viernes, 22 de julio de 2011

22 de Julio de 2011: CARTEL REDONDO EN VALENCIA

VICTORIAS FRUSTRADAS


Se colgó ayer en la plaza de Valencia el letrero de “No hay billetes”. Se anunciaba el cartel más redondo de todo el verano y el lleno fue espontáneo, natural, sin triunfalismos ni propagandas forzadas. Simplemente, el cartel era redondo. Y desde hace tiempo los carteles redondos no son habituales. Los empresarios suelen usar la táctica de poner en cada festejo un torero bueno, uno regular y el tercero malo. Así que cuando aparecen tres primeras figuras en el mismo cartel, se recibe con expectación. Lo que antes era corriente, se ha hecho excepcional. Los empresarios antes se esforzaban por elaborar carteles lo más atractivos posible. Los de ahora a lo que juegan es a ganar mucho dinero con malos carteles, amparados en el chantaje de los abonos obligatorios y otras milongas por el estilo.
Y la expectación no fue defraudada, eso que los toros de Garcigrande fueron bastante peores de lo que cabía esperar de esta ganadería, que en esta temporada está resultando muy buena y sus toros están embistiendo mucho. Los de ayer de Valencia salieron mansos y descastados. Pero la terna los entendió y los toreó muy bien. Y si no fue una tarde triunfal, fue por el desacierto con los aceros, que frustraron las victorias de Enrique Ponce y del Juli. Los tres toreros estuvieron muy por encima de los toros.
Y de los toros hay que decir que los de la segunda parte del festejo fueron toros serios y dignos. Pero los lidiados en los tres primeros lugares, eran impresentables. El primero, en lugar de pitones, tenía dos brochas que hacían daño a la vista. El segundo era un novillete, y el tercero un becerro. Tres raspas impropias de una plaza de primera. ¿Quién tiene la culpa?
Pues en primer lugar el empresario. Muy imaginativo y soñador, pero que no se gasta un duro en la materia prima. Después unos matadores que, por una mal entendida comodidad, toleran esta clase de becerros. Y, por fin, los veterinarios y el Presidente, que no los echan para atrás.
La corrida, pues de Garcigrande no brilló por casta y bravura. Pero se topó con una terna que la toreó muy bien y le hizo unos honores que los toros no merecían. Enrique Pone se encontró en primer lugar con un toro descastado y topón que siempre se salía suelto. Ponce estuvo muy suficiente y muy por encima del manso.
En el cuarto toro Ponce nos ofreció una grandiosa faena, la faena de la tarde. Comenzó con unos doblones torerísimos. Pasó luego a una fase de asentamiento para que el toro aprendiera a embestir bien y tirase hacia delante. Cosa nada fácil, porque el toro, a pesar de su nobleza, tendía a pararse y a puntear en el último tramo del muletazo, por lo que hubo algún enganchón inoportuno. Pero mientras que las faenas de los demás van de más a menos, las de Ponce van de menos a más y, después, a mucho más. Una vez metido totalmente el toro en la muleta, un final extraordinario: una serie con la mano derecha, con los riñones completamente encajados, muy natural y muy vertical; unas dosantinas, unos pases circulares, tersísimos y larguísimos, que pusieron de pie a la plaza; y, de postre, las poncinas...
En ese momento tenía las dos orejas cortadas, pero todo lo echó a rodar con la espada. Primero por su manía de perfilarse muy lejos. Siempre se ha dicho que hay que matar en corto y por derecho y en el mismo sitio en que se había dejado de torear al toro. Ponce pincha muchos toros por arrancar desde tan lejos. Fue el caso de ayer: un pinchazo, una media estocada muy trasera, dos avisos... Saludos desde el tercio cuando podía haber cortado las dos orejas.
El Juli se enfrentó con dos mansos a los que dio una lidia perfecta. Su primero iba y venía sin ninguna convicción y, por el pintón izquierdo, gazapeaba y probaba mucho. El Juli estuvo muy firme, muy decidido y lo cuajó, sobre todo con la mano derecha, en dos series, la segunda y la quinta, absolutamente extraordinarias. El final de la faena fue muy profundo, templado y poderoso. Una oreja le tenía cortada, pero pinchó antes de agarrar la estocada.
