles. Actuación sin repercusión pública, pero de un torero hecho y derecho. Hay que ser muy torero para que dos alimañas como esas no te desborden. A otros por mucho menos los nombraron adalides del valor.
El lote de Javier Cortés tampoco fue nada bueno. Parados, bruscos y siempre a la defensiva. Esta ha sido la vez que más decidido he visto a Javier Cortés. Se puso delante de ellos con firmeza y valor. Más no se podía hacer. Otro día será.
Por cierto, delante del primer Peñajara me hubiera gustado ver a las figuras, las supuestas y las de verdad. A ver cuantos muletazos hubieran sido capaces de darle...

lunes, 30 de mayo de 2011

RAFAEL CERRO TIENE TEMPLE

Feria de San Isidro: La novillada de Las Venta del lunes 30 de Mayo de 2011


Rafael Cerro torea con temple, cualidad que yo agradezco mucho, harto como estoy de ver torear a mil por hora todos los días. El temple es la manifestación suprema del valor, pues el torero medroso torea rápido para quitarse cuanto antes al toro de encima. Y, como todas las cualidades basadas en el valor, es innata, no se aprende. Decía Antonio Bienvenida: “Toreamos despacio porque el toreo se nos va en cada pase”. Es cierto, por lo que el toreo rápido resulta insípido e insustancial. Lo que más se aprecia es el torear despacio. Es cuando el toreo conmueve y emociona.
Y por su sentido del temple me ha gustado Rafael Cerro. Dicen que se le ha ido sin torear el sexto de la tarde. Yo discrepo. Este sexto pareció mucho mejor de lo que en realidad era, precisamente porque ha caído en unas manos muy templadas, que lo traían y llevaban sin enganchones.
Cerro tiene también muy buen oficio. El novillo ha lucido porque lo ha llevado a media altura. En cuanto lo hubiese atacado, se hubiera rajado porque era un manso sin raza. Y de hecho se rajó al final de la faena, a pesar de que lo trató con un temple exquisito y no lo obligó casi nunca. Otra cualidad de Cerro es que está más preocupado de torear que de componer. Y me parece muy bien, porque también estoy harto de ese ciento de figurines que componen, pero que no torean. El muchacho se despreocupa de ponerse bonito, mientras se ocupa de enganchar delante y llevar hasta el final. Y eso es el toreo. Las posturas para el tablao. Estoy de cursis hasta el gorro.
Lo peor de su actuación fue que con el estoque se tiró directamente a los bajos en los dos novillos. A su primero, que se lastimó en una mano y embistió sin celo y con la cara alta, ya le había dado muchos pases limpios, y había estado especialmente brillante con el capote: primero en un quite por saltilleras y, después, con unos delantales muy lentos en respuesta a otros delantales de Silveti. La gente de Cerro también ha estado bien. Teodomiro Caballero y Vicente Yestera picó y banderilleó, respectivamente, muy bien al sexto.
Ese sexto fue el menos manso de una mansada de El Ventorrillo. Novillos que casi todos tenían hechuras de toro, pero que mansearon en demasía, especialmente el primero, que huyó de su sombra hasta el último momento. La lidia de este novillo fue un constante error táctico. Y es que, como ahora casi no salen, cuando sale un manso pregonao nadie sabe qué hacer.
En primer lugar fue una locura cambiar el tercio con dos puyacitos. Se puede aliviar en el caballo al pastueño sin fuerza, pero nunca al manso pregonao. Al manso pregonao hay que pararlo como sea. El tercer puyazo era obligado. El toro se quedó sin picar y comenzó a correr de acá para allá, dando arreones y sin obedecer a nada ni a nadie. Silveti se puso a torearlo al natural de buenas a primeras. No, hombre, no. Primero hay que doblarse con él, reducirlo y pararlo. Y una vez hecho esto, es cuando hay que intentar torear en redondo. A lo mejor el toro no se presta, pero estará dominado y listo para la muerte. Otra clase de lidia supone estar persiguiendo al toro todo el rato y, además, estar a su merced. Diego Silveti, tan voluntarioso como inexperto, persiguió al novillo hasta por la acera de la calle Alcalá, y en un arreón de buey, se llevó un volteretón espectacular. La segunda estocada que dio fue muy buena, lo mejor que hizo.
Y yo pregunto: ¿No hay nadie en su entorno que le diga lo que hay que hacer? Los toreros solo tienen a su alrededor aduladores. La incultura taurina de los profesionales del toreo es galopante. Por supuesto, cuando algún buen aficionado aconseja lo que hay que hacer, los profesionales le miran con el desprecio del ignorante. La ignorancia es atrevida. Este es un problema serio que tiene la fiesta: los chavales no tienen buenos consejeros y ya no se habla de toros. Es un mal general.
El cuarto fue muy informal. Me gusta esta expresión: es ideal para definir a ese toro de embestida cambiante e imprevisible. Creo que el hallazgo se debe a Manuel Caballero. Con este animal informal, Silveti estuvo voluntarioso, pero la cosa se alargó tanto que a punto estuvo de oír los tres avisos. Habrá que volver a verlo, pero con novillos buenos. Tiene valor y buenas maneras, y tendrá que corregir su constante tendencia al codilleo y a estar siempre al hilo, pero es un novillero interesante al que ayer no pudimos apreciar.
Víctor Barrio dio una muy buena serie con la mano derecha a su primero, con ese estilo suyo que conjuga muy bien el clasicismo con la verticalidad. Pero el manso ya no quiso embestir más y se puso a topar. Lo mató de una gran estocada. Sin embargo con el quinto dio un mitin con la espada. La faena había sido totalmente intrascendente por la nula raza y nula calidad del oponente.
Visto lo visto en estas tres novilladas de San Isidro, la conclusión a la que llego es que el panorama novilleril no es tan malo. Más bien lo contrario: hay novilleros interesantes. Si el público no los conoce es porque los empresarios no organizan novilladas, ni los periodistas hablan de los novilleros. Se trata, por tanto, de un mal estructural. Novilleros, haberlos haylos. Y esto, con la que está cayendo, ya supone un auténtico milagro.
Por último, quiero desde aquí enviar un recuerdo a Ortega Cano, y expresarle mi más sincero deseo de una pronta recuperación. ¡Mucha suerte, Matador!

domingo, 29 de mayo de 2011

MORUCHOS CON CORBATA

Las Ventas. Domingo 29 de Mayo de 2011


No todos los morucheros llevan boina y traje de pana. También hay señores de corbata y traje de alpaca que crían moruchos. Este es el caso. La ganadería se Samuel Flores da la impresión de estar abandonada. Y es que Don Samuel debe haberse cansado. Tanto compromiso social, tanta diversión cosmopolita, parecen distraerlo de la atención de la ganadería. Da la impresión de que Samuel se ocupa de su ganadería como yo me ocupo de mi colección de sellos: echo un rato en invierno hasta que me canso, y adiós muy buenas.
Los samueles fueron tan mansos que veo muy difícil que se pueda rehabilitar la ganadería. Y es una auténtica lástima, porque lo de Samuel es lo más puro y legítimo que queda de Parladé. Lo mejor de Parladé.
Fernando Parladé era un señorito loco que se arruinó a base de regalar joyas a todas la putiplistas que pasaban por Sevilla. Era un pagafantas, pero a lo bestia, y cuando necesitaba liquidez, vendía un trozo de la ganadería. Pero se desprendía de lo menos bueno mientras iba guardando lo mejor.
Pues bien: lo último que vendió cuando ya estaba completamente arruinado, fue lo que ahora tiene Samuel Flores. Parladé lo vendió a José Gamero Cívico. Y Gamero Cívico hizo cuatro partes, que fueron las de Domingo Ortega, Clairac, Juan Guardiola y Samuel. Todo ha desaparecido prácticamente, excepto los emblemáticos toros cornalones y badanudos de don Samuel. Por eso es tan doloroso e indignante contemplar la moruchada de ayer. Se está yendo al garete, si no se ha ido ya, una de las ganaderías de más historial y tradición de la cabaña brava española.
Es que ya no se preocupan ni de la buena presentación de las corridas. A saber: tres raspas que se tapaban por la cabeza: los tres primeros toros; uno de presencia aceptable, el cuarto; una vaca impresentable, el quinto, que afortunadamente fue devuelto. Y un buey con hechuras de avileño, el sexto. Intolerable. Y de juego para qué hablar. La peor corrida de la feria y ¡mira que las ha habido malas!. Con este material, ¿qué hicieron los toreros?. Pues poca cosa.
Veamos: dio la impresión de que Padilla ya está fuera de la profesión. Manseó tanto como los propios toros. Con su primero, un manso huidizo, mantuvo las distancias sin querer saber nada, y se lo quitó de en medio de un horrible bajonazo. Lo del cuarto fue peor: para empezar mitin con las banderillas, y después desconfianza total con un toro que de lejos embestía cruzado, pero de cerca se tragaba los pases.
Antonio Ferrera tampoco convenció al aficionado exigente. Por allí anduvo con un manso que pegaba cabezazos y al que mató de un golletazo espantoso. Y en quinto lugar lidió un sobrero de Los Chospes, muy parado en el último tercio. Aunque intentó alargar las embestidas, coloca la muleta tan oblicua y es tan ventajista, que no gustó al respetable. Pero en este toro protagonizó un gran tercio de banderillas, con un quiebro en los medios y otro en las tablas sensacionales por expuestos. Eso es dejar llegar al toro y clavar en la cara. Recibió la única ovación sincera de la tarde y tapó una actuación menos que discreta con las telas.
César Jiménez se topó con un primero noble, pero que embestía con la cara por arriba y sin repetir. Estuvo dispuesto e intentando ligar el toreo, y lo consiguió en una serie con la derecha. Lo malo fue que, cuando volvió a insistir, el toro ya no quería saber nada. El sexto fue un morucho avileño más manso que un hombre casado. Jiménez lo intentó con la zurda en los toriles. No consiguió nada. A ambos toros los mató a pellizcos.
Cuando salen corridas como la de ayer, los que defendemos la variedad en la cabaña brava y apostamos por la supervivencia de todos los encastes, nos quedamos sin argumentos. Que luego que nadie se extrañe del predominio arrollador del toro de Domecq.

