domingo, 10 de julio de 2011

10 de Julio de 2011 en Pamplona. La 6ª de la Feria del Toro: Toros de Miura

MIURAS ANODINOS

Dado que delante de la corrida de Miura no puede ponerse a cualquiera, la Casa de Misericordia optó por lo seguro. Anunció a los dos más habituales con esta ganadería, Padilla y Rafaelillo y, como novedad, a un torero de valor contrastado: Serafín Marín. Y es que con los Miura nunca se sabe, por lo que ante ellos ha de estar un auténtico profesional. Pero esta vez la corrida de Miura resultó de lo más anodino y vulgar. Ni buena ni mala, ni fu ni fa, ni chicha ni limoná. Hace ya tiempo que no sale un Miura de aquellos bravísimos, de los de bandera. Pero tampoco salen los tremendos barrabases, que llenaban el ruedo de pánico y el tendido de emoción.
Esto es lo peor que le puede pasar a la ganadería de Miura: la vulgaridad. Cuando las ganaderías duras salen verdaderamente duras, mantienen su cartel e, incluso, lo acrecientan. Pero cuando salen sosas y con poca raza, como la de Miura de ayer, lo que va a suceder es la desmitificación de estos hierros.
La corrida era imponente, pero no tanto como en otras ocasiones en Pamplona (se nota que Miura va este año a la Feria de Bilbao). Con el caballo cumplieron bien. No hubo ningún toro manso. Pero en la muleta dieron un juego muy soso y muy quedado. Una corrida cualquiera.
Juan José Padilla estuvo bien con el capote, especialmente acertado en un quite por navarras y otro por faroles invertidos. Banderilleó con facultades, pero con la pañosa estuvo menos fino. Su primero fue un toro muy quedado por la poca fuerza y la poca raza, y Padilla lo sacó los pocos muletazos que tenía.
El cuarto de la tarde fue el único toro que daba alguna opción, pero Padilla no estuvo fino con él. El toro que, por hechuras, más que un Miura parecía un Pablo Romero, tuvo cierta nobleza y se dejó en el último tercio. Pero Padilla no se dio cuenta de esta circunstancia. Muy consciente de que estaba enfrente de una corrida de Miura, lo toreó a la defensiva como si fuera un barrabás. Pero el toro no lo era. Solo era sosito y noble, y se dejaba torear.
Lo mejor de la actuación de Padilla con este toro fue una buena estocada entrando derecho. Hubo petición de oreja que no fue atendida por el Palco. Y muy bien hecho. Después de la tómbola del año pasado, perece que la seriedad y el rigor están volviendo al Palco de Pamplona. Este año se está haciendo francamente bien y todavía no se ha producido ningún dispendio. Las orejas que se han concedido han estado justificadas, y así debe seguir.
Es cierto que Pamplona es una plaza muy especial, con un público muy dadivoso. Pero, considerando la categoría de la Feria del Toro, la Presidencia no debe conceder orejas sin peso. Este año se está acertando. La contención desde la Presidencia es muy necesaria. A ver qué sucede en las corridas que quedan...
Los problemas de Rafaelillo empiezan cuando un toro humilla y repite. Pero cuando el toro se para y pega cabezazos, Rafaelillo es un hábil diestro, lo que le convierte en un torero válido para las corridas de Miura. Entiende bien a los Miuras. Ayer con un lote parado y que daba cabezazos, logró sacar muchos muletazos. No tuvieron calidad estética, porque Rafaelillo no es un torero de clase, pero hizo pasar muchas veces a los toros por ambos pitones. No estuvo del todo mal Rafaelillo. Mató bien a su primero, con una estocada de entrega, pero sufrió un auténtico calvario para despenar al precioso quinto...
Pero Rafaelillo ha salido de los Sanfermines con su cartel intacto y, tal como está el patio, es uno de los que no pueden faltar en las corridas duras. Pero yo sigo echando de menos una generación de toreros brillantes para corrida dura, como la de Ruiz Miguel, los Campuzano, Dámaso González y algunos otros. Los que más se acercan quizá sean el Fundi y Rafaelillo.
Serafín Marín toreaba por primera vez toros de Miura. Su lote no valió nada: toros parados que se defendían mucho y daban cabezazos. Con el tercero de la tarde Serafín Marín estuvo más decidido que con el colorado sexto, ante el que se le vio más desconfiado y más en movimiento. Pero el lote no era apto para el lucimiento.
Y poco más. Uno de los platos fuertes de la Feria del Toro resultó muy insípido, muy poco sabroso. Y a propósito de platos, ¿saben ustedes que en los Sanfermines se otorga un premio al toro más sabroso? Pues sí: unos cuantos gastrónomos pamploneses catan la carne de todos los toros que se lidian y, tras ardua deliberación, conceden un premio al que está más rico, rico... Vivir para ver.

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