Feria de San Isidro de Madrid: 1 de Junio de 2011
El sobrero llamado “Bombero”, jabonero claro, de cinco años y medio y de 593 kilos de peso, por fin se lidió ayer. Ha estado anunciado como segundo sobrero prácticamente desde primer día de la feria. Pero se iba salvando de la quema. Cuando las cuadrillas lo veían en los corrales, cruzaban los dedos para que no saliese. Tenía esa plaza imponente del toro vazqueño... Y ¿de quién es?, preguntaban. De Aurelio Hernando. Y ¿eso qué es?. Uno de los escasos reductos veragüeños que quedan por ahí.
Pues bien, ayer salió. Como estaba muy corraleado, hasta tres veces volvió grupas y se metió al toril, y en varas fue muy manso y huidizo. Armó una buena, derribando y limpiando la plaza de toreros. Sin embargo, en el último tercio no se comió a nadie. No tuvo clase ninguna, pero fue noble y dejó estar. Y David Mora estuvo tan valiente y entregado como siempre, pero lo atacó mucho y el toro se vino abajo.
Con el que de verdad estuvo bien David Mora fue con el tercero. Una res topona y que embestía a cabezazos. A pesar del vendaval, Mora se quedó muy quieto y asentado. Soportó todos los cabezazos y las frenadas que hubo que aguantar. Y dejó claro que de valor está bien. Y está en plena evolución técnica. Valiente fue siempre, y siempre tuvo empaque, pero citaba con los engaños muy retrasados por el poco oficio. Pero ahora ya echa los engaños adelante y, con su valor y buen estilo, es un torero que tiene que crecer.
También tiene que crecer Salvador Cortés. Reconozco que ayer estuvo desastroso. Yo no sé qué le pasa en Madrid. Debe ser la plaza, que le impone. Porque en Sevilla y en Pamplona siempre está bien. Es un torero de muletazo largo y macizo, aún no conocido en Las Ventas. Su primero fue un sobrero de Carmen Segovia muy manso y que llegó a la muleta muy parado. No había nada qué hacer. Lo mejor de la lidia de este segundo fueron los pares de banderillas de Juan José Domínguez y Pedro Mariscal, metiendo los palos valientes, a pesar de los tremendos cabezazos del toro. Lo malo vino en el quinto. Un toro feísimo de Palha que, sin clase ninguna, se tragaba los muletazos por el pitón izquierdo. Cortés, visiblemente nervioso, dio un recital de mantazos, con más enganchones que muletazos limpios.
No debemos olvidar que todas las lidias de ayer se vieron muy negativamente influídas por el fuerte viento reinante. La disyuntiva era peliaguda: en las tablas al abrigo del viento, los toros se defendían a favor de la querencia. Y, si para evitar las querencias, se lidiaba en los medios, había que soportar un vendaval que hacía flamear el engaño. Vamos, que cualquier solución era mala.
Quien tuvo más suerte fue Luis Bolívar. Su primero, aunque no humillaba demasiado, embestía templado, largo y con clase. Era un toro de triunfo claro. Bolívar se echó el toro tan fuera que no hubo ligazón ninguna. Solo en una serie con la derecha, al final de la faena, se arrebujó con el toro. El cuarto tuvo mucho que torear. Embestía rápido y sin entrega. Bolívar, prudentemente, guardó siempre las distancias sin quedarse quieto. A los buenos no los cuaja y con los malos no se impone. Y ya son muchos años rondando el chozo.
Y ahora, bronca a la ganadería de Palha. La corrida fue una escalera impresentable con varios toros de bochorno. Y no es la primera vez que presenta así de mal. Ya son varias. Mire usted: si no tiene toros serios para Madrid, se queda un año sin venir y no pasa nada. El primero era estrecho y feo. El segundo y el sexto (precisamente los que se devolvieron) eran bonitos pero muy terciados para Madrid. El tercero, un becerro impresentable, y el quinto un avileño tan alto como feo, basto y cornicorto, de nulo trapío. Solo se salvó el cuarto, de aceptable presencia. Y el juego de la corrida, en general, muy decepcionante por descastado, como he dicho al comentar la labor de los toreros.
Por supuesto, la empresa también es responsable de tan mala presentación. Cuando Don Manuel Martínez Flamarique, Chopera, era empresario de Madrid, iba varias veces al campo a ver todas las corridas que iban a lidiarse. Los actuales responsable de la empresa dejan esta labor en manos de intermediarios monipodios. Y así nos luce el pelo. La holgazanería de esta empresa es evidente y su tacañería, también. Todo el mundo sabe donde están los toros serios, donde van a ser lidiados y el dinero que cuestan...
Y ¿la Autoridad?. Ni está ni se la espera.
Los petardos que están dando las ganaderías toristas en San Isidro están siendo sonados. Y es que el problema del toro torista es que casi siempre decepciona por su mansedumbre y escasa raza, mientras que el toro torerista cumple con el objetivo previsto: el de dar triunfos al torero. Es tristísimo reconocer que las ganaderías toristas se encuentran en un pésimo momento y dejan mucho que desear. Es de justicia reconocerlo, al igual que flagelamos a las ganaderías toreristas cuando se caen. A ver si los Cuadri de hoy nos redimen de tanto lamento.
En resumen: que la corrida fue un tostón. El único que lo pasó bien fue un abuelo de la grada del ocho que se puso morado metiendo mano a dos guiris patilargas y rubicundas. Se llevó la ovación de la tarde. Una ovación “ostentórea”.
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