viernes, 26 de agosto de 2011

Semana Grande de Bilbao: 26 de Agosto de 2011

DANIEL LUQUE VIENE A MANDAR
por Domingo Delgado de la Cámara


Daniel Luque tiene ambición. Tiene una cabeza muy despierta. Tiene valor y, además, tiene clase. Ninguno de los toreros jóvenes reúne tantas cualidades como él, de manera que en los próximos años el nombre de Daniel Luque va a ser imprescindible. Ayer en Vista Alegre dio una lección de clarividencia y de toreo, a pesar de que, de la gran corrida de Alcurrucén, no le tocaron los mejores toros precisamente. Le correspondieron dos toros que embestían con la cabeza alta y con mucho genio, pero fue capaz de imponerse a la adversidad y cuajar dos estupendas faenas.
En alguna otra ocasión he dicho que Daniel Luque es el injerto perfecto entre Paco Camino y Paco Ojeda. Tiene la inteligencia y el concepto clásico del primero, y pisa la distancia corta con la misma osadía que el segundo, aunque ayer no necesitó de arrimones para convencer. Fue tal el despliegue de torería que derrochó, que convenció a todo el mundo de sus grandes cualidades.
No se le pudo ver en uno de sus fuertes, el capote, porque su lote no se dejó torear en el primer tercio. Pero ahí quedó el derroche de torería con la muleta. El éxito podría haber sido de hasta tres orejas, pero lamentablemente falló con el acero. Matar es su asignatura pendiente que debe resolver con urgencia. Un triunfo como el de ayer no debe irse por el sumidero por culpa de la espada. Pero la impresión que ha dejado es excelente. Torea al toro bueno con tanta clase como el mejor, y es capaz de inventarse faenas inverosímiles con el toro malo. No necesita sufrir ni hacer esfuerzos para triunfar con toda clase de toros.
Daniel Luque es el futuro. La carrera de un torero consiste en vencer toda una larga serie de obstáculos y adversidades, pero muy mal se le tienen que poner las cosas para que este muchacho no llegue a ser un torero importante. Sus condiciones son de excepción.
Su primer Alcurrucén, un toro manso que no se dejó torear con el capote, en la muleta pareció hasta bueno porque lo toreó con tal temple y tal suavidad, que lo acabó desengañando. Toreo sobre las dos manos de perfecta factura y extraordinaria ligazón. El toreo de adorno fue también muy bueno: maneja muy bien todo lo accesorio, los trincherazos, las trincherillas, los cambios de mano...
El sexto fue más manso y más violento que el tercero, y también sacó una faena de donde no había nada. Era muy difícil torear con limpieza a un toro que se defendía constantemente y pasaba con la cara arriba.
Fue una pena que a Luque no le tocara alguno de los grandes toros de la corrida de Alcurrucén. Hay que alabar la excelente presentación de los astados, solo bajaba el segundo de la tarde. Y habían dejado como sobrero un toro colorao de la misma ganadería de imponente trapío. Habría que revisar el procedimiento de designación de sobreros. Las cuadrillas dejan como sobrero al toro más serio de la corrida, precisamente al que los aficionados tendrían más interés en ver. Debería ser la empresa la que designe los seis toros que han de lidiarse, que han de ser los más serios. Y lo lógico sería que el sobrero fuera el toro peor presentado, por eso es el sobrero.
La corrida de Alcurrucén fue desigual. Hubo toros como el segundo, el tercero y el sexto que mansearon en el primer tercio y que sacaron su genio en la muleta. Pero el primero, el cuarto y el quinto fueron excelentes, toros bravos y de una calidad excepcional en el último tercio. Sobre todo el quinto, número 243, de nombre “Sucesor”, de 550 kilos y de pelo negro chorreao.
Viendo el juego y las hechuras de los toros, no cabe duda de que es la línea Rincón del encaste Núñez la que funciona. Los tres que de verdad embistieron tenían unas hechuras totalmente Rincón. Los que se defendieron y mansearon tiraban más a Villamarta, especialmente tercero y sexto.
Enrique Ponce tuvo un lote de ensueño. En sus buenos tiempos hubiera logrado dos faenas inolvidables, con tres o cuatro orejas, y el triunfo hubiera sido recordado durante años. Pero el tiempo pasa para todo el mundo, incluso para Enrique Ponce. En las dos faenas apenas hubo toreo con la mano izquierda, aunque el viento lo molestó en los dos trasteos, pero Ponce ya no lo ve claro ni se confía con la izquierda.
Su primera faena la resolvió con dos buenas series con la derecha. Si no cortó ningún trofeo fue porque lo pinchó. Y su segunda faena la resolvió con los cambios de mano, los molinetes y las poncinas..., toreo accesorio que, por cierto le salió bordado: Ponce domina como nadie el toreo accesorio. Después de una estocada muy baja y muy trasera, le cortó una oreja. Oreja propiciada por el gran cariño que el público de Bilbao le profesa. Hizo bien Matías al negar el segundo trofeo, que hubiera sido excesivo.
El premio gordo de la corrida le cayó a David Mora, el quinto de la tarde. Pero antes se había topado con un toro de Alcurrucén que no humilló nunca, embistiendo con la cara por arriba y sin convencimiento. Le hizo Mora una correcta faena, con muletazos fluidos y limpios. Tras una estocada muy trasera y con una petición muy minoritaria, sorprendentemente cortó una oreja. Durante años hemos visto a Matías González negar orejas pedidas por toda la plaza con auténtico frenesí, pero ayer concedió una oreja de poco peso que casi nadie había pedido. La faena estuvo en los límites de lo correcto, pero para una oreja se requieren más argumentos y, además, la estocada fue muy trasera.
Y salió el quinto, el gran toro de Alcurrucén. David Mora es un hombre con suerte en los sorteos. Con lo que le ha salido este año en Madrid y en Bilbao, podría haberse consolidado como figura. Pero no ha sido así. ¿Por qué? Tiene valor, le sobra entusiasmo y tiene empaque. Pero su técnica es muy precaria, lo que hace que los triunfos se le escapen. En este quinto de ayer, de embestida sensacional por alegre, templada y repetidora, afloraron todas las carencias de David Mora: se puso muy en corto, se metió en la oreja y no corrió la mano. Es un torero muy codillero, con muletazo corto, con el brazo pegado al cuerpo, por lo que los toros se le van sin torear. Y este se le fue. Un toro que sin duda competirá como toro de premio en las Corridas Generales de Bilbao, que con la corrida de Alcurrucén (¡enhorabuena Hermanos Lozano!) ha recuperado su esplendor como Catedral del Toro de verdad.

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