Lo mismo, más o menos, pasó con el quinto de la tarde. Era un toro muy manso que no se dejó picar, y que se paró del todo cuando se sintió podido por la muleta del Juli, tras una serie muy rotunda. Se puso muy cerca y asentado y le robó todos los muletazos que tenía. Se habla siempre de la clarividencia del Juli, pero apenas se menciona su valor. Y lo tiene en grado sumo, como lo demostró ayer con este toro, muy probón y que se quedaba muy corto. Casi nadie vio las carencias del toro porque El Juli con su firmeza lo tapó todo.
Lamentablemente volvió a pinchar. Dos pinchazos y dos golpes de verduguillo, y otra oreja que se esfumó. Una pena, porque El Juli lleva una racha triunfal que por la espada no pudo continuó ayer.
El tercer espada del cartel era José María Manzanares. Le correspondió en primer lugar un toro muy protestado, protestas absolutamente justificadas. Era un chivo indigno de una plaza de primera. Pero el chivo fue un manso en el caballo que luego en la muleta tuvo mucho que torear. Tenía buenas cualidades, como la prontitud y la repetición. Pero también los defectos de ir siempre con la cara suelta y no tener clase alguna. Manzanares hizo una faena entusiasta con mucho toreo sobre la mano izquierda, pero los mejores muletazos salieron de la mano diestra. Hubo desigualdad con muletazos mejores y muletazos peores, pero es que no era nada fácil encauzar una embestida tan brusca y con la cara tan alta. Un pinchazo, una estocada baja y cortó una oreja.
Manzanares estuvo mucho mejor en el sexto (al que Juan José Trujillo banderilleó con gran clasicismo y pureza). Era manso como todos sus hermanos, pero en la muleta tuvo su nobleza aunque a veces quería irse a las tablas. Manzanares planteó la faena fundamentalmente con la mano izquierda, y demostró que va avanzando por momentos.
Está claro que quiere torear tan bien con la zurda como con la diestra, y día a día lo va consiguiendo. A este toro lo toreó muy bien con la izquierda y muy despacio, con mucho reposo. Consiguió que un toro con mucha querencia hacia los adentros, no se fuera a las tablas. Solo ya al final de la faena, cuando se rajó el toro completamente, se fue a la querencia. Faena torera, templada y muy medida y con buen toreo con la izquierda. Quizá no tuvo el arrebato que ha hecho famoso a Manzanares, pero esta nueva faceta, más sosegada y vertical, también es estimable.
Entró a matar con el toro muy rajado y pegado a las tablas. Estocada baja y una oreja. Ciertamente Manzanares estuvo francamente bien, sobre todo con el sexto, pero las estocadas quedaron muy bajas, y en una plaza de primera, al conceder las orejas, ha de tenerse en cuenta la colocación de la estocada.
A los dos toros Manzanares los mató a recibir. A mí me da miedo. Creo que está prodigando en exceso tan arriesgada suerte, con lo que, por un lado, consigue devaluarla y, por otro, está asumiendo riesgos muy altos. Esta suerte debe reservarse para toros prontos y de embestida muy clara, no para toros reservones que pueden dar un arreón en cualquier momento y llevarse una pierna por delante. Debería, pues reservar el estoconazo recibiendo para los toros que lo merecieran... Pero la impresión general que dejó Manzanares fue muy buena y no desmereció de la maestría de esos dos grandiosos toreros que son Enrique Ponce y El Juli, que vieron frustradas sus victorias por pinchar a los toros.
Por cierto, a lo largo de toda la tarde desde las localidades altas de la plaza se estuvo hostigando a los toreros y exigiéndoles con mucho rigor. Muy bien, pero espero que hoy tengan exactamente la misma actitud

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