sábado, 28 de mayo de 2011

MOROS Y CRISTIANOS

Las Ventas, 28 de Mayo de 2011. Corrida de Rejones

O todos moros o todos cristianos, pero lo que no puede consentirse es la diferencia de trato. A Leonardo Hernández le concedieron tres orejas, legítimamente ganadas. Pero a Sergio Galán le negaron dos igualmente legítimas y pedidas mayoritariamente. Le birlaron una Puerta Grande que debía haber compartido con Leonardo. El autor del desaguisado fue el Presidente Martínez Moreno. En un ambiente festivo, como el que se vive en una corrida de rejones, es una estupidez negar orejas cuando el público las pide. Y si encima, el rejoneador ha estado bien, como fue el caso, es una injusticia flagrante... Hay que recordar que el Sr. Martínez Moreno suele regalar orejas pedidas minoritariamente en las corridas de a pie, por lo que su incongruencia es manifiesta.
La corrida de Luis Terrón, de preciosas hechuras urquijo, fue mansota y justa de raza, pero se prestó muy bien al lucimiento de los caballeros en plaza. El menos afortunado en el sorteo fue Sergio Galán, pero solventó con gran profesionalidad los defectos de los toros. Es un gran rejoneador, pero su principal problema es que se parece demasiado a Hermoso de Mendoza. Le imita hasta en la forma de coger el sombrero o de pasear las orejas. Y claro, puestos a elegir, la gente prefiere el original.
Galán, pues, tiene un problema de falta de personalidad, pero es muy bueno. A su primero, de media arrancada y que daba cabezazos, lo enceló de tal forma, que el toro hasta pareció bueno. Además arriesgó clavando en el estribo. El cuarto embestía sin celo y a base de arreones. Nadie vio nada de lo templado que hizo todo. Con un caballo isabelo que se llama Apolo, rozó la perfección. Mató bien a sus dos enemigos, y mereció al menos una oreja de cada uno. Una vuelta al ruedo en el cuarto supo a muy poco. Le han quitado una Puerta Grande precisamente en el año en que más lo necesita, cuando están tratando de orillarlo injustamente.
Lo mejor de la corrida cayó en manos de Leonardo Hernández. Su primero fue bravo y encastado, el único bravo de la corrida; y su segundo, de pura mansedumbre, saltó al callejón. Pero después embistió con temple y suavidad. Con el primero Leonardo recitó la lección que le han enseñado: quiebros, galopes de costado y, para acabar de calentar al personal, banderillas cortas al violín. Una oreja estando por debajo del toro. Sin embargo con el sexto le vimos por primera vez arranques de originalidad y genialidad. Con un caballo tordo toreó con mucho temple y sentimiento. No recitaba la lección, estaba inspirado. Y esta inspiración llegó hasta la gente, que le premió con dos orejas.
Moura Caetano conoce la doma clásica y quiere torear muy frontalmente, con mucha pureza. Pero todavía no le sale, y sus actuaciones fueron bastante desajustadas. Expuso en demasiados caballos, y así los toros le hirieron a dos, uno de los cuales hubo de ser sacrificado. Tarde de sustos, porque también fue herido un caballo de Leonardo. Y es que los rejoneadores se toman excesivas confianzas porque los toros salen “arreglados”. Si salieran en puntas, se acababa lo de abusar de los caballos.
Por último, aunque mucha gente se ha olvidado completamente, yo sigo echando de menos la Venta del Batán. Era muy bonito ir a ver los toros que iban a lidiarse en San Isidro. El Batán fue una escuela de nuevos aficionados, y forma parte de mi vida: mis abuelos me llevaban ya cuando yo no sabía andar aun. La Venta del Batán está entre los mejores recuerdos de todos los aficionados madrileños, y por eso exigimos que el año que viene vuelva a ser abierta. Esto es responsabilidad del Señor Ruiz Gallardón, antitaurino de tapadillo. Queremos volver al Batán cuanto antes, Sr. Gallardón. A ver si por una vez satisface a quienes le votan.

viernes, 27 de mayo de 2011

LA CABRA

27 de Mayo de 2011. Plaza de Toros de Las Ventas:

La cabra, la cabra, la puta de la cabra, la madre que la parió. Yo tenía una cabra y ¡en Las Ventas se lidió! ¡Cabreros del mundo! ¡unios, porque en la monumental de Las Ventas tendréis vuestra gran oportunidad!...
Tengo vistos treinta y tantos San Isidros, y nunca jamás he visto lidiar tanta cabra como este año. Lo de ayer fue bochornoso: el segundo y tercero de Las Ramblas, el sobrero devuelto de Ortigao y el sobrero de José Luis Iniesta, eran impresentables. Solo protestó el tendido siete. Claro, a los beneficiarios y beneficiarias de las entradas regaladas, y a los frívolos y frívolas de los bajos de sombra, el trapío de las reses les trae al pairo: no distinguen un toro de lidia de un basset hound. Desde luego, presidentes y veterinarios se están luciendo. Están dejando la plaza de Madrid a la altura del betún.
Y la mala presentación de los toros es una razón de mucho peso para que los Choperitas se vayan de una vez. Si este año de superabundacia de toros en el campo, traen esta basura, es porque son unos improvisadores y chapuceros. Imprevisión total. ¿Quién va a ver los toros al campo? Tengo la impresión, además, de que los Choperitas se gastan menos en toros que un ruso en catecismos cuando mandaba el padrecito Stalin. Y que tome nota la Comunidad de Madrid: cuando se exige mucho dinero por el piso de plaza, la empresa de turno reduce gastos en la materia prima y así, la avaricia rompe el saco.
Doña Esperanza: sepa usted que le he dado mi voto por asuntos muchos más graves que los temas taurinos, pero en lo que se refiere a la plaza de Las Ventas, la nota que merece es la de “muy deficiente”. A ver si se pone las pilas, hace un pliego como Dios manda, y concede la plaza a la mejor oferta, no a los amiguetes.
Muy poco que decir sobre la corrida de ayer. El Cid no mató ninguno de Las Ramblas. El primero de Pepe Vázquez fue muy noble y se dejó torear. El Cid, sin echar a correr como en otras ocasiones últimamente, no terminó de confiarse ni de ligar los pases. Solo hubo un natural y un gran pase de pecho. Muy poco. El cuarto fue un becerro de José Luis Iniesta, que aguantó una serie. Cuando el toro se para y hay que provocarlo, el Cid no se decide a hacerlo. Así que a otra cosa mariposa.
Ya sé que El Fandi tiene muy mala prensa, pero estuvo muy por encima de un lote muy parado y muy mirón. Sacó muchos pases limpios y ligados. Esto es así, aunque no quiera verlo casi nadie. Con las banderillas, arena y cal: clavó muy pasado en su primero y bastante más ajustado en su segundo.
Arturo Saldívar estuvo bien con su primer novillo, que embestía con la cara alta y punteando. Saldívar mostró firmeza y buenas maneras. Con el sexto, este sí era un toro, el único toro auténtico del festejo, estuvo menos bien. Animoso, pero si decidirse a tragar ni dar el último paso. Era un toro muy parado, aunque tenía posibilidades sobre todo por el pitón izquierdo y, cuando embestía, lo hacía fuerte y con todo. Un toro muy exigente. A Saldívar le costó matarlo. Y la gente, tras dos horas y media de corrida, estaba hasta las narices.
¡Por favor, que Las Ramblas no vuelvan en una temporada larga! Son garantía de sobreros, por su flojedad y mala presentación, y de aburrimiento por su nula raza. Menos mal que mañana será otro día

jueves, 26 de mayo de 2011

DE SERIE "B"

