DAVID MORA SIGUE CRECIENDO
Como mi amigo Jon Ander no se enteró de la corrida de ayer, pues ahora con mucho gusto voy a contársela yo. El motivo del despiste de Jon Ander no era otro que una vendedora de Cocacola, de belleza espectacular. Jon Ander estuvo más pendiente del ir y venir de la Cocacolera por las filas del tendido que de las evoluciones de la lidia.
Y, cuando en alguna ocasión, le llamé la atención sobre algún detalle de lo que acontecía en el ruedo, me contestaba: “Calla, tonto, que el espectáculo está aquí, en el tendido”. Y era cierto. Tenían que haberla visto: de un pantalocito mínimo surgían dos piernas perfectamente torneadas; unos ojos negros y una sonrisa que arrebataban. Perfecta belleza, lozana y celestial. Y Jon Ander, claro, no se enteró de nada de lo acontecido en el ruedo.
Lo verdad es que yo tampoco me enteré demasiado, pero haré un esfuerzo, a ver si consigo un comentario medianamente coherente...
El protagonista de la corrida fue sin duda David Mora. Continua la progresión que apuntó en Madrid las dos tardes que ha actuado en la Monumental de las Ventas. Ciertamente le correspondió lo mejor de una deslucida corrida de Cebada Gago, pero lo supo aprovechar. Vistoso y variado con el capote, muy dispuesto durante toda la tarde, muy valiente, muy quieto. David Mora ya tiene el rodaje necesario para sacar partido a muchos toros, y ya empieza a pensar delante de la cara del toro. Ya no se amontona como antes.
Esa claridad de ideas la demostró con el toro colorao lidiado en tercer lugar. Un toro noble, pero al que no había que atosigar, había que darle su tiempo y su sitio. Y así lo hizo David Mora, que estructuró bien la faena, citando a distancia y llevando al toro con temple y despaciosidad. La faena fue bonita, con muchos muletazos de gran clase. Si no llegó más al tendido fue porque el toro, dentro de su nobleza, era muy soso. Lo mató de una aceptable estocada. Por faenas mucho menos buenas hemos visto cortar orejas en Pamplona.
También con el sexto estuvo muy bien David Mora. Fue el toro de más calidad del festejo, y lo toreó muy despacio y muy por abajo. Destacó sobremanera una serie con la derecha al final de la faena. Se fue a matar muy derecho, el toro lo esperó con la cara arriba y le dio un buen susto. Sin amilanarse, al segundo intento propinó una buena estocada que le valió una merecida oreja.
Cuando estaba concluyendo la lidia del sexto, ya a punto de doblar el toro, ocurrió algo totalmente inaceptable y reprobable. La agonía del toro estaba siendo larga, amorcillado en las tablas de sol, cuando esos bárbaros de los tendidos de sol comenzaron a arrojar a David Mora y su cuadrilla toda clase de objetos: restos de comida, latas de cerveza, tapaderas de cacerolas... Un espectáculo bochornoso cuya autoría debería ser investigada, y en su caso castigada, por la autoridad. Es gravísimo lanzar a los actuantes cualquier clase de objetos, y más si pueden causar heridas.
Es curioso que el público actual no soporta las largas agonías de los toros. Antiguamente, cuando un toro se resistía a caer, la gente aplaudía porque era un signo de casta y de clase. Pero ahora no. La pésima afición del nuevo público no lo comprende. Pero no puede consentirse la agresión al torero con objetos contundentes. Debería intervenir la Policía Foral.
Pero al margen de esto, repito que David Mora estuvo muy bien toda la tarde y mostró su progresión hacia arriba. En cada nueva corrida que se le ve, se le nota más asentado, con las ideas más claras y, en definitiva, mejor. El secreto está en el valor: Cuando hay valor, el torero puede evolucionar a mejor. Si no hay valor, los toreros se estancan y se vienen abajo. En sus principios David Mora sabía muy poco. Pero con constancia y afición y, sobre todo, con un gran valor, está aprendiendo, y ya está empezando a torear bien, largo y por abajo.
El resto de la corrida tiene poco que contar. Francisco Marco se encontró con un lote de Cebada Gago muy serio y astifino, pero muy deslucido. Dos toros muy venidos abajo que no embistieron apenas nada. Y apenas nada pudo hacer Francisco Marco.
El toro más complicado de la corrida fue, sin duda, el segundo de la tarde. Morenito de Aranda estuvo con él muy dubitativo y no se quedó quieto nunca. El toro se quedaba muy corto y tenía sentido, pero Morenito volvió a evidenciar su falta de valor.
Pero el quinto de la tarde sí pudo ser aprovechado, sobre todo por un pitón izquierdo, con el que embestía con largura. Morenito mostró que tiene clase y buen concepto del toreo, pero volvió fallarle el corazón otra vez. No se quedó quieto y no hubo ligazón y, además, echó al toro demasiado fuera en todos los embroques. Se le fue una buena oportunidad.
Y por lo que respecta a los Cebada Gago, aparte de sus astifinas cabezas, es evidente que no están en su mejor momento. El aceptable lote que cayó en manos de David Mora, no tapa el juego de una corrida mansa y descastada de una ganadería que está en franca regresión...
Pero todas estas disquisiciones a Jon Ander le traen al fresco. Para él la corrida ha sido extraordinaria. Y, además, se puso morado de merendar... Pero morado y oro.
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