jueves, 14 de julio de 2011

14 de Julio de 2011: Última corrida de San Fermín

FAENÓN DEL JULI

La tarde iba cuesta abajo, camino del precipicio. Hasta que salió el quinto toro de la tarde, al que El Juli hizo un faenón que salvó el último festejo del San Fermín 2011. El Juli ha llegado a tal nivel, que solo compite consigo mismo. El martes ya había hecho lo mejor de la feria hasta entonces, pero con este quinto toro de ayer se superó a sí mismo. Un faenón inconmensurable, y no con un toro fácil y con clase, sino con uno de embestida frenada y que nunca humilló. A pesar de lo cual, ni un enganchón y el toreo fluyó terso y templado.
El Juli es, ante todo, un torero muy valiente. Esto le permite asentarse, esperar a los toros y llevarlos muy despacio, y ese valor le permite pensar serenamente en la cara del toro. La faena fue perfecta. Después de picarlo muy poco y de lidiarlo muy bien, midió muy bien la altura adecuada, sin obligar en exceso al toro para que no protestara, pero sin aliviarse para que el toro no se creciera y se saliera suelto. La altura fue, pues la perfecta. Y la dimensión del muletazo también: ni tan largo que el toro se rajara, ni tan corto que el toro se rebotara. Todo, pues, perfecto, todo al ralentí. En manos de cualquier otro la faena a este toro hubiera sido una sucesión de frenazos y enganchones. Pero con El Juli no.
Una primera parte de toreo clásico sobre las dos manos, y una segunda de arrimón estilo Ojeda, en la que, a un toro ya vencido, lo hizo describir los círculos y las parábolas que le vinieron en gana. Una lástima la estocada trasera. A pesar de ella fue el faenón de la Feria. Dos orejas, que sumadas a las tres del martes, son cinco. En el San Fermín de la cagalera, en el que todas las figuras se han cagado y no han querido comparecer, El Juli ha obtenido dos triunfos apoteósicos que lo ponen por delante de todos los demás.
Repito: El Juli estuvo sensacional en una faena llena de valor, de técnica y de despaciosidad. Es imposible torear más despacio y más profundo a un toro remiso y que embiste a media altura.
Del resto de la corrida poco que contar. Juan Mora lidió en primer lugar un toro paradito y que embestía con la cara a media altura. En cuarto lugar salió un toro muy basto y muy feo. Al torearlo con el capote, por esa manía que tiene Juan Mora de componer la figura sin llevar toreado al toro, le propinó una cornada en el escroto. El toro había sido bravo en el caballo, le pegaron mucho, y Juan Mora planteó la faena de muleta habitual en él, basada en la búsqueda de la estética y no en el mando sobre la embestida. Había que llevar al toro sometido y hasta el final, pero Mora lo dejó a su aire y cortaba el muletazo echándose el toro al culo. Y en una serie de naturales, al dejar al toro muy en corto y no llevarlo toreado, lo prendió y le atizó un cornalón. Así que El Juli hubo de acabar con el toro.
Tampoco la tarde de Castella fue para tirar cohetes. Tuvo en primer lugar un toro de comportamiento muy raro, que tan pronto embestía como se defendía, como se quería rajar. Con un toro tan desconcertante es imposible hacer faena.
El sexto era un toro sin clase, pero se dejaba torear. Castella nos obsequió con una faena de las que suele hacer últimamente: una faena larguísima, llena de enganchones, de un toreo incoloro inodoro e insípido.
Y hay que hablar de la corrida de Cuvillo. La presentación fue inaceptable en esta Feria. Se trataba de una escalera con algún toro muy basto y algunos muy chicos. Lo mismo hay que decir de las corridas del Pilar y de Victoriano del Río. Y es que no se pueden vestir tantos santos a la vez. No se puede comparecer en todas las ferias importantes el mismo año, por muy caros que se vendan los toros.
Es imposible tener en una camada tantos toros para plazas de primera. Así que lo que hacen es repartirlos: dos toros para Bilbao, dos para Pamplona, dos para Madrid... Está claro que lo que deberían hacer es lidiar los seis toros serios en una misma plaza y corrida, y esperar a años sucesivos para comparecer en las otras plazas.
Las tres últimas corridas de esta Feria del Toro han sido escaleras impropias de la plaza de Pamplona. Y también han decepcionado en el juego, especialmente la de ayer de Núñez del Cuvillo, que tuvo, además, un comportamiento muy raro. El primero del Juli, por ejemplo, se echó y hubo que apuntillarlo, y ya he apuntado lo extraño del comportamiento del primero de Castella. Habría que examinar las vísceras de esos dos toros al menos.
Y, visto lo visto, de cara al año que viene la Casa de Misericordia haría bien en programar casi todas las corridas como toristas, dejando solamente un par de corridas amables. Ya que las figuras no quieren venir, que por lo menos que haya toro , mucho toro... Y El Juli, por supuesto.

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