BILBAO, FERIA DE NOVILLADAS
Por Domingo Delgado de la Cámara
Ayer se encontraba en el callejón de la plaza de Bilbao Santiago Martín El Viti, gloria de la Tauromaquia. Los tres espadas le brindaron un toro. Las ovaciones ante los brindis fueron muy tibias. La mayoría del público que abarrotaba la plaza de Vista Alegre parecía ignorar quien es Santiago Martín El Viti y lo que ha significado en el toreo. La incultura taurina del público de toros de ahora es enorme y resulta tristísima. Quien ignora el pasado no puede construir el futuro.
También me llamó la atención que apenas hubiera protestas ante la mala presentación de la corrida de Victoriano del Río. Únicamente en el sexto se escucharon tibias protestas. Y fue más porque estaba inválido que por su mala presentación. A estas alturas el torismo del público de Bilbao está resultando un tópico. La mayoría del público bilbaíno va a aplaudir a los toreros. La presentación del ganado le rae sin cuidado. Solo una minoría pide el toro-toro, y ese toro-toro ayer brilló por su ausencia.
Los cuatro primeros toros fueron cuatro toretes dignos de cualquier plaza de segunda. El quinto era un novillito gordo, y el sexto un becerro del bombero torero. Impresentable. El que mucho abarca poco aprieta, dice el refrán, y parece claro que el Señor Victoriano del Río no tenía corridas de trapío para acudir en el mismo año a Madrid, Pamplona y Bilbao. Lo que debería hacer en ese caso es atender solamente aquél o aquellos compromisos para los que le den de sí los toros serios, y dejar para el año que viene los demás compromisos. Pero lo que no es de recibo es presentarse en Bilbao con una corrideja como la de ayer.
Y después de haber visto la gatada de Garcigrande en Valencia, hay que empezar a pensar que Enrique Ponce y El Juli han cogido gusto a estas corridas enclencles y anovilladas. Mal asunto. Siempre he defendido a estos dos toreros porque eran los únicos que iban a todas partes con corridas serias. Da la impresión de que están cambiando de actitud. Si así fuere, se lo voy a censurar. Lo de ayer fue lamentable, como fue lamentable que la Autoridad no se pusiera seria y desechara los dos últimos toros por lo menos.
La corrida de Victoriano tampoco fue un dechado de buen juego. A la mala presentación se añadió un juego manso y descastado. Colaboraron con el torero, si acaso, un par de astados. Pero con esa nobleza boba que está muy lejos de la bravura. He elogiado a Victoriano del Río en sus grandes campañas anteriores, pero este año el juego de sus toros ha dado un evidente bajón.
Tarjeta roja, pues, a casi todo el mundo: a la Autoridad por aprobar esta corrida; a Ponce y al Juli por apuntarse a ella; al ganadero por traerla, y al público por tolerarla.
A Enrique Ponce le correspondió en primer lugar un manso huidizo, y después un toro con mucho sentido. Dos toros de su especialidad: el manso y el peligroso. Hasta hace poco con esta clase de toros Ponce marcaba las distancias con el resto del escalafón. Mientras que el resto no era capaz de triunfar con estos toros, Ponce sí. Esto hacía de Ponce un torero imprescindible e intocable. Cuando los otros fracasaban ante toros con dificultades, Ponce triunfaba y brillaba como nunca. El manso y el difícil eran los toros con los que Ponce deslumbraba.
A su primero, el manso, lo probó en distintos terrenos, pero nunca se decidió de verdad a plantearle una faena seria y entregada. Con el cuarto se salió pinturero a los medios. Pero en cuanto el toro empezó a colarse, tiró por la calle de en medio.
El Juli se encontró en primer lugar con un toro noble pero soso. La faena fue de menos a más y las dos series últimas fueron muy buenas, comenzadas con la derecha, luego un cambio de manos y después un gran toreo con la izquierda, en el que destacaron dos naturales, uno en cada serie, auténticamente lentos, cadenciosos y de un dominio absoluto. Una muy buena faena en que poco a poco fue metiendo al toro en el canasto, hasta hacerlo embestir humillado y en rectitud. Faena meritoria en la que acabó toreando al ralentí. Lamentablemente El Juli está matando cada vez peor. Se perfila cada vez más lejos y cuartea más. Un pinchazo y una estocada defectuosa le privaron de una oreja. El quinto fue un novillete gordo con mucho genio que, en cuanto se encontró podido, se rajó. El Juli se dio con él un arrimón infructuoso.
A pesar de haber estado bien con su primer toro, y de que en su segundo se metió encima de él literalmente, sale sin un triunfo gordo de esta importante feria de Bilbao, primera de esta temporada en la que no ha triunfado.
Hay toreros sobrevalorados por la crítica y los aficionados, y hay otros a los que se los infravalora de manera injusta y cruel. Es el caso de Miguel Ángel Perera, un torero valiente que torea con mucho mando y muy por abajo y con una gran mano izquierda. Así lo demostró en la faena a su primer toro de ayer. El toro tenía su nobleza, pero poco celo y se salía con la cara por arriba. Perera pacientemente fue metiéndolo en el engaño, y el final fue espléndido, con una serie de naturales larguísima, con la muleta en el hocico, mucho temple y llevando al toro hasta el final. Imposible torear mejor con la zurda. Muy buena también la última serie, iniciada con una dosantina y después por derechazos. Faena que fue in crescendo y que culminó con un toreo magnífico e inmejorable con la zurda. Mató mal y perdió una y hasta las dos orejas. Una pena, pues a Pereara le hacía mucha falta un gran triunfo en una feria como la de Bilbao.
Al becerro lidiado en sexto lugar intentó mantenerlo en pie pues, a pesar de su nobleza, era muy blandito. Y en algún momento logró buenos muletazos. Pero nadie le hizo el menor caso. Normal: con ese becerro inválido era imposible que nadie lo tuviera en cuenta.
Y ya que estamos en día de enfado y ajustando cuentas, debo decir que la música en Bilbao ha bajado bastante de nivel. Otra de las señas características de nuestra palaza era lo bien que sonaba la música. Ahora parece sonar más flojo (debe haber menos músicos), y el repertorio deja mucho que desear. De los pasodobles clásicos y característicos de Bilbao, se hay pasado a unos pasodobles irreconocibles de tipo modernista y que me parecen muy malos. En más de media Feria que llevamos ya celebrada, no hemos oído ni una sola vez “Agüero”, que es como el himno de esta plaza de toros...
Mañana se reinicia la Feria de Bilbao. En los corrales un corridón de Alcurrucén, y otro corridón del Pilar para pasado mañana. A partir de mañana, pues, se va a recuperar el tono del toro y esperemos que lo pasado no se repita nunca. Sería lamentable que desapareciese uno de los últimos bastiones de seriedad que quedan.
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