Corrida en Las Ventas del 26 de Mayo de 2011
Ayer el público de serie “A”, es decir, el titular del abono, cedió su localidad al público de serie “B”, es decir, al público de entrada regalada. Muchos titulares del abono solo volverán a pisar el tendido el día de la Beneficencia. El resto de las localidades las regalarán al portero, que es muy pesado y lleva todo San Isidro dando el coñazo de las entradas; o al compi de la oficina, o a la prima sorda de Peralejo de las Truchas...
Desde luego, el titular del abono hizo ayer muy bien, porque la corrida fue soporífera. Lo malo es que mañana el portero dirá: “Don Federico, hay que ver qué corridas más malas me regala usted. A ver si se estira y me regala las del Juli y Morante...” Y es que de desagradecidos y caraduras está el mundo lleno.
También Morenito de Aranda es de serie “B”. A pesar de sus buenas maneras, es muy probable que vegete en la segunda fila hasta que se retire. Su primer toro de ayer, segundo de la tarde, además de chico y agradable, era un toro de los que catapultan a la primera fila a un torero con arrestos y ambición. Fue muy manso en el caballo, pero en la muleta fue extraordinario, sobre todo por el pitón izquierdo, con esa largura y profundidad que solo tienen los Núñez. Su embestida pujante llegaba mucho al público.
Morenito empezó a muletear rapidillo y desconfiado, hasta que se dio cuenta de la extraordinaria calidad del toro. Entonces dio dos series con la zurda profundas y mandonas. Dos series de toreo largo y por abajo. Dos series ligadas de toreo del bueno. Pero ¡oh decepción!: en vez de insistir, se fue a por la espada. El toro tenía todavía treinta o cuarenta muletazos, pero Morenito cogió el estoque. Se le había terminado la gasolina y no parecía estar dispuesto a sufrir más. De valor, corto, cortito.
Con otras dos series con la mano izquierda, hubiera cortado las dos orejas y hubiera cambiado su vida. Pero no se atrevió, sintió vértigo: no es el primero ni será el último. Una buena estocada, dos golpes de verduguillo y saludos desde el tercio. Se va a acordar de esta tarde y de este toro. Con su otro toro, que se quedaba corto y era muy mirón, se dedicó a jugar a la esgrima.
Y es que el resto de la corrida del Cortijillo, además de muy chica y muy mansa en el primer tercio, dio muy poco juego. El primero de Urdiales estaba podrido, así que nada que hacer. El segundo fue muy protestado por flojo, pero después no se cayó. Era tan noble como soso y Urdiales lo atacó mucho. Es curioso: hay muchos toreros que avasallan al toro noble y sin fuerza, pero no son capaces de atacar al toro con raza y poderío. Con ese se arrugan...
Miguel Tendero tuvo un primer toro con buena condición, pero que se defendió mucho por la poca fuerza. El otro embistió con la cara alta y se paró muy pronto. Con su primero no, pero con este último estuvo bastante limpio y templado. No tuvo importancia: la gente ya estaba aburrida y loca por largarse.
Por cierto: los voceros de la empresa ya andan diciendo que este San Isidro 2011 ha sido inolvidable. Está clara la jugada: lo que buscan es la continuidad de los Choperitas. Pues no señor. Si quitamos los dos faenones de Talavante y algún retazo de Manzanares, la feria no ha valido un duro. Y quitando las orejas cortadas por los citados señores, las otras se han debido al ambiente triunfalista que campea ahora en la plaza.
Y es que el Siete ha perdido el control sobre la plaza. Este interesante asunto habría que estudiarlo despacio, pero lo cierto es que el Siete ya no logra imponer su criterio. Cosa que no me alivia: yo no quiero los juicios inquisitoriales de los años pasados, pero tampoco el triunfalismo pueblerino que premia faenas de estropajo y huevo hilado. Me decanto por la severidad dentro del respeto y la educación, pero los de mi bando somos aun minoritarios.
Decía que los Choperita quieren quedarse a toda costa, y su principal argumento ve a ser la “maravillosa” feria de 2011. No entremos al trapo. El gran pecado de los Choperita ha sido haber desmantelado la temporada madrileña, dejándola reducida a la mínima expresión. Por ello no deben repetir. La plaza para quien esté dispuesto a trabajar durante ocho meses, y no para unos holgazanes que hacen caja un mes y vegetan otros siete.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Ha muerto mi amigo Juan Antonio Gómez

UNA MÁQUINA DE EMBESTIR

Ha muerto el mejor aficionado de la plaza de Madrid: Juan Antonio Gómez Gómez, que durante tantos años ocupó la delantera de la andanada del siete. Ha sido una pérdida muy sensible para los que fuimos sus amigos. Su bondad, su sentido del humor y su afición a los toros eran proverbiales. En estos últimos años de terrible enfermedad nos dio a todos una lección con su alegría y ganas de vivir. El domingo, después de ver a sus queridos Pablo Romeros, se durmió para siempre, y hoy nos hemos enterado de la noticia. Ahora estará en el Cielo dando un abrazo a Juan Belmonte, su ídolo admirado. Y en las tardes de toros, su recuerdo nos acompañará siempre.
Nos gustaría que, en su homenaje, se guardara un minuto de silencio en la plaza que tanto amó. Él, que se sentó durante tantísimos años en la dura piedra y no se perdía ni una, sí que lo merece, y no tanto mindundi, tanto barbero y tanto taurino a quien inmerecidamente se ha concedido ese honor. De todas maneras, el día 28, como todos los años, brindaremos como siempre y en el sitio de siempre. Un abrazo, amigo del alma.
Y ahora hablemos de la corrida de ayer. Me encantó la presentación de los toros de Alcurrucén. Dentro de una cierta desigualdad y sin ser una corrida grande, era tremendamente seria por sus finas hechuras y astifinísimas cabezas. Los seis toros dieron un juego muy parejo en el primer tercio: los seis cantaron su mansedumbre. Pero en el último tercio hubo de todo. A saber: el cuarto fue un manso rajado; el sexto, otro manso mirón y con genio; segundo y quinto se dejaron torear, pero embistiendo con la cara alta; el primero tuvo mucha clase y calidad, y el segundo fue simplemente una máquina de embestir. Este ha sido el toro que más y mejor ha embestido a lo largo de toda la feria. Hay que dar la razón a los cráneos privilegiados de Alameda de la Sagra cuando dicen que, cuando un Núñez embiste, lo hace mejor que ninguno. Este toro fue de rabo.
Tuvo enfrente a Sebastián Castella, zarrastrosamente vestido con un terno espantoso. Castella empezó bien con unas dobladas sabrosas y la primera serie con la derecha tampoco estuvo mal. Pero a partir de ese momento puso en funcionamiento su máquina de fabricar pases, y los dio a cientos sin ningún sabor ni sentimiento. El toro, que tenía una embestida larguísima por el pitón izquierdo, quedó prácticamente inédito por ese pitón. El quehacer de Castella con la zurda fue incoloro, inodoro e insípido. Al final la faena remontó con dos series con la mano derecha expuestas, bien ligadas y más sentidas. Después de una estocada contraria, Castella cortó una oreja. Vale, de acuerdo. Pero que conste que el toro era de dos. Incluso de rabo. Este triunfo le permite a Castella sostenerse en las ferias. Cumple siempre porque es muy valiente, pero cuando le sale un gran toro, un toro para consagrarse, se le va sin torear. Y es que el toreo no solo es valor. Es también arte y sentimiento.
El otro gran toro de la corrida, el primero, cayó en manos de Joselito Adame. Era el toro ideal para una confirmación de alternativa. Joselito, aunque ha mejorado mucho estéticamente, se colocó en la oreja y no ligó los muletazos. Se le fue sin torear. Sin embargo, en el sexto estuvo francamente bien. Un manso mirón y que no humillaba nada, con el que, valiente y decidido, se fue muy pronto a los medios. Allí, a pesar de las miradas del toro, se mostró firme y toreó con bastante limpieza. Se arrimó y se impuso a un toro difícil.
Aunque todavía no ha comparecido en la feria Diego Silveti, hay que reconocer que el paso de los mejicanos por San Isidro ha sido dignísimo. No han obtenido triunfos arrolladores, pero todos han cumplido con creces. Noticia excelente para el toreo mejicano que necesita nuevos y buenos toreros. Gracias a Dios aquellos ridículos de los mejicanos de hace veinte años, se han transformados en actuaciones toreras y valerosas. Todos debemos estar de enhorabuena.
El lote de Miguel Ángel Perera tuvo como defecto principal el no humillar. Pero, salvando este defecto, se dejó torear. Miguel Ángel intentó torear largo y ligado, pero nada le salió a derechas. Hubo muchos enganchones y altibajos en una faenas de larguísimo metraje. Últimamente las faenas son tan largas que suenan los avisos sin haber entrado a matar. El sentido de la medida es esencial en una faena, y alargarla innecesariamente supone cansar al público y jugarse los tres avisos. También al matar Perera estuvo fatal. No debe estar contento. Se han pasado Sevilla y Madrid sin triunfos. Pero este es capaz de reaccionar, y lo hará.
Por cierto, con la corrida de la prensa se ha terminado el paso de las figuras por Madrid. En realidad ha acabado San Isidro. Mañana empieza la Feria de Valdemorillo. Sí, en lontananza está la Corrida de Beneficencia, pero esa es una corrida que no organiza la empresa. De las que organiza la empresa de aquí al 12 de Junio, prácticamente todas son del nivel de Valdemorillo. A partir de mañana Madrid será la plaza de tercera más grande del mundo...

martes, 24 de mayo de 2011

¡Ya llegó el verano!

