UNA MÁQUINA DE EMBESTIR
Ha muerto el mejor aficionado de la plaza de Madrid: Juan Antonio Gómez Gómez, que durante tantos años ocupó la delantera de la andanada del siete. Ha sido una pérdida muy sensible para los que fuimos sus amigos. Su bondad, su sentido del humor y su afición a los toros eran proverbiales. En estos últimos años de terrible enfermedad nos dio a todos una lección con su alegría y ganas de vivir. El domingo, después de ver a sus queridos Pablo Romeros, se durmió para siempre, y hoy nos hemos enterado de la noticia. Ahora estará en el Cielo dando un abrazo a Juan Belmonte, su ídolo admirado. Y en las tardes de toros, su recuerdo nos acompañará siempre.
Nos gustaría que, en su homenaje, se guardara un minuto de silencio en la plaza que tanto amó. Él, que se sentó durante tantísimos años en la dura piedra y no se perdía ni una, sí que lo merece, y no tanto mindundi, tanto barbero y tanto taurino a quien inmerecidamente se ha concedido ese honor. De todas maneras, el día 28, como todos los años, brindaremos como siempre y en el sitio de siempre. Un abrazo, amigo del alma.
Y ahora hablemos de la corrida de ayer. Me encantó la presentación de los toros de Alcurrucén. Dentro de una cierta desigualdad y sin ser una corrida grande, era tremendamente seria por sus finas hechuras y astifinísimas cabezas. Los seis toros dieron un juego muy parejo en el primer tercio: los seis cantaron su mansedumbre. Pero en el último tercio hubo de todo. A saber: el cuarto fue un manso rajado; el sexto, otro manso mirón y con genio; segundo y quinto se dejaron torear, pero embistiendo con la cara alta; el primero tuvo mucha clase y calidad, y el segundo fue simplemente una máquina de embestir. Este ha sido el toro que más y mejor ha embestido a lo largo de toda la feria. Hay que dar la razón a los cráneos privilegiados de Alameda de la Sagra cuando dicen que, cuando un Núñez embiste, lo hace mejor que ninguno. Este toro fue de rabo.
Tuvo enfrente a Sebastián Castella, zarrastrosamente vestido con un terno espantoso. Castella empezó bien con unas dobladas sabrosas y la primera serie con la derecha tampoco estuvo mal. Pero a partir de ese momento puso en funcionamiento su máquina de fabricar pases, y los dio a cientos sin ningún sabor ni sentimiento. El toro, que tenía una embestida larguísima por el pitón izquierdo, quedó prácticamente inédito por ese pitón. El quehacer de Castella con la zurda fue incoloro, inodoro e insípido. Al final la faena remontó con dos series con la mano derecha expuestas, bien ligadas y más sentidas. Después de una estocada contraria, Castella cortó una oreja. Vale, de acuerdo. Pero que conste que el toro era de dos. Incluso de rabo. Este triunfo le permite a Castella sostenerse en las ferias. Cumple siempre porque es muy valiente, pero cuando le sale un gran toro, un toro para consagrarse, se le va sin torear. Y es que el toreo no solo es valor. Es también arte y sentimiento.
El otro gran toro de la corrida, el primero, cayó en manos de Joselito Adame. Era el toro ideal para una confirmación de alternativa. Joselito, aunque ha mejorado mucho estéticamente, se colocó en la oreja y no ligó los muletazos. Se le fue sin torear. Sin embargo, en el sexto estuvo francamente bien. Un manso mirón y que no humillaba nada, con el que, valiente y decidido, se fue muy pronto a los medios. Allí, a pesar de las miradas del toro, se mostró firme y toreó con bastante limpieza. Se arrimó y se impuso a un toro difícil.
Aunque todavía no ha comparecido en la feria Diego Silveti, hay que reconocer que el paso de los mejicanos por San Isidro ha sido dignísimo. No han obtenido triunfos arrolladores, pero todos han cumplido con creces. Noticia excelente para el toreo mejicano que necesita nuevos y buenos toreros. Gracias a Dios aquellos ridículos de los mejicanos de hace veinte años, se han transformados en actuaciones toreras y valerosas. Todos debemos estar de enhorabuena.
El lote de Miguel Ángel Perera tuvo como defecto principal el no humillar. Pero, salvando este defecto, se dejó torear. Miguel Ángel intentó torear largo y ligado, pero nada le salió a derechas. Hubo muchos enganchones y altibajos en una faenas de larguísimo metraje. Últimamente las faenas son tan largas que suenan los avisos sin haber entrado a matar. El sentido de la medida es esencial en una faena, y alargarla innecesariamente supone cansar al público y jugarse los tres avisos. También al matar Perera estuvo fatal. No debe estar contento. Se han pasado Sevilla y Madrid sin triunfos. Pero este es capaz de reaccionar, y lo hará.
Por cierto, con la corrida de la prensa se ha terminado el paso de las figuras por Madrid. En realidad ha acabado San Isidro. Mañana empieza la Feria de Valdemorillo. Sí, en lontananza está la Corrida de Beneficencia, pero esa es una corrida que no organiza la empresa. De las que organiza la empresa de aquí al 12 de Junio, prácticamente todas son del nivel de Valdemorillo. A partir de mañana Madrid será la plaza de tercera más grande del mundo...
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