Las Ventas, 28 de Mayo de 2011. Corrida de Rejones
O todos moros o todos cristianos, pero lo que no puede consentirse es la diferencia de trato. A Leonardo Hernández le concedieron tres orejas, legítimamente ganadas. Pero a Sergio Galán le negaron dos igualmente legítimas y pedidas mayoritariamente. Le birlaron una Puerta Grande que debía haber compartido con Leonardo. El autor del desaguisado fue el Presidente Martínez Moreno. En un ambiente festivo, como el que se vive en una corrida de rejones, es una estupidez negar orejas cuando el público las pide. Y si encima, el rejoneador ha estado bien, como fue el caso, es una injusticia flagrante... Hay que recordar que el Sr. Martínez Moreno suele regalar orejas pedidas minoritariamente en las corridas de a pie, por lo que su incongruencia es manifiesta.
La corrida de Luis Terrón, de preciosas hechuras urquijo, fue mansota y justa de raza, pero se prestó muy bien al lucimiento de los caballeros en plaza. El menos afortunado en el sorteo fue Sergio Galán, pero solventó con gran profesionalidad los defectos de los toros. Es un gran rejoneador, pero su principal problema es que se parece demasiado a Hermoso de Mendoza. Le imita hasta en la forma de coger el sombrero o de pasear las orejas. Y claro, puestos a elegir, la gente prefiere el original.
Galán, pues, tiene un problema de falta de personalidad, pero es muy bueno. A su primero, de media arrancada y que daba cabezazos, lo enceló de tal forma, que el toro hasta pareció bueno. Además arriesgó clavando en el estribo. El cuarto embestía sin celo y a base de arreones. Nadie vio nada de lo templado que hizo todo. Con un caballo isabelo que se llama Apolo, rozó la perfección. Mató bien a sus dos enemigos, y mereció al menos una oreja de cada uno. Una vuelta al ruedo en el cuarto supo a muy poco. Le han quitado una Puerta Grande precisamente en el año en que más lo necesita, cuando están tratando de orillarlo injustamente.
Lo mejor de la corrida cayó en manos de Leonardo Hernández. Su primero fue bravo y encastado, el único bravo de la corrida; y su segundo, de pura mansedumbre, saltó al callejón. Pero después embistió con temple y suavidad. Con el primero Leonardo recitó la lección que le han enseñado: quiebros, galopes de costado y, para acabar de calentar al personal, banderillas cortas al violín. Una oreja estando por debajo del toro. Sin embargo con el sexto le vimos por primera vez arranques de originalidad y genialidad. Con un caballo tordo toreó con mucho temple y sentimiento. No recitaba la lección, estaba inspirado. Y esta inspiración llegó hasta la gente, que le premió con dos orejas.
Moura Caetano conoce la doma clásica y quiere torear muy frontalmente, con mucha pureza. Pero todavía no le sale, y sus actuaciones fueron bastante desajustadas. Expuso en demasiados caballos, y así los toros le hirieron a dos, uno de los cuales hubo de ser sacrificado. Tarde de sustos, porque también fue herido un caballo de Leonardo. Y es que los rejoneadores se toman excesivas confianzas porque los toros salen “arreglados”. Si salieran en puntas, se acababa lo de abusar de los caballos.
Por último, aunque mucha gente se ha olvidado completamente, yo sigo echando de menos la Venta del Batán. Era muy bonito ir a ver los toros que iban a lidiarse en San Isidro. El Batán fue una escuela de nuevos aficionados, y forma parte de mi vida: mis abuelos me llevaban ya cuando yo no sabía andar aun. La Venta del Batán está entre los mejores recuerdos de todos los aficionados madrileños, y por eso exigimos que el año que viene vuelva a ser abierta. Esto es responsabilidad del Señor Ruiz Gallardón, antitaurino de tapadillo. Queremos volver al Batán cuanto antes, Sr. Gallardón. A ver si por una vez satisface a quienes le votan.
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