Las Ventas, 24 de Mayo de 2011


Señores: ya llegó el verano, y las chavalas, bien ligeritas de ropa, salen a la calle luciendo sus encantos, para goce y disfrute de los transeúntes. Los abueletes, sentados en el banco, comentan la situación:
-Hay que ver qué mujerío. En nuestros tiempos de esto no había. Ni entiendo el fútbol de ahora ni me convencen los toreros del momento. Pero en lo de las gachises ¡sí que hemos mejorado!
-Y que lo digas, Evaristo. Lo malo es que ya no sirvo para nada. El bromuro que nos echaban en la mili, está haciéndome efecto ahora...
Se sentía ese optimismo previo a las corridas de expectación: la reventa solucionando el invierno; puros de los caros porque un día es un día; las terrazas atestadas, y los cocacolos vendiendo refrescos a destajo. Y sonrisas de oreja a oreja porque, además, ya se atisba el final del nefasto Zapatero. Como dice Gabriel Albiac, se acaba el septenio necio... Este era el ambiente que se respiraba en los minutos anteriores a las siete de la tarde. Luego llegó la decepción.
La corrida de Sorando había sido desechada en el reconocimiento por su pésima presentación. Y por una vez la empresa se mantuvo en su sitio, e impuso su criterio a los mentores de los toreros, que pretendían traer más becerros. Se trajo una corrida del Torreón, bien presentada pero que no tenía nada dentro: ni fuerza ni raza.
Juan Mora tuvo un primero que embistió con la cara arriba y dando cabezazos, y un segundo de tanta clase como poca fuerza. Dejó algún detalle suelto, como el inicio de faena a su primero, o una serie con la derecha a su segundo. Y poco más.
El sobrero de Carmen Segovia fue un manso con genio. Manzanares cometió con él un error: hacer caso a quienes estaban metiéndose con él, recolocándose constantemente. Una figura debe ignorar la presión ambiental e ir a lo suyo. Desde luego, en cuanto lo hubiera obligado ligándole los muletazos, y le hubiera bajado la mano tres veces, se hubiera visto que el toro no valía un duro y se hubiera rajado inmediatamente.
Hasta la Guerra Civil, los matadores rara vez se echaban la muleta a la mano izquierda. Solamente ante ejemplares muy boyantes y claros. Pero desde que el inolvidable Manolete impuso la faena actual, es obligado echarse la muleta a la zurda con todos los toros. Así que José María debería haberse puesto también por ese pitón. Por el izquierdo el toro no era bueno, pero hay que enseñárselo al público. Resumiendo: estuvo muy generoso con un toro que no lo merecía. Desde luego, las interjecciones que le llegaban desde el tendido, fueron totalmente injustas. Y más de lo mismo con el quinto. Un toro probón que iba con la cabeza por las nubes y con el que lo intentó constantemente, a pesar de las miradas inciertas del toro.
Va en la cuadrilla de Manzanares un banderillero al que llaman Curro Javier, que se está labrando una reputación como en su día tuvieron Alfredo David, Pinturas o el Vito. Con el capote tiene mando y clase, como demostró con el manso de Carmen Segovia, al que dio capotazos larguísimos. Además banderillea con salero y exposición. Curro Javier es la estrella de la mejor cuadrilla del momento.
El Siete no se metió con Cayetano. No hacía falta: Cayetano se hunde por sí solo. En cuanto le han puesto enfrente de una corrida de toros, han aflorado todas sus carencias. Su primero fue el mejor de la corrida, muy noble y deseando colaborar. Cayetano no fue capaz de ligarle dos muletazos seguidos, porque en todos los envites mandaba al toro a Manuel Becerra.
El sexto era una prenda, tenía mucho sentido y se quedaba muy corto. Representaba una papeleta muy difícil de resolver, y como Cayetano no sabe reponerse ni perder pasos, lo pasó muy mal. De ser él, yo me alejaría de ciertas amistades peligrosas y buscaría a un auténtico gran torero retirado, que me enseñase a torear. En este plan no se puede ir a las plazas de primera.
Lo mejor de la tarde la suerte de matar. Seis toros, seis estocadas. Precisamente hoy, cuando no importaba demasiado... Pero nada importa, porque ¡ya llegó el verano! Y las chavalas...

lunes, 23 de mayo de 2011

Las buenas maneras de Sergio Flores

San Isidro, 23 de Mayo de 2011
La novillada de Montealto era una corridita de toros. Todos ellos mansos bravucones en el caballo, iban alegres al jaco, y alguno hasta derribó. Pero después huían despavoridos, como arrepentidos de la fechoría realizada. En la muleta fue una novillada de tres y tres: primero, tercero y cuarto muy descastados, muy parados y con la cara por las nubes. Y segundo, quinto y sexto buenos para el torero. Especialmente el segundo, por encastado, y el sexto por noble. Y así la suerte cayó de modo desigual.
Quien no tuvo ninguna suerte fue el francés Thomas Duffau. Su lote fue muy deslucido. Ante sus toros el francés se mostró valiente y con buenas maneras. Más no se podía hacer y mató bastante bien. Saludó desde el tercio tras finalizar sus dos actuaciones.
El madrileño López Simón tuvo una de arena y otra de cal. El jabonero tercero fue un marmolillo, pero el sexto fue excelente, de los que embisten largos y con mucha calidad. López Simón ahogó las embestidas del novillo metiéndose en la oreja. Además mostró un estilo envarado y relamido que no gustó. Con ese gran sexto había que estar infinitamente mejor.
Y el mejor tratado por la diosa Fortuna fue el mejicano Sergio Flores. Su lote fue de triunfo, pero de triunfo gordo. Sin embargo tal triunfo no llegó. ¿Por qué? Es valiente, sus maneras son excelentes, muy clásicas, por lo que este Flores es un interesantísimo proyecto de torero. Entonces, ¿por qué ayer no alcanzó el triunfo? Por su bisoñez: está muy nuevo, y el novillo-toro español nada tiene que ver con el becerrote mejicano. Le falta oficio, solamente eso. Se empeñó siempre en un toreo muy en corto, muy por abajo y muy curvilíneo. Y él solo paró a sus colaboradores.
Su primero derribó espectacularmente y llegó muy pronto a la muleta. Por ponerle un defecto, tenía cierta violencia al final del muletazo. Flores, que lo había toreado bien con el capote, empezó la faena de muleta de un modo muy vibrante, con pases por la espalda y un pase de las flores de cartel. La primera serie con la derecha también fue buena. Pero después la faena se vino abajo por citar muy en corto a un novillo que pedía metros y que en corto arrollaba. Y hubo varios enganchones por querer rematar siempre detrás de la cadera. Si hubiera dado sitio al novillo y lo hubiera llevado hasta el final, el lío podría haber sido gordo. Muy al final de la faena dio una buena serie de naturales, pero ya la faena se había venido abajo y el público también. Buena estocada y saludos desde el tercio. No quiso dar la vuelta al ruedo.
Al quinto, noble y sosito, le bajó la mano muy pronto, y ahí se acabó la faena. De todas formas, sus maneras son extraordinarias. Y más importante que lo que hizo ayer, es lo que se atisba que puede llegar a ser.
Me ha sorprendido el modo despiadado con el que muchos revisteros han tratado la corrida de Pablo Romero. Es evidente que fue mala y están en su derecho de criticarla... Pero cuando se lidie una corrida del encaste único y no tenga la menor casta ni pueda con el rabo, espero que se la juzgue con idéntica dureza. Y, por supuesto, se pida también que las vacas sean llevadas al matadero. Si no lo hacen, empezaré a pensar que son unos vendidos

domingo, 22 de mayo de 2011

Serfín Marín sigue en la brecha

SERAFÍN MARÍN SIGUE EN LA BRECHA

Madrid. Domingo, 22 de Mayo de 2011

A la entrada de la plaza solo se oía hablar del divorcio entre José Tomás y Núñez del Cuvillo. Al parecer el ganadero hizo un comentario que no gustó a la esfinge de Galapagar. Y hasta tal punto no le gustó, dicen, que ha vetado la ganadería. Y todo, dicen, porque Cuvillo expresó su deseo de que en sus corridas apareciera otra figura junto a José Tomás. No me sorprende nada. Aunque sus panegiristas han querido confundir los intereses del toreo con los de José Tomás, la realidad es que son contrapuestos. Y haciendo gala de un egoísmo cegador, el de Galapagar lo quiere todo: todo el dinero de la corrida y que nadie le haga sombra. Esto no es nuevo, siempre ha actuado así. Sus partidarios dirán que se arrima. ¡Solo faltaba!: con los privilegios de que disfruta y los alivios que se toma, estaría bueno no se arrimase. Seguramente a nadie se le ha consentido más en la historia del toreo...
Pero vamos a lo nuestro. Los pablorromeros ya no se caen, pero salen malísimos, con una gran mansedumbre y un pésimo estilo. Queda mucho por hacer en tan emblemática ganadería. Ayer, entre los toros que se rompieron en el campo, los que se pelearon en los corrales y el que se devolvió ya en el ruedo, en total solo se lidiaron cuatro, y su juego fue bastante mediocre. Y a consecuencia de todas esas vicisitudes, alguno era chiquitísimo, y solamente fue tolerado por ser de Pablo Romero. Sea como sea, quiero dar ánimos a los propietarios del Partido de Resina: que no desmayen en su ardua labor de recuperar tan entrañable ganadería.
Sergio Aguilar se topó con dos pablorromeros sin la menor calidad en la embestida. Su intento resultó baldío y pasó de noche por San Isidro. Y el mejicano Ignacio Garibay lidió en premier lugar un toro de Nazario Ibáñez, manso en el primer tercio, pero de muchas posibilidades en el último. Aunque no humillaba mucho, embestía largo y templado. Y templado lo toreó Garibay en un trasteo sin enganchones. Si su quehacer no trascendió, fue porque estuvo muy al hilo del pitón y, sobre todo, por no ligar los pases. Solo ligó una serie con la mano izquierda, que fue la única aclamada por el tendido. Pero fue contraproducente para el torero, porque con esa serie mostró la calidad del toro. El bajonazo fue de los de aúpa.
Y en cuarto lugar salió “la cosa”: seiscientos setenta y dos kilos de mansedumbre y mal estilo. El toro más serio de la feria, porque, además, tenía dos velas. Correteaba como un loco barbeando las tablas buscando la salida, y así fue como pudo ser picado. Miento: en realidad llegó entero a la muleta: muy brusco, con la cara por las nubes y con mucho sentido. Cuando Garibay intentaba encauzar tan tremenda embestida, fue prendido por el toro y castigado con muchísima dureza: una herida grave de 25 centímetros en el muslo, y varias piezas dentales fuera. A pesar de tan tremendo puñetazo, aguantó en el ruedo para dejar media tendida y trasera y varios golpes de verduguillo. Logró acabar con la fiera y se ganó el respeto de la afición.
Claro, que todo el planteamiento de lidia de este cuarto toro fue caótico. Y es que cuando sale un manso con poder, nadie sabe qué hacer. ¿Qué es eso de cambiar el tercio con cuatro picotazos?. Si hay que poner al toro veinte veces en el caballo, se lo pone, como se hizo toda la vida con los mansos con fuerza. Y antes de intentar dar derechazos y naturales, hay que doblarse a conciencia con el toro, someterlo por abajo. Solo entonces debe intentarse el toreo preciosista. El intento de dar naturales y derechazos sin tener al toro dominado, es suicida, como se vio. Y si el toro, una vez dominado, se raja y se niega a embestir, cosa muy posible, pues se lo mata y en paz. Los buenos aficionados sabrían agradecer la buena lidia.
Quien sigue en la brecha es Serafín Marín. Con el quinto de Pablo Romero no pudo hacer nada. Era muy reservón y de embestida muy corta. Pero con el sobrero de Los Chospes, estuvo francamente bien. A pesar de lo que punteaba el toro, a pesar también de que no humilló nunca, Marín lo toreó con mucha limpieza y buen trazo. Después de una estocada de entrega, en la que salió volteado dramáticamente, dio una vuelta al ruedo de las auténticas, de las de verdad. Por cierto: Serafín lleva un banderillero que vale un Potosí: Perfecto en la brega y en los palos. Se llama Vicente Osuna, anoten el nombre.

