domingo, 21 de agosto de 2011

YA ESTAMOS EN BILBAO, Y LA COSA NO VA MUY BIEN...

SEMANA GRANDE DE BILBAO. 21 DE AGOSTO DE 2011:

BREVIARIO DE PODREDUMBRE

“Breviario de Podredumbre” es el título de un libro del filósofo rumano Emil Ciorán. En este libro se lleva la desesperación hasta la cumbre. Es el libro más negro y siniestro que quizá se haya escrito nunca. Le tomo prestado a Ciorán el título de tan patético libro para titular, a mi vez, este comentario de la corrida de ayer. Imposible lidiar una corrida más mala. Da la impresión de que la histórica ganadería de Miura está en las últimas. Parece haber llegado a sus últimos estertores. Y bien que lo lamento, porque los Miuras han sido un mito de la fiesta. Pero una corrida como la de ayer no tiene defensa posible.
Nos hemos pasado media vida defendiendo la variedad de encastes y contra el toro de Domecq, y luego nos salen corridas como la de ayer, que nos dejan completamente desarmados. El toro de Domecq se ha impuesto porque sale muchísimo mejor que el de las ganaderías llamadas toristas. Ayer tuvimos un patético ejemplo. Tengo la impresión de que, cuando las ganaderías tienen demasiada consanguinidad, se hunden irremisiblemente y para siempre
En primer lugar la corrida de Miura estaba mal presentada, con algunos toros muy chicos, como el primero, el cuarto y el quinto. Nada que ver con el volumen y el aparato que se gastan en esta ganadería. Pero lo peor no fue la presentación. Lo peor fue el pésimo juego de los astados: todos inválidos que lo único que hicieron fue defenderse de mala gana y con aire de morucho. Una corrida lamentable, de una tristeza infinita.
Y para que nada faltase, fueron devueltos dos, el segundo y el sexto. El segundo fue sustituido por un inválido de La Campana, y el sexto por un sobrero del Marqués de Domecq, tan malo como los titulares, sino peor. Un desastre... Y encima hubo que aguantar una tarde de bochorno, con varios aguaceros que nos dejaron empapados. Un horror.
Con semejante material bovino poco pudieron hacer los toreros. Padilla se encontró en primer lugar con un inválido probón con el que no se podía hacer mucho. En el cuarto lo intentó con más decisión, pero a los veinte o treinta pases, el toro se puso muy violento, empezó a dar cabezazos y ya la faena fue imposible. Un pinchazo, estocada corajuda y saludos desde el tercio.
Es cierto que a Rafaelillo los toros buenos se le van sin torear. Pero no es menos cierto que tiene la suficiente habilidad para navegar sin hundirse en corridas tan espantosas como la de ayer en Bilbao. Eso hace que se esté manteniendo a flote en el toreo, y cuando se programa un festejo de toros pregonados, hay que llamar al rubio torero de Murcia.
Su primero fue un inválido de La Campana que no se mantuvo en pie, y el quinto fue el único Miura que recordaba algo a lo que es un toro de Miura: muy listo, con mucho sentido y un viaje muy corto. A pesar de que lo había cogido feamente al inicio de la faena de muleta y le había propinado un puntazo, Rafaelillo fue capaz de buscar las cosquillas al toro y de robarle muletazos. Estuvo hábil, robó pases imposibles y se tiró a matar con entrega. La ovación y el saludo desde el tercio fueron merecidos y justificados.
Sustituía a Serafín Marín Raúl Velasco, un torero de Madrid que se ha hecho en la dureza de los pueblos de Guadalajara. Muchos lo desconocen, pero lleva años en la refriega más dura. En su confirmación de alternativa en Madrid hace quince días, estuvo muy bien. Lo de ayer era una oportunidad para él, pero la oportunidad acabó en fiasco porque le tocó un lote imposible.
En medio de un aguacero, tuvo que despachar a un toro de Miura inválido e incapaz de pasar. En sexto lugar le correspondió un sobrero del Marqués de Domecq muy parado, muy mirón, con muchísimo sentido y con violencia. Lo único que Raúl Velasco pudo hacer fue quitárselos de delante. Hay que anotar algún buen esbozo con el capote, como dos medias buenas verónicas en los quites en los que intervino.
Poca cosa más. Cuando se asiste a una corrida de miura como la de ayer, dan ganas de llorar.

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