Las Ventas. Domingo 29 de Mayo de 2011
No todos los morucheros llevan boina y traje de pana. También hay señores de corbata y traje de alpaca que crían moruchos. Este es el caso. La ganadería se Samuel Flores da la impresión de estar abandonada. Y es que Don Samuel debe haberse cansado. Tanto compromiso social, tanta diversión cosmopolita, parecen distraerlo de la atención de la ganadería. Da la impresión de que Samuel se ocupa de su ganadería como yo me ocupo de mi colección de sellos: echo un rato en invierno hasta que me canso, y adiós muy buenas.
Los samueles fueron tan mansos que veo muy difícil que se pueda rehabilitar la ganadería. Y es una auténtica lástima, porque lo de Samuel es lo más puro y legítimo que queda de Parladé. Lo mejor de Parladé.
Fernando Parladé era un señorito loco que se arruinó a base de regalar joyas a todas la putiplistas que pasaban por Sevilla. Era un pagafantas, pero a lo bestia, y cuando necesitaba liquidez, vendía un trozo de la ganadería. Pero se desprendía de lo menos bueno mientras iba guardando lo mejor.
Pues bien: lo último que vendió cuando ya estaba completamente arruinado, fue lo que ahora tiene Samuel Flores. Parladé lo vendió a José Gamero Cívico. Y Gamero Cívico hizo cuatro partes, que fueron las de Domingo Ortega, Clairac, Juan Guardiola y Samuel. Todo ha desaparecido prácticamente, excepto los emblemáticos toros cornalones y badanudos de don Samuel. Por eso es tan doloroso e indignante contemplar la moruchada de ayer. Se está yendo al garete, si no se ha ido ya, una de las ganaderías de más historial y tradición de la cabaña brava española.
Es que ya no se preocupan ni de la buena presentación de las corridas. A saber: tres raspas que se tapaban por la cabeza: los tres primeros toros; uno de presencia aceptable, el cuarto; una vaca impresentable, el quinto, que afortunadamente fue devuelto. Y un buey con hechuras de avileño, el sexto. Intolerable. Y de juego para qué hablar. La peor corrida de la feria y ¡mira que las ha habido malas!. Con este material, ¿qué hicieron los toreros?. Pues poca cosa.
Veamos: dio la impresión de que Padilla ya está fuera de la profesión. Manseó tanto como los propios toros. Con su primero, un manso huidizo, mantuvo las distancias sin querer saber nada, y se lo quitó de en medio de un horrible bajonazo. Lo del cuarto fue peor: para empezar mitin con las banderillas, y después desconfianza total con un toro que de lejos embestía cruzado, pero de cerca se tragaba los pases.
Antonio Ferrera tampoco convenció al aficionado exigente. Por allí anduvo con un manso que pegaba cabezazos y al que mató de un golletazo espantoso. Y en quinto lugar lidió un sobrero de Los Chospes, muy parado en el último tercio. Aunque intentó alargar las embestidas, coloca la muleta tan oblicua y es tan ventajista, que no gustó al respetable. Pero en este toro protagonizó un gran tercio de banderillas, con un quiebro en los medios y otro en las tablas sensacionales por expuestos. Eso es dejar llegar al toro y clavar en la cara. Recibió la única ovación sincera de la tarde y tapó una actuación menos que discreta con las telas.
César Jiménez se topó con un primero noble, pero que embestía con la cara por arriba y sin repetir. Estuvo dispuesto e intentando ligar el toreo, y lo consiguió en una serie con la derecha. Lo malo fue que, cuando volvió a insistir, el toro ya no quería saber nada. El sexto fue un morucho avileño más manso que un hombre casado. Jiménez lo intentó con la zurda en los toriles. No consiguió nada. A ambos toros los mató a pellizcos.
Cuando salen corridas como la de ayer, los que defendemos la variedad en la cabaña brava y apostamos por la supervivencia de todos los encastes, nos quedamos sin argumentos. Que luego que nadie se extrañe del predominio arrollador del toro de Domecq.
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