sábado, 21 de mayo de 2011

La Corrida de Rejones del día 21 de Mayo de 2011

LOS URQUIJO Y EL REJONEO

San Isidro, 21 de Mayo de 2011

Hay que dejar de hablar de encaste Murube, pues de Murube también sale todo el encaste Parladé, con sus amplísimas ramas. Además, la viuda de Murube vendió la ganadería en 1917, y fue después, durante los años treinta, cuando aquél gran ganadero llamado Antonio Urquijo creó el prototipo del toro de este encaste. Ese toro siempre negro, de perfil acarnerado, astas hacia delante y hacia dentro, es obra de Urquijo. Como también lo es ese comportamiento muy noble, de gran clase y embestida templada. Antonio Urquijo fue un genio de la ganadería brava, y durante cuarenta años los toreros de más postín se disputaron sus toros.
Lo malo llegó cuando en los años setenta se empezó a exigir el toro con la edad cumplida y casi seiscientos kilos de peso. Entonces afloraron los defectos del encaste: la flojedad y la sosería. Afortunadamente su galope templado encantaba a los caballeros en plaza. Y así, gracias a las corridas de rejones, el encaste Urquijo se salvó. Hasta tal punto es esto cierto que, en estos tiempos de regresión y desaparición de muchos encastes, las ganaderías del encaste Urquijo se defienden bien gracias a que sus camadas son destinadas, casi en su totalidad, a las corridas de rejones. No es la mejor de las situaciones, desde luego, pero ya les gustaría a muchos ganaderos de encastes minoritarios tener la salida de este mercado para seguir manteniéndose.
Ayer vimos lidiar una corrida de la ganadería que en la actualidad mejor representa al encaste Urquijo: la del Niño de la Capea. En general no me gustó. La corrida adoleció de mansedumbre y poca casta. Pero hubo dos excepciones notables: la del nobilísimo sexto y la del extraordinario cuarto, un toro que galopó incansable, con esa clase que solo tienen los Urquijo.
Con este cuarto toro dio una pésima impresión Fermín Bohórquez, muy desacertado al clavar. Y con el primero, que dejaba estar, puso muy bien tres banderillas, clavando en el estribo. De todas maneras, la impresión general que causó Fermín no fue buena. Se le ve pasado y, además, con un estilo de rejonear ampliamente superado.
Y es que Pablo Hermoso ha marcado un antes y un después en la historia del rejoneo. Recuerdo como rejoneaban los Peralta en mi infancia. Por obra y gracia de Pablo Hermoso, aquellas carreras desbocadas y aquél circo, hoy son inconcebibles. Hermoso de Mendoza ha dignificado el rejoneo hasta tal punto que a la corrida de rejones nos estamos acercando los aficionados al toreo a pie de toda la vida, y el público español, poco a poco, va sabiendo de rejoneo. Ya no se aplaude todo, ahora se exige torear.
Con un lote mansísimo, Pablo estuvo sembrado, sobre todo con su primero, que tenía una marcadísima querencia a tablas. Pablo, a base de encelar al toro y de citar muy en corto, superó totalmente la querencia del toro, y lo toreó con gran temple y mucha torería. Primero con galopes de costado de “Chenel”, después con “Ícaro”, que se dobla con los toros como si fuera un acordeón. Para el quinto sacó a “Patanegra”, aquél caballo al que un toro sacó las tripas en Madrid, y estuvo torerísimo. El conocimiento de los terrenos y las querencias de Pablo Hermoso es espectacular, hasta el punto de que muchos no se dieron cuenta de la mansedumbre de sus dos toros. Y Hermoso, que suele ser tan eficaz con la hoja de peral, esta vez falló y perdió una oreja de cada toro.
En esa pugna que se ha establecido entre Hermoso y Ventura, muchos pueden pensar que el asalto de ayer en Las Ventas lo ganó Diego Ventura. Pero no: a pesar de haber matado mal y no haber cortado orejas, Pablo Hermoso estuvo magistral con dos mansos de libro.
A Diego Ventura se le ve más reposado y menos impulsivo que en temporadas anteriores. También estuvo muy bien: muy preciso y dejando llegar mucho al manso tercero, y templadísimo y torero con el nobilísimo sexto, clavando siempre en los medios y en el estribo. Dio un mentís a quienes dicen que no sabe torear despacio y con pureza. Una oreja del tercero y otra del sexto (que podían haber sido las dos si hubiera matado al primer intento), le abrieron la Puerta Grande.
Con todos los respetos para Branco Nuncio y Simao da Veiga, la auténtica Edad de Oro del rejoneo es la que se está viviendo estos últimos años: con Pablo Hermoso como principal protagonista y con los Urquijos de compañeros inseparables.

viernes, 20 de mayo de 2011

San Isidro: 20 de Mayo 2011

UNA VUELTA AL RUEDO DE ORO, UNA OREJA DE PLATA Y OTRA DE HOJALATA

San Isidro, 20 de Mayo de 2011

Ayer se enfrentaban los dos grandes triunfadores de San Isidro: Manzanares y Talavante. La mejor mano derecha del toreo frente a la mejor mano izquierda. También se enfrentaban dos maneras distintas de concebir y sentir el toreo: el toreo de acompañamiento frente al toreo de sometimiento. La expectación era enorme.
Pero los taurinos, como siempre, metieron la pata mandando a las Ventas una novillada propia de Benidorm. Solo hubo un toro digno de tal nombre: el sexto. Un toro serio, muy parladeño, cornalón. Manso en el caballo, se quedó sin picar, y llegó a la muleta áspero y pegando cabezazos. Si Talavante el martes había hecho la faena más artística de la feria, ayer realizó la de más mérito técnico y moral. Otro torero no da ni un pase a ese manso temperamental.
En los primeros compases de la faena el toro se volvía contrario y se marchaba. En ese momento Talavante dejó que el toro fuese a su terreno. Y allí le enjaretó dos buenas series con la mano derecha de mucho mando y sorprendente limpieza. Asunto muy meritorio porque el toro iba con la cara suelta y calamocheando. Hace falta mucho valor para quedarse tan quieto y bajar tanto la mano a un toro brusco y que embestía cabeceando. Y todo en un palmo de terreno y muy ligado. El toro no se fue a ninguna parte porque solo veía muleta...
Aún no había llegado lo mejor. Cuando se echó la muleta a la mano izquierda, la plaza crujió en una serie de naturales sensacional. Completamente asentado y llevando la embestida hasta el infinito, mandando y pudiendo. Y a un toro de temperamento que embestía fuerte. Esto es el toreo que, como dijo Alameda, no es graciosa huida, sino apasionada entrega. Grandioso. Otra serie buena con la mano izquierda y un inoportuno intento de manoletinas en que el toro se lo llevó por delante en un volteretón.
Pero toda la decisión que pone al torear, se le va a Talavante cuando coge el estoque. Un pinchazo indeciso, intentando recibir a un toro ya rajado; una media ladeada, y un golpe de descabello: así es como se esfumaron dos orejas clamorosas. Toreando así de bien no se puede matar así de mal. Vuelta al ruedo de oro: hacía años que no veía yo una vuelta al ruedo de tanto peso. El día en que Talavante se olvidó de uno que yo me sé y se puso a torear... ¡Cuidado!, porque tiene una de las manos izquierdas más valientes, más clásicas y más poderosas que se han visto. Es un privilegiado.
Los presidentes y los veterinarios se han empeñado en rebajar el prestigio de la plaza de Madrid al nivel de la de Torremolinos. La corrida de Parladé-Juan Pedro Domecq, fue una novillada chica que jamás debería haber pasado el reconocimiento. Para ver a los tres primeros había que sacar una lupa, y el tercero es el animal más enano que he visto en Madrid en una corrida de toros. Y no he visto ni una ni dos... Llevo más de treinta años viendo corridas en Madrid: las he visto casi todas.
Sí, son unos inoportunos: con ciertos toreros son crueles e injustos. Pero el desgañitamiento del Siete durante los tres primeros becerros de ayer, estaba totalmente justificado. Era de Juzgado de Guardia. ¡Claro!: con semejantes caniches, no me voy a tomar en serio la labor de los espadas. Si acaso apuntar a vuelapluma que Castella no se enteró de la bondad del primer caniche por el pitón izquierdo, y que Manzanares estuvo garboso y elegante con el blandísimo segundo, mientras en el Siete le medían con la injusta dureza que tienen reservada para las grandes figuras.
El quinto no era gran cosa, pero al menos no era tan chico como los primeros. Buenecito, al límite de la fuerza y de la raza. Manzanares comienza con una serie de gran empaque con la mano derecha, otra también buena con la misma mano rematada con un cambio de manos sthendaliano (ya saben, de belleza punzante y desgarradora), y después se echa la muleta a la zurda y prácticamente ya toda la faena se basa en el pitón izquierdo.
Parece que quería demostrar a sus críticos que también sabe torear con la izquierda. Y algún muletazo salió bien, otros muy hacia fuera y le costó ligarlos. Pero se agradece el intento. Que lo siga intentando, que ya llegará el momento en que domine también el toreo al natural. Con la zurda cuesta más confiarse, porque la muleta es la mitad de grande y el toro pasa más cerca. Manzanares presenta la muleta muy oblicua para asegurar el muletazo, y toca demasiado fuerte. Pero que lo siga intentando. Poco a poco irá evolucionando. ¡Ojo! entiéndaseme bien. Manzanares baja mucho con la izquierda, pero todo lo que hace, hasta lo que le sale peor, lo hace con clase y elegancia. Como final un pase de pecho monumental y estoconazo arrancando desde muy lejos. Todos los demás cuando se perfilan lejos, pinchan . Lógico, porque el toro echa la cara arriba. Pero Manzanares los parte en dos. Un día tendría que explicar este hallazgo técnico: coge la espada de un modo rarísimo, pero es demoledor. Sería bueno que nos diera una lección de su modus operandi a quienes nos interesan esas cosas de la técnica del toreo. Oreja de plata, pues.
También hubo una oreja de hojalata: la que Castella cortó al cuarto. Pero, eso sí: la estocada fue muy buena. El Siete protestó con furia esta oreja. Sin embargo antes de ayer se callaron con la oreja del Cid por una faenita a ramal y media manta y, encima mal coronada con la espada. No puede ser. Todo el mundo merece el mismo trato. Me parece muy bien que el Siete se desgañite porque se lidien gatos, que proteste contra el presidente y contra la empresa y, en fin, que digan lo que quieran. Pero lo que no puede ser es que a algunos toreros tengan bula, mientras otros sean arrojados a las tinieblas exteriores. Pero, efectivamente, la faena tuvo muy poco argumento. Dos series apañadas en medio de enganchones y altibajos.
Para finalizar, aplaudir una vez más a toda la cuadrilla de Manzanares. Tanto los de a pie como los de a caballo, estuvieron impecables en todas sus intervenciones. Es la mejor cuadrilla del momento. También José Chacón, de la cuadrilla de Castella, lidió muy bien.
Y esto fue todo lo que hubo ayer.

jueves, 19 de mayo de 2011

La Feria de Valverde

LA FERIA DE VALVERDE

Feria de San Isidro, 19 de Mayo de 2011

Este año los taurinos no tendrán queja de los veterinarios y presidentes. Están dispuestos a convertir la feria de San Isidro en la Feria de Valverde, aprobando torejos birriosos y regalando orejas pedidas minoritariamente. La oreja concedida ayer al Cid fue de sonrojo. Si el Siete no la protestó, fue porque es amiguete. Tampoco protestó el Siete como debía a aquella cabra indecorosa lidiada en segundo lugar. Estarían cansados del trajín de anteayer.
La corrida del Puerto fue muy decepcionante, con una presentación muy justa y una fuerza muy escasa. Eso sí, el lote del Cid se vino arriba en el último tercio y se dejó torear divinamente. Fíjense si eran buenos y nobles sus toros, que el Cid se quedó quieto y hasta terminó confiándose con el cuarto. La faena al primero fue totalmente anodina por rapidilla y poco asentada. Y la del cuarto llevaba el mismo camino, pero después de haber dado cincuenta mantazos con la mano derecha, el Cid se dio cuenta de que el torito era un alma cándida de Dios. Entonces dio dos series buenas asentadas y templadas con la zurda. Y luego otra, ya algo más embarullada. Después de una estocada muy trasera y un golpe de verduguillo, con una petición minoritaria, el Presidente concedió una oreja. Un premio excesivo para dos series de naturales entre cincuenta mantazos con la derecha. A otro no le hubieran dado la oreja. O a lo mejor sí: este año estamos que lo tiramos...
Después del faenón de Talavante y de los síndromes de Sthendal que provoca Manzanares, con esas sus orgías estéticas, Perera sabía que tenía que hacer algo para no quedarse descolgado. Y salió decidido a hacerlo, a hacer algo grande. Sin suerte ni toros, estuvo muy bien. En primer lugar se vió con la cabra de marras que, a pesar de su aspecto impresentable, resultó de armas tomar. Mansa, saliéndose por fuera con la cara por las nubes y, lo que es peor, con reacciones imprevistas. De modo inesperado arrollaba llevándoselo todo por delante. Perera estuvo muy valiente, se quedó muy quieto y hasta logró sacar dos buenas series, una por cada pitón. Y sufrió una espeluznante cogida. No sé como salió ileso de tan horripilante agarrón. Hay que dar gracias a Dios de que solo le rompiese la ropa. Únicamente saludó desde el tercio, pero estuvo hecho un tío.
Con pantalones vaqueros salió a matar el sobrero de Carmen Segovia. Se mostró muy firme, pero poco se podía hacer. Con una embestida mirona y sin humillar, era francamente difícil.
El sobrero de Salvador Domecq fue un mulo con el que Daniel Luque no pudo hacer nada. Toreó muy bien con el capote al sexto, con muy buen juego de brazos. Este toro a la muleta llegó tan noble como blando y soso. Y, a pesar de que Luque lo llevó entre algodones para que no se rajara, el toro se rajó igualmente.
Me cuentan que la corrida de Garcigrande de hoy ha sido desechada en su totalidad. Teniendo en cuenta los chotos que se están aprobando, horripila pensar como serían los garcigrandes para mandarlos a todos a casa.

Una estocada en los medios

Feria de San Isidro, 18 de Mayo de 2011

José María Manzanares va a ser un referente estético en la historia del toreo. De hecho ya lo es. A un empaque ordoñista, une la cintura rota de Rafael de Paula. El resultado es un toreo rotundo y escultórico, de belleza desgarrada. Además, tiene una de las mejores mano derecha de la historia. Conoce muy bien la técnica y sus estocadas no son muy ortodoxas, pero son de una contundencia demoledora. Es un gran torero y va estar hasta que él quiera en todos los carteles de lujo.
Pero también tiene defectos, como los han tenido todos. Nadie es perfecto. A lo mejor en el futuro lo supera, pero de momento su capote es esquemático y anodino y su gran debe es una mano izquierda anquilosada que utiliza lo menos posible. Por otro lado, tiene tardes mejores y peores, como todos. Con el toro pastueño realiza obras de arte inolvidables, pero con el toro brusco no está a gusto y lo resuelve a base de abusar del toque y del muletazo para afuera.
Y es que los toreros, como las personas, son así, con virtudes y carencias. Y no pasa nada por hablar tranquilamente de todo esto siempre que se haga con educación y respeto.
Lo que más me gustó de la actuación de Manzanares de ayer fue el estoconazo que propinó al sexto en los medios. Esta estocada al encuentro valía por sí sola una oreja. Sin embargo la faena fue muy desigual, de más a menos. Las cuatro primeras series, basadas en la mano derecha, su fuerte, fueron preciosas por suaves empacadas y bien ligadas. Pero cuando se echó la muleta a la izquierda, la faena se vino abajo. No se siente seguro y presenta los engaños muy oblicuos, por lo que el toro se vencía, a pesar de que era tan bueno por el pitón izquierdo como por el derecho. Después dos series peores con la derecha, con volteretón incluido cuando el toro lo sorprendió fuera de cacho. Una faena sin toreo por naturales podrá ser de vuelta al ruedo, pero nunca de oreja, como gritaron mil veces a Domingo Ortega en los años treinta. La faena no era de oreja. La estocada sí. Por eso hubiera sido mejor una oreja que dos.
Claro que, como habían dado una oreja al Juli totalmente absurda, con una petición claramente minoritaria, para compensar, a Manzanares le dieron dos. Después de todas las orejas que han quitado al Juli en Madrid, Julián daba la vuelta con cierta incredulidad. La faena, a un toro manso y de poca clase, tuvo su mérito, y se alcanzó el climax a mitad de la misma con una serie muy mandona y muy por abajo. Lo malo es que la faena después se vino abajo porque, quiso bajar tanto la mano, que el toro le pisó la muleta en dos ocasiones. El remate fue una estocada demasiado trasera. El otro toro del Juli fue un Ortigao que no valía nada.
Y volviendo a Manzanares, hay que decir que su primero fue un manso que calamocheaba por el pitón derecho, pero tenía un buen pitón izquierdo. Se empeñó en construir la faena por el pitón malo del toro, pues con la mano derecha es con la que más puede. Y dejó prácticamnte inédito el pitón bueno, el izquierdo. Con la diestra hubo muletazos muy buenos, y otros más rápidos y lineales, en justa correspondencia con la desigual e informal embestida del toro. La estocada, mortal de necesidad.
Toreaba también Sebastián Castella, aunque pasó completamente desapercibido. Y eso que su primero, un becerrote indecoroso de Cuvillo, sí que se dejó torear. Pero Castella estuvo indiscutiblemente valiente, pero tan mecánico y frío como acostumbra últimamente. Parece tener la cabeza en otra parte.
Permítanme por último una sospecha malévola: como José Tomás ha decidido reaparecer, da la impresión de que ha ido a casa de Cuvillo y, como quien manda manda y los demás chupan rueda, ha reservado para sí todos los toros buenos y de su gusto, dejando totalmente descabaladas las corridas destinadas a Madrid. Solo así se explican los torejos desmedrados de Cuvillo que han salido en la plaza de las Ventas. No creo que la empresa reseñara semejantes porquerías.

Hacia dnde camina la ganadería brava

¿HACIA DONDE CAMINA LA GANADERÍA BRAVA?
Domingo Delgado de la Cámara


Las noticias que llegan del campo son aterradoras: toros vendidos a precio de saldo, familias arruinadas, ganaderías enteras mandadas al matadero... Todos coinciden en que jamás en la vida el campo bravo ha sufrido una crisis tan tremenda. “ Estamos peor que nunca”, he oído decir muchas veces en los últimos meses.
¿Cómo se ha llegado a esta situación? Se trata de un asunto en el que intervienen muchos factores. Coinciden varias situaciones explosivas: A los ya antiguos problemas del rechazo de muchos encastes por parte de los toreros, y del rechazo de encastes terciados por parte de la mayoría de los aficionados, desde hace quince o veinte años, se han sumado otros problemas que han hecho insostenible la situación de muchos ganaderos.
La incorporación de los nuevos ricos del pelotazo a la ganadería brava en los años noventa, fue desastrosa, con tal de verse anunciados en las ferias para satisfacer su ego, malvendían los toros a precios irrisorios. Por otro lado, las primas europeas por vaca gestante y el incremento de festejos hizo que las camadas aumentaran hasta el infinito. El resultado final de todo este desmadre es que el precio del toro está por los suelos. Se han producido muchos más toros que los que el mercado demandaba. Y cuando llegó la crisis económica y se empezó a reducir festejos, sobraban toros por todas partes: es obvio que sobran toros y que sobran ganaderías. Pero ¿qué ganaderías sobran y cuales deben sobrevivir?.
Para hacer aún más siniestro el panorama, llegan los burócratas con los saneamientos y, en un periquete, exterminan cualquier ganadería. Y se ceban especialmente con los encastes minoritarios, mucho más consanguíneos y, por tanto, más propensos a las enfermedades. Los encastes que por su singularidad deberían estar protegidísimos, son los más perseguidos por la burocracia europea con sus estúpida normativa sanitaria.
¿Hacia donde nos encaminamos? ¿Qué futuro nos aguarda? Es probable que sólo sobrevivan unas cincuenta ganaderías. Serán ganaderías muy largas, de mil vacas o más, y serán administradas con criterios muy profesionales. Todas ellas tendrán un veterinario titular y un especialista en nutrición. La buena crianza y la buena selección serán esenciales, pues un público y unos toreros cada vez más exigentes, no van a tolerar corridas blandas y de pobre juego. En un mercado reducido y de pocos festejos sólo sobrevivirá el ganadero que ofrezca mayor calidad y regularidad. Obviamente estas cincuenta ganaderías abastecerán a todo el mercado. Y, eso sí, todas serán del “partido único” con la excepción de Victorino, Miura y alguna otra por el estilo.
La ganadería artesanal que hemos conocido hasta ahora está llamada a desaparecer. Esas ganadería de cien o doscientas vacas son insostenibles, pues sus costes de producción son tan elevados como los de las ganaderías largas. Antiguamente criar un toro no costaba casi nada. Comía lo que el campo espontáneamente producía, no se le medicaba nunca y el personal de la ganadería trabajaba a cambio del techo y la comida. Hoy los costes se han disparado, el toro come un pienso carísimo, se le vacuna periódicamente y al personal hay que pagarle un sueldo digno y su seguridad social (faltaría más). Estos gastos sólo son soportables si se lidia mucho y en plazas grandes, que son las que pagan bien.
En los últimos años la mayoría de las ganaderías se han sostenido porque su dueño disponía de otros negocios muy rentables que le permitían afrontar holgadamente los números rojos de la ganadería. Pero ahora, con una crisis galopante que ha devorado aquellos negocios rentables ¿qué va a pasar con la ganadería?
Como no hay mal que por bien no venga, en los próximos años vamos a ver desaparecer a muchos advenedizos llegados a la cría del toro por pura vanidad. Y a mucho heredero sin afición ni conocimientos. Sólo quedarán los ganaderos auténticamente profesionales. Lo malo va a ser que, si Dios no lo remedia, en este juego podemos ver desaparecer muchas ganaderías y muchos encastes que, aunque ahora no estén de moda, forman parte de la gloriosa historia de la fiesta, son buenos porque aportan variedad entre tanta monotonía y, además, están en el corazón de los buenos aficionados.
La extinción de la ganadería de Sánchez Cobaleda me causó tal disgusto, que últimamente ni entro en los portales de Internet ni hojeo las revistas taurinas por no encontrarme con otra noticia como ésa. Sé muy bien que el panorama de castas y ganaderías que hasta ahora ha existido está condenado a desaparecer. La comodidad de los toreros, el gusto por el toro basto de muchos malos aficionados, el pésimo momento de muchas ganaderías históricas frente al espléndido juego de muchas ganaderías del “partido único”, los saneamientos asesinos, la crisis..., nos llevan hacia un futuro lleno de incertidumbres. Soy pesimista.
Pero...aún tengo una esperanza... Cuando en tiempos de Joselito y Belmonte se llevó a efecto el exterminio del toro navarro, castellano y vazqueño, nadie se lamentó. Todo el mundo estaba tan fascinado con el arte de los dos colosos que nadie advirtió lo que estaba ocurriendo. Es más, hasta les pareció bien: lo que querían era un toro que se prestara con la mayor facilidad al toreo de los dos grandes. El toro de Vistahermosa arrolló a todas las demás castas con el beneplácito de todos. Sin embargo, actualmente sí existe una conciencia y una sensibilidad con respecto a este problema. Mucha gente está en contra de la desaparición de encastes, y esta mentalidad proteccionista puede ser nuestra salvación. Ahora habrá que organizarse para exigir de los poderes públicos la protección de los encastes amenazados, y exigir en los pliegos de explotación de la plazas importantes una cláusula que exija la lidia de estos encastes.
Por último, quiero decir que nadie me malinterprete: soy un enamorado del toro de Domecq, como también lo soy del de Atanasio, del de Vegavillar, del de Buendía, del de Núñez, del de Graciliano... ¡de todos!. Decía Rafael el Gallo que el mejor aficionado es aquel al que le caben más toreros en la cabeza... Y al que le caben más toros, añado yo. Debemos luchar para que todos los encastes sobrevivan, exigiendo a toreros y ganaderos más profesionalidad..Y a los políticos que nos respeten. Esperemos que mis negros vaticinios no se cumplan y podamos seguir disfrutando del toro bravo en toda su variedad y esplendor.

En los 50 años de la alternativa del Viti

SU MAJESTAD EL VITI

Domingo Delgado de la Cámara


Empezaron a llamarlo así en 1961, a partir de una gran faena en Bogotá a un toro berrendo de Mondoñedo. Al matador no le hizo gracia la ocurrencia, pero quedó para la historia, porque encajaba totalmente con el personaje, ya que el toreo del Viti ha sido mayestático y solemne. Santiago Martín era, evidentemente, Su Majestad en el toreo. Quizás ha sido el mejor muletero de la historia. Ahí han quedado sus monumentales faenas, y quien se asome a ellas medio siglo después de realizadas, comprobará que todavía no han sido superadas. Los toreros actuales torean muy bien, pero no han superado en nada ni al Viti ni a Paco Camino. Durante toda mi vida de aficionado, estas han sido mis dos grandes referencias. Mi apreciación sobre otros toreros ha fluctuado, ha subido, ha bajado. Pero el Viti y Camino siempre han estado en lo más alto de mis preferencias. He pensado muchas veces que podría deberse a que fueron los dos primeros grandes toreros a los que vi en las plazas. Pero no. No se trata de añoranzas infantiles. Los videos demuestran que ambos fueron la culminación de la Escuela Neoclásica del toreo, y que llevaron al toreo a su máxima expresión técnica y estética.
Los que han venido después, han toreado muy bien, pero no han superado a los maestros. Cuando la gente veía una gran faena del Viti, exclamaba: ”Hoy se torea mejor que nunca”. Y era cierto. Esa generación de toreros llevó el toreo a su máximo esplendor, culminando lo que sesenta años antes habían iniciado Joselito y Belmonte. Y en frente del Viti estaba el Cordobés, que también estaba culminando un camino: el de invadir los terrenos del toro. Y así, los años sesenta fueron culminantes en la historia del toreo. Por un lado, Camino y el Viti llevaban al toreo a sus máximas cotas artísticas; y por otro Benítez se metía completamente en el terreno del toro, llevando el valor a sus últimas fronteras. Después solo se ha visto una repetición virtuosa de lo ya hecho.
Es obligado recordar, por supuesto, a Diego Puerta, cuarto as de este póquer de ases, que tuvo tanto cartel como ellos, ya que aunaba el valor con la gracia sevillana. Un gran torero al que la historia no ha hecho justicia. Algún día hablaré de él largo y tendido, pero ahora tenía que mencionar aquí a los compañeros del Viti, y subrayar lo que supuso esa generación en la historia del toreo. Desde luego la primera parte de la carrera del Viti la conozco a través de las películas o vídeos que han llegado hasta nosotros.
La primera tarde que vi al Viti en directo fue en la Corrida de Beneficencia de Madrid de 1976, que no fue precisamente afortunada para él. Pero me impresionó su aplomo y su saber estar en la plaza. Después yo le recordaba, y en el pasillo de mi casa, con una muleta diminuta en la mano, imitaba sus gestos y sus movimientos, cosa que también hacía en las plazas ese gran torero que fue Julio Robles. Durante los tres años siguientes tuve la suerte de ver muy buenas faenas del Viti, y una deslumbrante de Paco Camino a un toro de Baltasar Ibán. Eran mis ídolos. No me interesaban ni Cardeñosa, ni Juanito, ni Santillana... Y desde entonces Santiago y Paco son mi referencia comparativa: cuando aparece un buen torero, rápidamente lo pongo en relación con el temple del Viti, con la sabiduría de Paco, y con la enorme clase de los dos. Y, dependiendo de lo lejos o cerca que quede de ellos, pongo nota al torero en cuestión. Por cierto y abriendo un paréntesis, tras cuarenta años en los que todos los toreros quedaban por debajo de mis ídolos admirados, ahora hay hasta cuatro matadores que están a su mismo nivel: Enrique Ponce, José Tomás, Morante de la Puebla y el Juli. Los cuatro han escrito ya muchas páginas de oro para la historia del toreo, aunque todavía no tengamos la perspectiva necesaria para verlo.
En alguno de mis libros he dicho que el Viti parece salido de un cuadro de Zurbarán. Parece San Hugo en el Refectorio. Y es que la tauromaquia para el Viti ha sido esencialmente una cuestión espiritual. Se trata de un hombre sobrio que apenas se ha dejado tentar por el demonio y la carne. La fama y el dinero, que tanto obsesionan a otros toreros, parecía que al Viti no le importaban demasiado. Era un asceta. Su obsesión era otra: lograr la perfección en el toreo. Y muchas veces consiguió esa perfección. En el celuloide han quedado varias faenas insuperables: la del Garzón en Vistalegre en 1968, toro al que cortó el rabo; la de un Lisardo en Sevilla en 1969, muchísimo mejor que la famosa del toro de Samuel del 1966; la de un toro de Galache en Madrid en 1971 (el día que confirmaba la alternativa Juan José). Esta quizá haya sido la mejor faena del Viti en Madrid. Otra a un Barcial en Valencia en 1964; otra a un toro de Atanasio en Barcelona... Y así podría añadir muchísimas, pero solo citaré una más: aquella a un toro del Conde de la Corte en Pamplona, cuando las Peñas empezaron a cantar: El Viti, el Viti, el Viti es cojonudo, como el Viti no hay ninguno, musiquilla que luego la gente, por cualquier estupidez, ha dedicado a cualquier catamañanas. Pero su origen fue este, cosa que casi nadie recuerda ya.
El Viti fue un torero con la seriedad y el porte de Manolete, el temple de Domingo Ortega y la clase de Juan Belmonte. Su toreo es esencialmente belmontino, pero con la técnica asimilada de Manolete, y un temple prodigioso que ha estado al alcance de muy pocos. Antes del Viti ese temple fue propiedad de Domingo Ortega, y después de Dámaso González. El gran torero de Albacete se parece muy poco al Viti, pero sí comparte con él ese prodigioso sentido del temple. Y vamos a repasar su tauromaquia.
La obsesión por el temple del Viti se ponía de manifiesto ya con la capa, tratando de torear muy despacio a la verónica. Su media belmontina puede figurar como el mejor modelo en cualquier escuela de tauromaquia. La media verónica que dio al toro de su alternativa, “Guapito” de Alipio, en Madrid en 1961, estuvo en la cabecera del Noticiario NODO durante muchísimos años. Cuando cogía la muleta, se ponía en acción el mejor muletero de la historia, así como suena. Los inicios de faena de Santiago eran extraordinarios. Ahí están las imágenes del toro de Lisardo en Sevilla. Toreaba por trincherazos y ayudados por bajo o por alto, con un recio clasicismo que llenaba de satisfacción al aficionado más exigente.
Nadie ha toreado en redondo tan hacia adentro como el Viti. Prácticamente trazaba circunferencias completas. Y, lo que es más difícil: conseguía una perfecta ligazón a pesar de lo dentro que se echaba al toro. Es decir, tenía una gran técnica y muchísimo valor, porque los otros grandes toreros para ligar han necesitado más espacio y llevar más en línea al toro. El Viti ha sido el gran maestro de la línea curva, y enfrente de él estaba Camino, que ha sido el gran maestro de la línea recta. No es de extrañar, por tanto, que a Santiago le gustase más lo de Parladé y a Paco lo de Santa Coloma. Santiago era el temple y Paco la facilidad. Una limpieza total en ambos. Dos tauromaquias perfectas y complementarias..., y vuelve a salir Paco Camino en la conversación, porque es imposible hablar del mejor muletero de la historia si referirnos al otro gran intérprete del toreo de muleta.
El Viti con la derecha bien, pero con la izquierda superior. Y eso que la tenía rota y no podía extender por completo el brazo. Aquella cogida en Francia, paradójicamente, fue una bendición para el Viti, pues le obligó a torear más cerca y más en redondo. Y aquél codo izquierdo, que no se extendía del todo, se identificó tanto con el Viti, que después los toreros jóvenes y con el brazo sano, también lo hacían. Robles sobre todo.
La izquierda del Viti solo ha tenido dos competidoras a lo largo de la historia: la de Camino (Camino otra vez), y la de Manolete. Series en que el toro iba embebido en la muleta, en aquellos pases curvilíneos y cadenciosos, rematadas con un soberbio pase de pecho. Porque en esto el Viti sí que no ha tenido competidor alguno: los catedralicios pases de pecho del Viti no han tenido comparación, tan curvos y tan rematados al hombro contrario. Todavía estoy viendo uno concreto, uno que dio a un Torrestrella en su última tarde en Madrid. Esos pases de pecho son de lo mejor que un aficionado ha podido ver a lo largo de la historia del toreo.
Y la pulcritud. Ni un trallazo, ni un enganchón. Yo me formé como aficionado a la sombra del Viti, y por eso ahora no consiento ni tolero los trallazos y los enganchones. No me interesa el torero que torea rápido o le enganchan la muleta. Porque he visto faenas perfectas, donde el toro siempre fue embebido en la muleta, pero nunca la alcanzó. Esto es el temple: que la huela y no la coja. Quien quiere torear despacio y le tocan la muleta, algo está haciendo mal. Quien, por querer torear limpio, torea deprisa, tampoco lo está haciendo bien. El temple es el punto justo, y es muy difícil tener ese punto justo: hay que tener mucho valor para esperar a que el toro meta la cabeza y llevarlo despacito. Ante la muleta del Viti los toros estaban embelesados; parecía que les gustaba embestir y que colaboraban encantados en la obra magna. Y es que el temple obra también este milagro: despoja al toro de su violencia y lo convierte en material dúctil para hacer una obra de arte. Y no crean ustedes que el Viti necesitaba un toro a modo para hacer sus grandes faenas. Le valían muchos toros, porque tenía valor y vergüenza torera.
Con la espada, a pesar de su fama, no era ni Manolete, ni Rafael Ortega, ni Paco Camino. Sin ser un virtuoso, sí que era seguro y eficaz. En realidad el Viti no hacía nada mal. Y, con la técnica y el sitio que legó Manuel Rodríguez Sánchez a todos los toreros, llevó el toreo de Belmonte a su máxima belleza. El Viti es como si Belmonte hubiera podido llegar a torear después de Manolete. Es decir, Santiago Martín puso a Juan Belmonte a torear en redondo, cosa que el de Triana no hizo jamás, pues fue Manolete quien impuso ese toreo muchos años después. Y con un temple y una cadencia que siempre me han recordado a Domingo Ortega, otra grandiosa figura de la fiesta, dicho sea de paso.
Estaría incompleto este recuerdo del Viti si no hablamos de la hombría de bien de Santiago. Un hombre bueno y prudente, sin rencores ni enemigos. Un hombre que no ha tenido nada que ver, afortunadamente, con los peores estereotipos del torero arrogante, juerguista y pendenciero. Un ejemplo dentro y fuera del ruedo. Un Señor. Y ahí está su trayectoria: casi veinte años en máxima figura; hizo el gesto de matar Miuras, Pablo Romeros, Victorinos..., y triunfó con ellos; toreó con todos los toreros de su tiempo sin vetar a ninguno... Y catorce Puertas Grandes en Madrid, ahí es nada. Cifra espectacular que será muy difícil que alguien la supere.
Ha sido una gran satisfacción para mí recordar una vez más a S.M. El Viti, uno de mis toreros más queridos. Por eso, cuando el amigo Dioni me sugirió que escribiera algo sobre Santiago Martín, Su Majestad el Viti, acepté encantado, pues el gran torero del Campo Charro se merece este homenaje que le dedica la afición asturiana. Me sumo al homenaje con toda mi admiración hacia el Maestro.